La gran hambruna de Mao, un experimento mortal de colectivización

Entre 1958 y 1962 China sucumbió a la peor catástrofe económica, política social y humana de la historia. Mao Zedong con su irreflexiva propuesta del Gran Salto Adelante, en la que aspiraba alcanzar y superar a Gran Bretaña en menos de tres quinquenios, sumió al país en la catástrofe más devastadora del país asiático en la historia.

Para llevar a cabo tan elevada aspiración, su propuesta se basaría en un modelo de desarrollo precario de movilización humana y colectivización. Ocuparía las masas de campesinos para transformar la agricultura y la industria simultáneamente, para de esa forma convertir, la economía subdesarrollada de entonces en una “moderna sociedad comunista en la que todos vivirían en abundancia”.

En tal sentido, los aldeanos se concentraron en gigantes comunas viéndose privados de sus trabajos, hogares, tierras, pertenencias y medios de vida. La comida se distribuía por cucharones en cantinas colectivas de acuerdo a los meritos de cada uno, convirtiéndose esto en un arma de control del partido político hacia la población, quienes se veían obligados a aceptar cada dictamen del mismo. Las campañas de irrigación planteadas por el gobierno, obligó a la mitad de los aldeanos a trabajar meses tras meses en enormes proyectos de conservación de agua, lejos de su hogar, sin comida ni reposo adecuado. Dicho experimento resultó en la pérdida de más de 45 millones de personas.

Conviene subrayar que el término hambruna o gran hambruna no alcanza a expresar las diversas maneras en que murieron las personas en la radical colectivización. Pero existe un acuerdo universal al respecto, y es que las muertes fueron consecuencia accidental de programas económicos mal concebidos y torpemente ejecutados, además se debe sumar la coacción, el terror y la violencia. Hay que mencionar además, que de acuerdo a informes del propio partido que han salido a la luz, se puede inferir que alrededor de un 8% 2.500.000 de las víctimas fueron torturados hasta la muerte o ejecutados sumariamente.

A otras personas se les privó de alimentos y se les hizo morir de hambre, otros por edad avanzada o incapacidad de trabajar por alguna enfermedad y no poder ganarse el sustento perecían, se asesinaba a los ricos, a los que se quejaban, a aquellos de poca convicción, por un motivo u otro. Muchos se dejaron morir indirectamente por negligencia de los cuadros locales, basándose en un enfoque numérico y no en las personas, con el fin de cumplir con objetivos planteados desde la planificación central.

Lo prometido con el Gran Salto adelante no solo acabó con la vida de millones de personas, se constituyó una destrucción masiva del quehacer del país, entre ellos la agricultura, el comercio, la industria y el transporte, se arrojaron cazos, sartenes y herramientas a hornos caseros para incrementar la producción nacional de acero, porque se creía que éste era uno de los indicadores mágicos del progreso.

El ganado disminuyó, no solo por los sacrificios para el mercado de exportación, sino por las caídas en masa frente a las enfermedades y el hambre, además se desperdiciaron grandes cantidades de materia prima por falta de criterio en la distribución. En las exorbitantes granjas y fábricas dispuestas para la producción, por escatimar gastos se lanzaban productos de mala calidad que no se les daba ningún empleo. Por otra parte el sistema de transporte se derrumbó, incapaz de hacer frente a una economía planificada, productos y alimentos se acumulaban en almacenes, dormitorios, cantinas y colectivos, muchos de esos alimentos podridos, mientras las personas comían lodo y rebuscaban raíces para alimentarse. Sin duda habría que repensar mucho un sistema que genere tanto despilfarro y desgracia como el Gran Salto Adelante.

Ese gran salto hacia el comunismo, también causó la demolición de propiedades más grande de la historia, superando los efectos de las más crueles campañas de bombardeos de la segunda guerra mundial. Hasta el 40% de los edificios quedaron en ruinas, porque se emplearon los materiales de las casas para crear fertilizante, construir cantinas, alojar a los aldeanos, arreglar los caminos, abrir espacios para un futuro mejor o simplemente castigar a sus ocupantes, no se sabe con exactitud el daño hacia la naturaleza pero en un ataque intenso y prolongado destruyeron la mitad de arboles de algunas provincias.

Lo mismo ocurrió con los ríos a lo largo del país, así como las presas y canales construidos con un alto costo humano, construidas por millones de granjeros, y de igual forma con un alto costo económico, resultando en su mayor parte inútiles, presentando corrimientos de tierras, obstrucciones de vías fluviales y grandes inundaciones. La campaña para adelantar al Reino Unido empezó con el presidente Mao, y terminó cuando éste, unos años más tarde, autorizó a sus colegas a retornar a un enfoque gradualista de la planificación económica. La gran hambruna de Mao es el resultado de un modelo económico fracasado.

En la era actual donde se trata de encontrar equilibrios entre libertad y regulación, esta catástrofe debe servir de ejemplo, de la errónea idea de utilizar la planificación estatal para el desarrollo y considerarlo útil. En ese sentido, no puedo dejar de pensar en la Venezuela actual, y el extremismo actual del Estado que se ha convertido en amo y señor del país convirtiéndose en empresario, empleador, inversionista, productor, consumidor, distribuidor, comprador, controlador y regulador, cuestión que ha llevado a la mayoría de los venezolanos a la pobreza extrema.



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Jiferson Santiago

Contador Público con Maestría en Finanzas. Docente Universitario y Asesor financiero

 jifersonsantiago@gmail.com

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