Es poco posible que este año lo recordemos con un referente diferente al de la pandemia del Covid-19 y de ocurrir no me imagino una situación con consecuencias más dramáticas, para la manera como vive y se organiza nuestra especie en este planeta. Este año uno de los temas más abordado, por lo menos por la gran parte de las empresas y medios de comunicación de occidente es la salud y seguridad de los trabajadores y trabajadoras sanitarias, reflejando una pequeña parte de los cientos de testimonios compartidos por las redes sociales sobre las condiciones inseguras e insalubres a las que se han expuesto a este colectivo y las respectivas demandas de mejoras de su situación. Este es un momento extraordinario para quienes trabajamos en este tema, pues no ubico otro momento en el cual el asunto de la salud laboral hay cobrado tal relevancia en la discusión pública.
En este marco se conmemora el 28 de abril el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo auspiciado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), teniendo como lema "Detengamos la pandemia: la seguridad y salud en el trabajo puede salvar vidas". Inicialmente se había previsto que el tema fuera la violencia y el acoso en el mundo del trabajo, a propósito de la aprobación el año pasado del Convenio N° 190 sobre la violencia y el acoso en el trabajo y la respectiva Recomendación N° 206; pero la fuerza de la realidad forzó un cambio. El objetivo de la OIT con esta conmemoración es "estimular el diálogo nacional tripartito sobre la seguridad y la salud en el trabajo" en términos generales y en términos más precisos promover el trabajo seguro en medio de la pandemia, además que se aseguren las condiciones necesarias para que se reanuden las actividades en condiciones saludables.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima en el documento "100 años de seguridad y salud en el trabajo" (2019: p 3) que en el mundo diariamente fallecen 7500 personas por causas atribuibles al trabajo, detallando que 1000 son por accidentes de trabajo y 6500 a enfermedades ocupacionales. En su conjunto las muertes relacionadas con el trabajo representan entre el 5 y el 7 % de total a nivel mundial, según el informe del organismo internacional. Las personas que trabajamos podemos enfermarnos o accidentarnos gracias al trabajo sin morir, sin embargo podemos tener una discapacidad temporal o permanente. En informe no aborda esta realidad, por lo cual es conveniente afirmar que un desafío sin lograr es contar con sistemas de información en cada país y con referentes comunes a nivel mundial, para conocer con más precisión los efectos nocivos a la salud que genera las condiciones inseguras en insalubre en los lugares de trabajo.
Esta conmemoración también se desarrolla en un contexto, donde en mi opinión estamos más inseguros, dado que la pandemia del Covid-19, viene a agravar las condiciones a las que históricamente hemos estado expuestos y que relacionan directamente con la salud laboral, de tal manera que podemos observar que se elevan los índices de desempleo a nivel mundial, la precariedad aumenta en proporción esto ultimo, ocasionando que las personas estén más dispuestas a renunciar a sus derechos por tener un ingreso mínimo que garantice la subsistencia; los salarios se reducen, aumenta el número de trabajadores y trabajadoras informales; las protecciones de los Estados en su mayoría no tienen coberturas efectivas, tanto en lo laboral, como en la cobertura de los servicios de salud; y la inversión para garantizar condiciones seguras se restringe, en función de una lógica de rentabilidad del negocio.
En este marco propongo una reflexión alternativa, que evite en esta oportunidad una larga exposición de estadísticas o los avances jurídicos-institucionales o científicos en este tema; que permita colocar el centro en lo que puede hacer cada persona que trabaja para promover la prevención y en consecuencia se pueda trabajar para vivir.
Romper la indiferencia es la primera condición para prevenir efectivamente, ello implica tomar conciencia del trabajo que se realiza. En términos prácticos podemos preguntarnos en colectivo ¿con quién o con que trabajamos?, ¿qué medios utilizamos?, ¿qué actividad desarrollamos y cómo se organiza el trabajo?. Lograr consenso sobre las respuestas permite identificar, en palabras de Oscar Betancourt los procesos de trabajo y cuáles de estos son nocivos para la salud del trabajador o trabajadora, así como las causas precisas del peligro.
Respetar el miedo. Cuando se reconoce un peligro inminente es muy probable que experimentemos miedo, que no es otra cosa que una medida cautelar innata para preservarnos; en consecuencia hay que abstenerse de realizar la actividad o interrumpirla. Debemos prepararnos para que en estas situaciones límite podamos tomar la decisión correcta, a pesar de algunas presiones del contexto. Es mejor perder el empleo que la vida o parte de la salud.
Cultivar la curiosidad. No basta con saber si cada día vamos al trabajo y nos exponemos a un peligro, debemos buscar y acceder de manera deliberada a reflexiones, conocimientos y buenas prácticas que nos permitan proponer a la administración de la empresa y a los órganos estatales competentes medidas que eliminen los peligros para nuestra salud mientras trabajamos.
Actuar organizadamente. Los que trabajamos debemos articularnos en todos los niveles posibles para defensa de la salud en el trabajo. En la empresa hay que debatir, acordar y promover en colectivo medidas concretas para contar con un trabajo seguro y saludable. En la mayoría de las sociedades occidentales los avances legislativos se han dado gracias a grupos de interés, entre los que resaltan los sindicatos o gremios de profesionales de la salud; que promueven iniciativas legales orientadas a la prevención de accidentes y enfermedades ocupacionales y en función de ellas desarrollan la institucionalidad.
No solo el trabajo enferma o mata. Somos seres que interactuamos en ámbitos sociales, el trabajo solo es uno de los momentos productivos donde participamos en la sociedad. En los lugares de no trabajo, los hábitos de consumo pueden afectar nuestra salud, por eso también debemos revisar nuestros comportamientos y hacer los cambios necesarios. Usted puede contar con un trabajo seguro y saludable, pero su salud puede verse afectada por cierta características de su dieta alimenticia, como el alto consumo de azucares (gaseosas). Cuidar nuestra salud es un asunto de tiempo completo.
Comparta las buenas prácticas o los aprendizajes en los procesos de defensa de la salud en el trabajo. La mayor parte de los contenidos aquí esbozados forman parte de un legado global que otros trabajadores y trabajadoras han aportado a través de la historia, solo me he permitido ordenarlos de manera que puedan inspirar a otros y otras a cuidar su salud y vida en el trabajo. Sea usted también un animador o animadora en este tema.
Toda persona que trabaja puede contribuir a hacer la diferencia entre la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, solo basta: dejar la indiferencia, respetar su miedo, cultivar su curiosidad, actuar colectivamente, entender de manera integral la salud y compartir los aprendizajes en los procesos de defensa de la salud y la vida en el trabajo. Recuerde que usted debe ser el principal interesado o interesada en estar siempre seguro y saludable.