Preguntaba el joven musculoso, prototipo de esos que van a contemplarse en el espejo de un gimnasio ¡Cuál Adonis!, en zapatos fosforescente, bermudas y canillas rasuradas, mientras se apeaban de una flamante camioneta de marca reconocida; el muchacho exclamó: - cuando lleguen los gringos, no sé cómo van a hacer; dígame usted, no pueden ni con un fusil al hombro; a fuerza de puras cajas clap que les da el gobierno; tantas lentejas y spaguettis. No, Pa, de verdad, que no van a poder con esos militares Estadounidenses que están bien papeados y entrenados, tanto así, que pudieron erradicar la Pandemia, sin ninguna víctima en su población, éllos, sí, se preocupan por su gente, son muy humanitarios ¡Cómo quisiera que vinieran!-
Mientras se alejaban del camionetón, hacia la frutería, el mozo se aseguraba de que el vehículo estaba bien resguardado, por si algún amigo de lo ajeno rondaba el estacionamiento, a la par que unos milicianos prestaban seguridad en los alrededores, quienes amistosamente, daban los buenos días a los visitantes. El descendiente al padre: - ¿Pa, en tus tiempos habían milicianos?- El carcamal le responde: - Sí, mas, no eran como los de ahora, fíjate, hijo, había un himno que se escuchaba mucho - El decrépito, como para que nadie lo oyera, cantaba: - "¡Adelante a luchar milicianos! a la voz de la revolución (...)" - Pa- dice el muchacho - eso se lo escuché a la vecina del edificio, según era una entonación de Acción Democrática; y que la letra, era de un tal Andrés Eloy; ni ideas tengo quién es ése-.
Juntos, ya en la frutería, se dedicaban a seleccionar las frutas, desde las más típicas, hasta las más exóticas. - Pa, ¿Por qué, tú, no te metiste a la milicia en aquella época? - preguntó el mozo- Porque yo pertenecía al partido de los Adecos, entonces, iban a decirme marginal, tierrúo, chusma, Juan Bimba y todas esas cosas que inventaba la gente estudiada. Así, nos trataba la gente de bien en aquel entonces. Hijo, tuvimos que pensar en colectivo, y formar las " Bandas Armadas de A.D" para entromparnos con los cabilleros de Copei; que de Cristianos no tenían nada. Conozco amigos, que aún tienen las cicatrices. Tú, no pensabas nacer. - Padre e hijo salieron de la frutería con el carrito full. Cuando pasaron cerca de los milicianos que le prestaron apoyo, el hijo que saboreaba una tizana, escuchó la voz de uno de éllos que le decía: - Joven, por favor, colóquese el Tapabocas.