Por otra parte, llegó la hora de derrumbar de una vez para siempre el
fetichismo verbal a que ha sido sometido Carlos Marx, inclusive por aquellos
que se han hecho llamar los grandes padres del marxismo; es preciso
descongelar definitivamente la doctrina de este científico social, que
entendió la contradicción fundamental que traería el capitalismo a la
sociedad y el que explicó claramente la tragedia de la coexistencia de un
modo privado de apropiación y la socialización de la producción. Dejó claro
el “antagonismo” entre proletarios y burgueses, problema inevitable, fatal,
a menos que se pudiese construir un socialismo, pero un socialismo humano
mas que político, que sea capaz de eliminar esa horripilante caterva
compuesta por los hoy obreros burgueses, los burócratas del trabajo
asalariado. Conocimos la historia y sabemos de una serie de países que se
autodenominaron socialistas, pero que en realidad solo sirvieron para
congelar, conservar y proteger no solo las formas capitalistas de
alienación, sino que inventaron nuevas formas. Para justificarse formularon
una peculiar “lógica dialéctica”, según la cual las contradicciones del
capitalismo son “antagónicas” y las del socialismo “no son antagónicas”.
Algo así como si la burocracia monstruosamente desarrollada, la división del
trabajo, llevada al extremo capitalista de división del trabajador, la
existencia de una economía monetaria y mercantil, la represión ideológica,
el anti-semitismo descarado, parecen ser “contradicciones no antagónicas”.
No lo son, sin duda, para la pupila de quienes embaulan a Marx, sedientos de
axiomas, o para el ojo dogmático. Una de las advertencias claras de Marx es:
“no habrá socialismo allí donde la fuerza de trabajo siga siendo una
mercancía; no habrá socialismo allí donde persista y se agudice la lucha de
clases, tal y como ocurrió en los derrumbados estados socialistas de la
vieja Europa; no habrá socialismo allí donde haya una relación antagónica
entre capital y trabajo”. Mas sin embargo hoy tenemos maestros que se
encargan de decir lo contrario. ¿No es antagónica la relación entre el
capital y la peculiar mercancía que es la fuerza de trabajo? ¿No hay un
antagonismo irreductible entre un estado todopoderoso y unos intelectuales
que se atreven a decir la verdad?
Si observamos el proceso histórico que hemos vivido en estos últimos años,
vamos a encontrar que la llamada filosofía “materialista-dialéctica” ha
servido muy poco. Ese método no funcionó como “sistema” filosófico. Pero en
cambio si funcionó como punto de vista para comprender el desarrollo de la
sociedad humana. De ahí que no se pueda convertir a Marx en un simple
filósofo, un viejo profeta, eso es llevarlo a la mas terrible trampa
ideológica donde lo quieren los capitalistas. Sus teorías acerca de la
ideología, acerca del Estado, acerca de la producción mercantil y la
división del trabajo, no casó en modo alguno con las del ruso Lenin, por mas
que los maestros rusos se empeñaron en demostrarlo, todo históricamente fue
lo contrario, Lenin se contrapuso polarmente a Marx y es así que encontramos
que la idea Leninista del Estado terminó por fortalecer al máximo al Estado,
como lo demostró la dictadura de Stalin ; o como lo demostró el fondo de ese
Estado Soviético que se fue al abismo. Para Marx el Estado debía tender a su
desaparición en una sociedad socialista y no a su fortalecimiento, la
división del trabajo, que comienza, señala el científico, en la ideología
alemana con la división entre trabajo físico y trabajo intelectual, se vio
extrañamente incrementada en la sociedad heredera de Lenin. Para nosotros es
necesario estudiar y entender lo que vamos a hacer, y para ello debemos
estar lucidos, necesitamos descolonizar la ideología de Marx, porque ella
son las bases para que lleguemos a construir una verdadera sociedad
socialista.
El sistema capitalista la ha diabolizado y para ello ha
utilizado la iglesia cristiana, por aquello del ateismo de Marx. Yo siempre
he visto a este cientifico como el verdadero Papa de la humanidad, No soy
dogmático, sino un simple estudioso de su doctrina, Marx nos dejo claro que
Jesucristo fue el verdadero padre del comunismo y de él tomo su acción y
dejó específicamente la concepción del engaño para dominar al hombre que al
convertirlo en un dogmático de la fe, se apasionó para ser un dominado
miserable y pobre en la tierra con la esperanza de ser rey rico y poderoso
en el cielo. (Continuará…)