"Ojalá que vivas en tiempos interesantes" es una expresión inglesa que es supuestamente una traducción de una maldición china tradicional. Aunque parece una bendición, la expresión normalmente es utilizada de manera irónica, con una clara implicación de que: "tiempos poco interesantes" de paz y tranquilidad son mejores para la calidad de vida que tiempos interesantes, lo cual, desde una perspectiva histórica, usualmente incluye desorden y conflicto. Aunque es tan conocida como una "maldición china" en el idioma inglés, la frase es apócrifa, y ninguna fuente real ha sido producida en chino. La conexión más probable a la cultura china puede ser deducida del análisis de los discursos de Joseph Chamberlain a finales del siglo XIX, probablemente transmitido erróneamente y revisada por su hijo Austen Chamberlain. La expresión china más cercana es 寧為太平犬,莫做亂離, que usualmente se traduce como: "mejor ser un perro en tiempos de paz, que humano en tiempos de caos". La expresión proviene del volumen 3 de la colección de relatos de Feng Menglong Relatos para despertar al mundo de 1627. Fin de la cita. Tomado de Wikipedia en inglés: May you live in interesting times – Wikipedia.
"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes" reza una antigua maldición china. Ironías de la vida, la maldición viene a decir, ojalá te veas arrastrado por la espiral de acontecimientos que te toque vivir, y no tengas ni un segundo de paz en tu vida. O lo que es lo mismo, ojalá te olvides de ti mismo, y tengas una vida tan vacía que, como decía alguien, por hacer lo preciso nunca llegues a hacer lo importante. Pues menuda gracia. Por lo que se deduce, una vida feliz sería entonces una vida tranquila, pacífica y familiar en la que nadie andaría corriendo continuamente para conseguir no sé cuántas necesidades de las que creemos tener, y que siempre dan el pie al siguiente escalón de los deseos. Dígase riqueza, dígase poder o posición social. Existe una cita en un libro del filósofo coreano, Byung-Chul Han, cuyo título: "La sociedad del cansancio". Donde, el autor hace un detallado análisis de cómo el hombre, y la mujer de hoy, se despedazan a sí mismos en la búsqueda incansable del éxito, y el poder en una carrera del más ramplón narcisismo en que sólo se contemplan a sí mismos como el centro de gravedad de sus vidas. Una carrera alocada que, según el filósofo, no conduce a ninguna parte. Al menos, a ninguna parte que se quiera ir, ciertamente, porque nada es inocuo, y todo conduce a algún sitio.
En términos más sociológicos se comenta, cómo una persona con mala calidad de vida es una persona malhumorada, que se relaciona mal en su entorno social y familiar, que no puede disfrutar de la vida en sociedad, y que no valora lo más sencillo, y hermoso que le ofrece la vida porque simplemente no la ve por la mala situación económica, no puede verla aunque la tenga delante de sus propias narices. Y todo, por conseguir aquello que siempre había anhelado a través de sus estudios, y que pensaba que al alcanzarlo, al fin, podría descansar y ser feliz. No es casualidad que el comunismo quiera equiparar la miseria, con el éxito profesional, con el que no pudo coronar, con el que logró la realización personal con sacrificios, cosa que no conduce más que a la esclavitud, y al mal vivir en las penurias, de las colas, y la escasez, donde nunca vas a ser libre, y menos feliz.
Por eso la máxima china, parece tenerlo previsto, porque en la segunda fase de sus maldiciones dice, precisamente, lo siguiente: "Ojalá que tus deseos se cumplan", "lo que viene a ser el mismo dicho, ten mucho cuidado con lo que deseas, no sea cosa de verdad que lo consigas".
Veremos qué impacto tiene el virus chino en la campaña electoral norteamericana del 3N 2020. Como si fuera una maldición china, el coronavirus, llega al mismo corazón de la Casa Blanca centro del poder mundial. El bicho maligno (como lo bautizó Donald Trump) se empeña en afectar a quienes con el poder científico donde gobiernan tratan de erradicar de la faz de la tierra su gravedad. Le tocó al británico Boris Johnson, al brasileño Bolsonaro, y ahora les toca al presidente Trump, y a la primera dama Melania de Trump.
Ahora se verá el impacto que tendrá en la campaña electoral, desde el punto de vista de la imagen de Animal Político de Trump, como el desarrollo de la misma. Porque Trump afirmaba de que los científicos norteamericanos, trabajaban duro estos meses, para producir la vacuna que derrotaría al: "virus chino", como suele llamarlo en sus discursos, no es para tanto, dicen los mejores virólogos, y epidemiólogos de ese país, lo preocupante es porque están a un mes de las elecciones, y quedan dos debates televisados mundiales pendientes ,con su adversario Joe Biden, y donde desde el equipo de Trump, se dice que el candidato Biden, es un otoñal cagalitroso, y que no está en condiciones de salud, para ocupar el mando de la nación con más poder en el planeta. En este sentido, veremos el desempeño de Trump después de su recuperación, sino cambia de posición en cuanto deje de ser paciente del covid-19, y no le tiemble el pulso si tiene que levantar el confinamiento casi pleno del país, o de buen parte de él, para continuar con el ritmo económico normal de esa nación, esos si tomando en cuenta las medidas de bioseguridad, y fitosanitarias. Sabemos que el coronavirus no conoce de fronteras, no distingue entre poderosos, débiles, y supera todos los blindajes que se pueden instalar. Otra cosa es que evidentemente Donald Trump, y Melania contarán con las atenciones médicas de la más alta calidad en Estados Unidos por ser el presidente de la primera potencia económica, y militar del planeta.
En cuanto a la tesis de Donald Trump de que el virus fue creado en un laboratorio chino o es parte de una estrategia de Pekín para doblegar a Occidente, el tiempo dirá qué hay de cierto. La prioridad hoy, no es otra que producir la vacuna, y garantizar a los contagiados la mejor atención posible. Lo demás son meros cuentos de caminos, entre el espionaje, la ciencia ficción, y las teorías de la conspiración del crimen transnacional del totalitarismo. Incluso si se demuestra la hipótesis del virus de laboratorio, el objeto de atención es agilizar, la fabricación de la vacuna, para ponerla en el mercado de la salud mundial.
Moraleja: El edecán le hizo seña de que pasara al Despacho. Pedro Estrada el hombre de la mano de hierro del régimen, cerebro de la Seguridad Nacional, cruzó la puerta enarbolando su sonrisa enigmática de todos los días.
El general Marcos Pérez Jiménez, estaba parado con el teléfono al oído, mientras apoyaba la otra mano sobre su inmenso escritorio donde parecía caber un continente entero, al verlo le hizo un ademán de que se sentara, colgó la llamada y se arrellanó en la silla presidencial, donde su figura lucía más corta y regordeta de lo normal. Cruzó las manos sobre su abdomen, mientras jugaba con sus dedos le preguntó, dígame que tenemos hoy Pedrito.
Pérez Jiménez solía llamar por diminutivos a sus cercanos colaboradores, algo que manejaba como un código de confianza. Por esos días, en la memoria del terror estaba aún fresca la desaparición de siete sicilianos de una pensión de Caracas, que equivocadamente se habían aventurado en una secreta conspiración para asesinarlo. Una aventura que nació a instancias de un interesado que necesitaba unos chivos expiatorios para crear una amenaza, y congraciarse abortando el complot. A los italianos les prometieron cien mil bolívares que nadie les dio, porque los muertos no cobran.
Consciente de lo delicado del tema Estrada apuró la pregunta: "General quería preguntarle que decidió sobre la solicitud de ingreso de ciudadanos chinos".
"Usted sabe Pedrito, que ni chinos, ni árabes –respondió y luego agregó-: "Esa gente no entra aquí, sabe que los chinos comen cualquier vaina que se mueva, y no se integran como el europeo, son una raza aparte, y aunque parezca habladera de pendejadas, usted sabe lo que dicen, que nadie ha visto nunca un entierro de chino.
Estrada escuchó la negativa con una sonrisa franca y apacible. "Esos chinos algún día le van a echar una vaina al mundo, y agregó, deje el tema de los extranjeros en manos de Laureanito (Laureano Vallenilla-Lanz, ministro del Interior), a menos que alguno quiera venir a matarme". Era una mañana del mes de noviembre de 1955.
Wuhan es una de esas ciudades desconocidas, sin rostro. Casi aislada culturalmente. Ninguno de sus habitantes ha visto jamás un negro en persona. Nada memorable ha pasado allá porque ni siquiera aparece en el Almanaque Mundial. Nadie se habría enterado jamás de su existencia si en el pasado mes de diciembre no se convierte en el epicentro del Coronavirus que empieza como una gripe, causa fiebre y neumonía. Un virus mortal que entró en el cuerpo de un hombre después de que éste consumiera carne de una culebra infectada tras ser mordida por un murciélago portador del virus. Ahora es transmisible de humano a humano. A partir de ese momento China se ha declarado en emergencia y la comunidad internacional en alerta.
Wuhan ha sido aislada, 80 muertos y 2.500 infectados. Nadie entra ni sale de esa ciudad de casi 12 millones de habitantes, el mercado de carnes exóticas ha sido clausurado, el resto de los países temen a su peor enemigo ese que no se ve, es silencioso e invisible y que puede volar por los aires de un Continente a otro, el mundo teme una nueva peste. Es el mes de enero de 2020. Fin de la moraleja. Douglas González.