Se ha evocado mucho últimamente que las cosas deben construirse desde la base, lo cual es una idea, en sí misma, muy básica, muy esencial, y sobre todo veraz. La discusión sobre la creación del nuevo partido propuesto por el Presidente Chávez ha tomado, sin embargo, derroteros más propios al terreno de la ideología que al de su propia y efectiva formación. La ideología de este partido no es su problema de base, ni mucho menos lo que sus futuros miembros deberían estar planteándose ahora: su ideología será, pase lo que pase, la del Socialismo del Siglo XXI (ella misma en construcción).
Su problema de base es, en cambio, su propia definición como órgano, como entidad. Recuerden que Chávez dijo "para las discusiones ideológicas no me llamen, no iré". El nuevo partido, pues, no está llamado a ser tanto una logia fraternal de reflexión, como un cuerpo estratégico de acción revolucionaria, un batallón político y eficaz.
Dicho esto, vayamos a la base. Lo esencial de un partido político, aquello que se sabe primero de él, que lo identifica y le da un carácter determinado, ha sido siempre su nombre.
Cuando el Presidente Chávez evocó por primera vez la creación de este partido, debemos recordar lo perentorio de la situación, la complejidad del momento, y sobre todo la altura del vuelo. En la premura de su propuesta aclaró que aún no tenía listo un nombre definitivo para el mismo, y se limitó a sugerir uno que le gustaba: PARTIDO SOCIALISTA UNIDO DE VENEZUELA. Pero no podemos exigirle al mismo hombre, quien ya tiene bastante con regalarnos tamaña idea, también el lacito que la acompañe. El nombre propuesto por Chávez fue sólo eso, una propuesta. Una que ha permanecido sin confrontación, sin propuestas alternativas.
En el análisis siguiente se verá, no obstante, que nuevas opciones en este sentido serán bienvenidas, sobre todo por el mismo Chávez. Y la razón es simple: el nombre propuesto por él, como él mismo lo advirtió, no es definitivo ni perfecto. Intentaré demostrar a continuación que, de hecho, ese nombre se presta a graves errores.
Tratemos de ver, pues, por qué la denominación PARTIDO SOCIALISTA UNIDO DE VENEZUELA (PSUV) es errática.
Primero que nada, es una redundancia: si todo partido es desde ya una unión, una fusión de sus miembros, no hay motivo entonces para resaltar esta cualidad.
Sobre todo si tenemos en cuenta que el objetivo evidente de este nuevo partido es el de lograr una "fusión" trascendental de lo que, hasta ahora, no se ve más que como simples "alianzas" entre partidos. Partidos que sólo desde sus propias perspectivas -por no decir intereses- apoyarían el proceso.
La fusión de éstos partidos representa, pues, algo más que la unión de esas alianzas: es la eliminación de esas perspectivas. Mientras la unión de las alianzas las conserva, la fusión las elimina.
Por eso el nuevo partido no es ni puede ser una "unión" de otros partidos.
Dado el carácter estratégico "anti-cogóyico" inscrito en su propia génesis, es sensato pensar que el futuro partido ganaría mucho con llamarse Partido Socialista etc..., sin incluir el vocablo "unido".
Éste no puede ser una unión de cogoyos.
Si, con la creación de un nuevo partido, aquellos partidos partir de los cuales éste fue creado deben desaparecer, entonces no se justifica concebir el nuevo partido como una "unión" de aquellos que ya no existen.
La idea es, precisamente, que los viejos partidos dejen de existir en el nuevo, no que persistan en él. En eso consiste la creación del nuevo partido, de otra forma no se estaría hablando de un nuevo partido sino de una alianza de partidos, que es lo que ya existe, como se ha demostrado en los comicios pasados.
No es aconsejable, sobre todo, la utilización del término "Unido" en el nombre final del partido, pues con ello se evoca fuertemente una continuación, una perpetuación de los viejos partidos en el nuevo. Este vocablo, en vez de contribuir a la legitimidad del partido en vistas de ser creado, sólo debilita, disminuye, polemiza, pone en tela de juicio las razones, la justificación misma de su creación.
El nuevo partido tiene, o ha de tener, la intensión justamente de terminar con los viejos partidos. Es de la in-adecuación de ellos mismos (para la saludable continuación del proceso revolucionario) de donde nace la necesidad de su propia abolición.
El nuevo partido no es tanto una reunión de los viejos bajo un nuevo nombre, como una verdadera y radical transformación de éstos en un nuevo partido. La muerte absoluta de los viejos partidos está, pues, implícita por definición en la creación del nuevo, aun siendo éste conformado por lo que una vez "fueron" otros partidos.
El nuevo partido, naturalmente, está influenciado ideológicamente por la tendencia general de estos viejos partidos; pero éste, no siendo sólo una suma de sus miembros, ni una simple redefinición estructural de éstos, sino todo un nuevo y diferente ente político, no puede ni debe reducirse a la categoría de simple unión.
Ahora bien, notemos que si eliminamos el término "Unido", lo que obtenemos es la siguiente mecánica e insípida denominación: Partido Socialista de Venezuela. Un resultado que, como vemos, carece de novedad, de riqueza inédita, de impacto; que sub-representa completamente nuestro proceso; y que es más bien vago, sin diferencia específica que lo sitúe en el contexto real de las importantes transformaciones históricas, incluso vanguardistas que vive hoy nuestro país.
Pero he aquí, al mismo tiempo, un hecho revelador: al quitar el término "Unido" y obtener un nombre tan pálido y general como ese (Partido Socialista de Venezuela), simultáneamente demostramos que con la denominación de Partido Socialista "Unido" de Venezuela estamos concentrando, erráticamente, toda la importancia del partido en el echo NO fundamental de la unión.
Como dijimos, unión sabemos que todo partido es. La palabra "Unido" denota una importancia, pues, no fundamental, irrelevante y redundante, y ello no sólo en éste sino en cualquier partido.
Seamos entonces francos:
¿Es que la verdadera importancia del nuevo partido radica en que surge de la unión de otros partidos, o en que es todo uno nuevo?
¿Es que podríamos seguir valorando el hecho de la unión por encima del de la realidad ontológica, absoluta, no relativa del nuevo partido creado?
¿Es que realmente es necesario continuar hablando de unión de partidos, sabiendo que el sentido profundo de dicha unión implica la desaparición y por ende la muerte de éstos?
Promulgar en la sobre-vivencia de estos partidos en el cuerpo del nuevo partido que está por crearse constituye una interpretación errática de la razón por la cual el Presidente llamó, en primera instancia, a la creación de un nuevo partido. Ese llamado a la unión, por parte de nuestro líder (hombre cuyas probadas cualidades "copernicanas" todos conocemos) fue también un llamado a la muerte de esos partidos, si es que aún no lo hemos entendido. Se trataba de un golpe duro al Establishment.
Por cierto, uno de los golpes más radicales que jamás le hayamos visto propiciar, pues estaba dirigido al propio Establishment, al nuestro. "La revolución -parecía decir Chávez- comienza por la casa, agarrémonos pues!".
De ahí, pues, que la denominación apropiada para el nuevo partido deba estar sometida a un profundo análisis antes de ser adoptada. Un nombre no es nunca un aspecto marginal, subalterno, muchas veces incluso es el elemento cohesivo de mayor influencia entre los miembros de una asociación, a quienes debe unir frente al proyecto que representan.
Pero no es porque la palabra "Unido" forme parte del nombre del nuevo partido que deberían, en todo caso, estar unidos sus miembros. Deben estar unidos en el sentido de la palabra fusión, esto es, sin dejar lugar a la menor reminiscencia de las estructuras pasadas. Este partido, enteramente nuevo, con identidad propia, es en realidad el paso necesario, profiláctico del momento presente y que garantiza la continuación del proceso emprendido por nuestra nación.
Como PARTIDO SOCIALISTA UNIDO DE VENEZUELA es un nombre inapropiado, redundante y no realmente representativo del proyecto, y como PARTIDO SOCIALISTA DE VENEZUELA, por su parte, refleja muy poco la singularidad de nuestra revolución, propondré en un futuro artículo, si me lo permiten, un nombre adecuado para este nuevo partido. Mientras tanto estamos todos invitados a reflexionar al respecto, en honor a una justa comprensión de nuestra revolución, sus formas y sus fines.
(xavierpadilla@9online.fr)