Nada es más libertario en la vida que una conciencia impía, la tenemos, la conocemos, nos tratamos con ella, de que nos sirve y como utilizarla, son asuntos crematísticos sin volumen, sin aspavientos, tan solo de utilizar su poderío, podríamos cambiar el mundo. Adquirimos la conciencia o se nace con ella, creemos en la primera, aunque difícil más no imposible colocarla al servicio de quienes en verdad la necesitan, es una tarea y como tal debemos pensar en el como, porque en el a quien, existe toda una pléyade que generalmente termina en quienes tienen acceso al conocimiento académico y quienes de una forma u otra la adquieren por aquello de la clase para sí.
El mundo que transitamos nos hace chocar todos los días contra la misma piedra y la mayoría de veces no aprendemos, el ser humano por naturaleza es un ser social y agruparlo no es cuesta arriba, el asunto está en la asunción de responsabilidades, al llegar a ella por cualquier vía, nos encontramos con una nueva realidad, de nuestras decisiones depende el futuro aunque parcelariamente sea nuestro mundo, sí el mundo en pequeño, de nuestro grupo, porque si dominamos nos sentimos poderosos y ese poder no lo arrendamos, por el contrario, nos hacemos de él hasta que las circunstancias nos entrañen o sean ajenas, no es fácil desprenderse de lo que asimos voluntariamente y otorga placer, es cosa humana. El interés inmediato y reducido es más poderoso que el amplio y compartido.
Construir un partido de características unitarias en el campo de la izquierda es un icono de la decantación, más aún cuando su filosofía es socialista, ser revolucionario en el campo antiimperialista supone un concepto distinto de la militancia, si no hay conciencia revolucionaria no se puede ser socialista y mucho menos estar dispuesto al abandono de privilegios parciales y reducidos de un grupo organizado o constituido para hacer política partidista. El síndrome de secretario general es una especie institucionalizada de cuota de poder, aunque se esté en la oposición, como pensar que un ex secretario general pase a formar filas como simple militante, es algo parecido a que un Phd dicte clases de primaria o bachillerato.
El chantaje forma parte a veces disimulada del apoyo político para cualquier causa, cuando se inquiere algo en contra de una posición de poder, es inaceptable abandonar la pequeña trinchera, pasó en cierta forma con el presidente del Partido Socialista Cubano cuando se construyó el PC.
En el Aló Presidente del domingo 18, se dictó cátedra no solo de sinceridad, en nuestro concepto, comenzó la construcción del camino hacia el partido de la revolución venezolana, es inaceptable el chantaje y la disidencia disimulada, ser o no ser, he allí el dilema que fue cortado por el presidente de manera respetuosa, si van a tirar las piedras que lo hagan desde el campo enemigo, nunca desde dentro, es una sentencia y así hay que entenderla. Quien desde el gobierno no está dispuesto a aceptar las reglas de juego, no puede formar parte del mismo, quien desde el gobierno no ha hecho nada por combatir el latifundio, no puede formar de el , en fin, el estar sin estar es sinónimo de abandono, la perdida de apoyo al proceso.
Si la conciencia es libre y anda por ahí debatiéndose, el mundo anda sin rumbo ni dirección y la línea es la construcción del partido de la revolución venezolana, entonces que hacemos, trabajar para que las dudas e incertidumbres no sigan la ruta inapropiada o dejar que la impronta quiebre el proceso de construcción.
El socialismo a la venezolana y el partido socialista de la revolución, lo dijimos en artículo anterior, no pueden ser producto de improvisaciones, lo menos importante es, fijarse un tiempo determinado para ello, creemos que dadas las circunstancias se hace harto difícil dicha meta, sobremanera cuando depende en sumo grado del tipo de organización. Cómo declaramos que el partido es socialista si no está compuesto por gente socialista, con conciencia revolucionaria, cuando esto siempre lo ha exigido la vanguardia como garantía para avanzar o esperaremos que venga de abajo hacia arriba, si ni siquiera nos hemos ocupado de elaborar el espacio ideológico adecuado. No se trata de ser pesimista y apostamos a que nos equivoquemos en estas apreciaciones, pero la realidad hasta ahora nos da la razón.