La consideración sobre la creación del Partido Socialista Unido de Venezuela “PSUV” no debe entenderse como la desaparición del sistema de partidos existente en Venezuela y surgido con el modelo político (democrático burgués), en nuestro país hace cerca de sesenta años y que se consolidara en los últimos 45 años en el denominado período del “Pacto de Punto Fijo”.
El partido socialista de la revolución bolivariana que está naciendo, es el intento por unificar las fuerzas populares y revolucionarias a los fines de evitar la dispersión que hasta ahora venía afectando la direccionalidad de la consecución, implementación, aplicación y concreción de las políticas públicas que permitirán afirmar las aspiraciones populares y de la soberanía nacional.
Sería por tanto, una vía a objeto de producir una relación directa entre las fuerzas revolucionarias y el aparato burocrático del Estado y de éste, con el pueblo. Visto lo anterior, la propuesta de la creación del hasta ahora denominado PSUV (que no de un único partido), es correcta.
Su alineación (más allá de la inscripción), deberá suceder a partir de la evaluación del desarrollo y crecimiento político de las fuerzas populares y revolucionarias que se gesta en el seno del pueblo; por tanto, su creación no deberá fundamentarse desde una perspectiva burocrática, oportunista o de cuotas de poder (repartos de espacios), por parte de la denominada izquierda histórica (salvo algunas excepciones), mucha de la cual infelizmente se encuentra alejada de la realidad que vive nuestro pueblo.
No obstante que el nivel político en el seno del pueblo se ha profundizado significativamente, en los últimos siete años; más sin embargo, no nos debe quedar dudas que la constitución de un partido unido permitirá profundizar aun más, tanto ese nivel político y de conciencia como también, orientar las contradicciones existentes en el seno de la sociedad toda.
En el marco de lo anterior, es preciso dejar claro que no está previsto se produzca la desaparición del sistema de partidos vigente en nuestro país. En todas las “sociedades abiertas”, siempre existirán voces disidentes. Venezuela no es ni será la excepción de la regla.
La propuesta de la creación del PSUV, nace no para perturbar el derecho de terceros a organizarse, sino que obedece (indefectiblemente), a la necesidad de unificar las fuerzas de avanzada que “pululan” en el seno del pueblo.
Hasta ahora, las minorías que históricamente controlaron el poder real en nuestro país por casi 50 años, ahora deberán reflexionar sobre como reinsertarse en el nuevo orden y así participar de las bondades del nuevo modelo político que emerge como expresión de la voluntad de las grandes mayorías. Nos referimos a la democracia participativa y protagónica y no a la democracia de representación popular que como tal, fracasó en nuestro país.
La forma de negociación que surge del proyecto revolucionario es otra y ellos, deberán asimilarse si de verdad son democrático y desean participar (que no perturbar), el devenir histórico y el nuevo modelo de democracia que nace con la revolución bolivariana. Creemos que ellos podrán negociar determinadas cuestiones; más nunca, se unirán como si lo haría el pueblo y su vanguardia, a objeto de concretar propuesta innovadoras y revolucionarias.
De allí que sostengamos que vistos los intereses que se mueven al rededor de sus postulados políticos, sociales y económicos (divergentes de los nuestros), los cuales están asociados más al individualismo que al colectivismo; al egoísmo y no la adhesión; a la competencia que no a la solidaridad, es por lo que consideramos que nuestra propuesta política y de liberación nacional no se materializará (por ahora), en el seno de la burguesía (ellos); caso contrario podría ocurrir con la clase media, si se trabaja ese sector de cara al mediano y largo plazo.
(*) Politólogo e Internacionalista
Magíster en Seguridad y Defensa
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