El Rostro de la Libertad

Yeliej Zammar nunca olvidará el día cuando a orillas del Ebro descubrió el rostro de la libertad. Contemplar las aguas cristalinas de aquel río imaginario le permitió entender que la verdadera emancipación llega cuando se tiene la posibilidad de ver y sentir que las fuerzas que nacen del corazón se convierten en ideas poderosas que bien pueden cambiar la historia de la vida.

A pesar de esa travesía desde el Oriente Próximo, Yeliej Zammar nunca perdió la esperanza de encontrar el Santo Grial de sus sueños. Apenas miró la corriente de agua que se veía impetuosa, y que no aceptaba otros nombres, descubrió el símbolo de la libertad. Atrás quedaba el mito de las cavernas de Platón, las llanuras ocultas del reino de la soledad y la creencia de morir entregado a las sombras del pasado.

Liberado de esos cuarenta años de silencio y fachadas, se levantó como el águila dispuesto a vivir y morir por un ideal. Esa transición de lo ortodoxo a lo heterodoxo, le abrió los espacios para hacer de la palabra una verdadera revolución. El rostro de la libertad le sonrió y le dio fuerzas de inspiración para construir teorías, para plasmar frases que llegaron al corazón: “construyamos nuestra libertad”, “vamos a intentarlo, no tenemos nada que perder”. Y se hizo la revolución que conquistó el corazón del pueblo.

A través de un diálogo constante, huracanado y lleno de pasión, se fueron ganando los espacios para construir la verdadera democracia. Los viejos y nuevos pactos se tambalearon, para darle paso a la revolución de nuevo tipo. Esa empatía entre pensamiento revolucionario y libertad, fue a avanzando a través de fechas y momentos importantes, que como todo proceso tienen su significado. Primero fue la manifestación de una intención, luego ese “si“ queremos una constituyente. Uno a uno fuimos manifestando nuestra voluntad; no obstante las discusiones no esperaron ni siquiera a que se conformara ese cuerpo. Mensajes iban y venían. Los demonios internos se hicieron presentes queriendo acabar con el hermoso sueño de construir la verdadera democracia participativa y protagónica. Apelando a argumentos legalistas se dijo en varias oportunidades: eso no es posible porque va contra la ley. Pero la voz del pueblo es la voz de Dios, y finalmente ganó la razón. Libertad y revolución se convirtieron en una sola teoría.

Pero querer consolidar lo que estaba naciendo se hizo sumamente difícil. Los demonios internos comenzaron a conspiran desde muy temprano para dar al traste con la nueva democracia. Se hicieron marchas y contramarchas, en medio de un constante y desesperado llamado al diálogo, pero aún así dieron el golpe de Estado en un mes de abril. Durante un día y una noche usurparon y disfrutaron del poder. Pareciera que abril está marcado por la historia para que quede grabado en la conciencia de todos los venezolanos y nunca lo olvidemos.

Y se ha demostrado por todos los medios posibles que lo único que nos impulsa es un profundo amor por la libertad. Pero aún así, el diálogo se ha ido cerrando. Mientras el pensamiento revolucionario le abre las puertas al diálogo, desde los demonios internos persisten en una conducta antidemocrática. Y esa retirada que han hecho es parte del “golpe suave” que desde hace día vienen aplicando.

Finalmente, más allá de los compromisos ideológicos, la única posibilidad que tenemos para construir la patria grande es no dejar morir esta revolución. El rostro alegre de la libertad será siempre el rostro de la revolución.

*Politólogo
eduardojm51@yahoo.es


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Eduardo Marapacuto*


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