PREMISAS INICIALES
El ritmo de la Revolución Bolivariana, en este último trimestre, tiende a incrementarse, a elevarse, como consecuencia de las transformaciones necesarias que deben continuar dándose en el 2008, dirigidas por el líder del pueblo, Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, en función de los objetivos y fines que conscientemente el pueblo bolivariano ha venido reconociendo y ha venido tratando de lograr en las circunstancias histórico sociales de Venezuela y de su entorno regional y global, del cual también surgen factores influyentes en el necesario incremento del ritmo revolucionario.
En efecto, el ritmo de una Revolución Social está determinado por el resultado periódico y sistemático del enfrentamiento entre las fuerzas que protagonizan los cambios y las fuerzas que se oponen a ellos.
En nuestro caso venezolano, en constante transformación colectiva, observamos que en cada eje de debate, en cada escenario de discusión, en cada medio de comunicación y en cada espacio de confluencia de esas fuerzas en conflicto, sea económico, político o cultural, se va decidiendo y se va logrando un nivel cada vez mayor de las capacidades de los protagonistas transformadores, en el sentido y en la dirección que, en los últimos años, ha venido exponiendo, trazando y organizando el líder de la Revolución Bolivariana junto al Vicepresidente, con sus ministros, los jefes de misiones, los gobernadores, entre otros sujetos sociales con liderazgo y capacidades de acción.
Es precisamente para sostener e incrementar ese ritmo donde los protagonistas organizados o individuales del proceso revolucionario deben colocar su decidido apoyo y toda su atención. Por ello, sería muy importante que las nuevas asociaciones, movimientos o instituciones bolivarianas, entre ellas, los batallones del PSUV desarrollen intensamente una labor de creación de las condiciones más idóneas, en esta etapa fundacional, para darle nacimiento al PSUV como lo ha visualizado o visionado el líder, quien en un intenso encuentro permanente y periódico con todo el pueblo venezolano en todos los puntos cardinales de la Nación ha podido construirse una idea clara de hacia dónde desea marchar socialmente el pueblo y qué quiere conseguir en el corto, mediano y largo plazo. Todo ello gracias a esa gran unidad entre el líder y su pueblo que permite ese intercambio fluido y garante del proceso revolucionario.
Establecidas estas premisas como base de nuestras sugerencias, consideramos imprescindible reconocer que en la puesta en ejecución de los batallones, como cédula fundamental del movimiento bolivariano, por ahora y en esta etapa fundacional, se han dado instrucciones precisas de carácter organizacional y logístico, pero no han sido suficientes, sobre todo las instrucciones de carácter organizacional, en toda la profunda y extensa significación de lo que constituye una “creación organizacional”, ya que muchos de los problemas confrontados en las primeras semanas de vida pesuvista pudieron haberse evitado si se hubieran previsto las diferentes alternativas que podían haber asumido esos grupos humanos, tratando de nacer como colectivos, para garantizar la armonía y la coherencia necesaria que requiere el actual ritmo de la Revolución Bolivariana.
ALGUNOS PROBLEMAS ESPECIFICOS
Voy a abordar dos problemas muy vinculados, dadas las mismas naturalezas sociales de ambos y su posible solución por el propio grupo humano que forma el batallón. Es posible, dado el intenso ritmo antes mencionado, que ya estos problemas hayan sido sometidos al riguroso análisis y nuestro líder nos presente posibles soluciones. En cualquier caso, estas líneas abordan algunas de las causas de dichos problemas que cualquier solución debe tenerlas en cuenta.
Uno de esos problemas que debe preverse es la magnitud del batallón y de sus reuniones, la asistencia real a ellas y las variantes que pueden darse en la vida institucional del aspirante donde debe preverse cierta flexibilidad grupal para mantener niveles de unidad dentro de la diversidad en esta etapa fundacional. Para nadie es un secreto que las diversas visiones y fines respecto a qué hacer y cómo hacerlo en el tiempo, existentes en esa masa de aspirantes de distintas procedencias sociales, ocasionan innumerables debates, muchas veces innecesarios, incluso muchas veces cortados por violentas discusiones y hasta “agresiones verbales”, puesto que lo que ocurre es que se viola la lógica y la psicología de grupos, de la cual carecen -como es natural en estos procesos masivos y populares- muchos de los promotores que guiaron el inicial proceso e incluso algunos de los voceros elegidos.
Por ello, la tarea de los cuadros o encargados políticos de la Comisión Nacional para contrarrestar esa carencia debe ser la de dar alternativas posibles a esos aspirantes del batallón para alcanzar el fin, y que la decisión sobre la alternativa a aplicar fuera resultado de un debate y decisión colectiva, que también debe tener normas mínimas de cumplimiento. Mientras que la tarea de los Voceros es preocuparse de comenzar a instrumentar ciertas medidas organizativas que contrarresten las ausencias de alternativas “oficiales” y que no violen los principios bolivarianos aceptados hasta ahora, luego de siete años de revolución.
Otro de los problemas que debe enfrentarse desde este inicio, es la determinación de las cualidades y particularidades de los aspirantes del batallón. Un Vocero que no haga lo anterior, le puede suceder lo mismo que a un jefe de tropas que va para una guerra con sus soldados y otros oficiales y no sabe qué puede hacer militarmente cada soldado u oficial. Sin dudas, ese jefe comenzará teniendo muchas bajas en su tropa y hasta podrá terminar en un gran desastre si no logra saber a tiempo cuales son las capacidades de cada integrante de su tropa. O puede ocurrirle lo que a un gerente de empresa recién nombrado que antes de conocer las capacidades de sus colaboradores y empleados elabora todo un plan de trabajo que en el corto plazo termina sin cumplirse o no aprovecha eficazmente todas las capacidades.
Con ello se quiere decir que tanto uno como otro debe ante todo escudriñar y conocer cada una de las capacidades de los integrantes de su colectivo, y en el caso de un partido político socialista, debe lograrse que todo el colectivo se conozca entre sí, norma elemental de un proceso de integración social, sea de una comunidad, de una nación o de un continente. En el caso del Vocero del PSUV, este puede concluir esta etapa fundacional siendo un fracasado más y los aspirantes que lo eligieron pueden terminar con una frustración que puede ser pasajera, pero también puede ser extensa. En realidad, debemos evitar cuanto antes que puedan aparecer cualquiera de esas malas consecuencias. La tarea es sumar formando y no restar excluyendo.
En ambos problemas están inmersas las capacidades del grupo humano en proceso de conformarse como un verdadero colectivo de trabajo partidista. Veamos a qué me refiero.
Si tenemos por un lado los excesivos tamaños formales de los batallones y por otro la asistencia real, encontramos también por otro lado, la preocupante ausencia reiterada y periódica, incrementada por el hecho de que muchos aspirantes, sin vida militante anterior, argumentan no estar “para perder tiempo” y por tanto no asisten a las reuniones del batallón. Y además de todo ello, la ignorancia -por ahora benévola- de los Voceros y Comisionados acerca de las particularidades y cualidades de los aspirantes con los cuales van a trabajar, a coordinar, a informar las líneas de trabajo partidistas, y con los cuales van a organizar equipos de trabajo para encaminar los objetivos del Partido, entonces, el panorama presentará un resultado nada halagador para el ritmo que debe tener la Revolución Bolivariana.
Tan excluyente es constituir grupitos de presión de provecho individual contra algún aspirante como excluir a un compatriota de exponer una conferencia sobre un tema que domina argumentándosele que la conferencia debe ser dada por alguien de afuera, costumbre muy común en las fases anteriores de nuestro proceso político pero que ahora nada contribuye para la integración real de todos en el batallón. Esta exclusión inconsciente que ocurre en muchos batallones concluye con la posposición de las metas o las tareas, sobre todo cuando no hay un profundo análisis colectivo y autocrítico, porque para treinta y tantos mil batallones, la realidad es que no alcanzan los conferencistas de afuera y mucho menos los destacados compatriotas que son invitados a los programas de televisión. Además, si la exclusión es producida por envidia o celos, todo esto causa mucho daño a la organización del PSUV, y estas subjetividades deben enfrentarse y tratar de eliminarse con normas elementales de organización.
Pudiera ser tan dañina la exclusión consciente que hace el capitalista contra quien no tiene su “status social” como la exclusión inconsciente que construyendo el socialismo podemos infringir a un compatriota por desconocer sus capacidades y por lo que casi se ve obligado a ser inmodesto y llegar a auto proponerse habida cuenta de su deseo de apoyar al PSUV, creándose una contradicción colectiva y psicológica, pues las auto proposiciones ocasionan la consabida crítica directa o velada por parte de algunos compatriotas de que “lo está haciendo por protagonismo” y ello le reduce su nivel de legitimidad frente al grupo y para cumplir las tareas, y si estas se cumplen, no generan las capacidades necesarias y esperadas.
Al no darse la frecuencia necesaria en el cumplimiento de las metas o incumplimos determinadas tareas y objetivos partidista reiteradamente, se obstaculiza la conformación de la base de la cultura organizacional de cada aspirante a militante del PSUV, y por tanto el nacimiento organizacional puede ser débil y su desarrollo también.
Este crucial asunto de nuestros tiempos es el resultado de la formación de antivalores por muchas décadas de capitalismo y del “american way of life” donde existe un “llanero solitario” o un “superman” como figuras únicas principales y, quizás, de siglos de sociedades explotadoras. Y también, hay que reconocer que esta formación de antivalores ha tenido una poderosa resistencia de las fuerzas populares que de una u otra forma, en Venezuela, fueron logrando hacer predominar los valores humanos que han hecho posible hoy plantear el socialismo como la alternativa idónea y posible.
En el socialismo los líderes son colectivos, desde el liderazgo nacional hasta el liderazgo de base. En ningún caso se llega a ser líder al margen de las masas o de los colectivos. Y esas mismas masas o multitudes, y líderes de comunidades y grupos humanos enfocados hacia las transformaciones, buscan, encuentran y apoyan, en función de la fortaleza de la Nación, a un líder que encabece al país frente a todos los actores externos y, a su vez, sirva como juez en los conflictos internos ante las llamadas “contradicciones no antagónicas” pero sobre todo ejerza la guía, dirección y coordinación de las fuerzas transformadoras para resolver las contradicciones antagónicas con las fuerzas interesadas en detener la marcha de la historia.
CONCLUSIONES
Por ello, una de las primeras tareas que debieran cumplir los Voceros y los Comisionados en los Batallones paralelamente a las tareas de movilización y de propaganda, y antes de comenzar la capacitación ideológica y el trabajo con los jóvenes y las comunidades, es realizar un profundo censo de las capacidades y especialidades (en oficios, tecnologías, profesiones sociales o técnicas, especialidades temáticas) de cada aspirante, quien -respecto a ello- debe actuar con modestia y honestidad. Luego, el vocero debe divulgarlo entre sus compatriotas de batallón de manera que cada uno sepa quién tiene “al lado, atrás y adelante”, como ser social, es decir, poner en práctica ese llamado de la Revolución al reconocimiento del otro, con lo cual se contribuye a eliminar la exclusión en todas sus formas, y entonces, después, determinar colectivamente cómo pudieran usarse esas capacidades de cada uno, en función de los objetivos del batallón del PSUV, ya sea de forma organizada en Comisiones o de otra forma, según se presenten las necesidades del batallón. De esta forma el Vocero y los Comisionados actúan con generosidad, uno de los grandes valores de los líderes. “La generosidad congrega a los hombres, la aspereza los aparta” decía el gran maestro de la unidad José Martí.
La esencia de estos pasos radica en que con ellos se garantiza más la elevación de la autoestima y el sentido de pertenencia de todos los aspirantes a la organización pesuvista pues, ante todo, incluye a todos los aspirantes inscriptos, en todos los pasos y ante todas las circunstancias. ¿No es ello uno de los principales ejes del éxito del liderazgo de nuestro líder y Comandante Hugo Chávez? Entonces, ¡ apliquémoslo !.
Estamos, a menudo, ante dilemas o “conflictos” constantes en cada reunión de batallón porque sencillamente no se diseñan y aplican medidas organizativas y prácticas de vocería, coordinación y dirección, adecuadas cuando estamos tratando de crear una nueva organización. Consideramos que sobre la base de la idiosincrasia venezolana, debemos asumir mayores conocimientos específicos de sicología social y gerencia socialista, en esta etapa organizacional, y así pudiéramos apoyar mucho más el intenso ritmo de la Revolución Bolivariana a que nos ha convocado nuestro líder, Hugo Rafael Chávez Frías.
Email: wongmaestre@gmail.com
(*) Graduado de Ciencias Políticas en la UH y Master en Ciencias Sociales en FLACSO México. Profesor invitado de la UCV y del IAEDP.
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