El único
derrotado es el gobierno
No, señor
Presidente. La derrota en el referéndum es suya y del gobierno que
encabeza, incluidos todos los zánganos que usted colocó a su alrededor
–porque no cayeron del cielo, usted los nombró, les levantó la mano
y los mantiene en sus puestos- , que por usar guayaberas rojas no son
ni han sido nunca revolucionarios. Busque la pacotilla entre sus aliados,
y no ofenda al pueblo y a los trabajadores venezolanos que lo rescataron
el 12 de abril de las manos de los golpistas y el imperialismo; y meses
después le volvieron a salvar el pellejo derrotando el paro-sabotaje
petrolero.
Aclaremos algo.
Como en todo proceso electoral, el domingo 2 de diciembre hubo un derrotado
y un triunfador. Los derrotados fueron el gobierno –desde Chávez
hasta el último burócrata- y la reforma constitucional propuesta por
el Presidente, y cocinada luego por la Asamblea Nacional a espaldas
del pueblo. Sí, el único que perdió fue el gobierno que no logró
aprobar una reforma que de socialista no tenía ni un pelo, y que además
restringía importantes libertades democráticas.
El pueblo
derrotó una reforma que le restringía libertades democráticas
Efectivamente,
ese pueblo que el Presidente ahora menosprecia, percibió que ese gazapo
que le estaban metiendo le restringía importantes libertades democráticas
conquistadas con sudor y sacrificio; no le otorgaba realmente el poder,
por el contrario, aumentaba sustancialmente las prerrogativas y competencias
del Presidente de la República, en desmedro de la tan cacareada “explosión
del poder popular”, para corroborar esto basta revisar con cuidado
y criterio crítico las reformas propuestas a los artículos 11 y 16,
en las que se le otorgaban al Presidente facultades discrecionales para
crear regiones especiales sin consultar con las comunidades, así como
designar a dedo vicepresidentes que se colocarían por encima de las
autoridades regionales electas por votación popular. O los artículos
71, 72, 73 y 74, en los que se incrementaba sustancialmente el porcentaje
de electores para activar cualquier tipo de referendo. También el 141
donde las administraciones públicas dejan de estar al servicio de los
ciudadanos y ciudadanas para convertir a los trabajadores de dicho sector
en instrumento discrecional del poder público, poniendo en peligro
el derecho a huelga, la estabilidad laboral, las organizaciones sindicales
y su necesaria autonomía respecto del Estado y el gobierno. Otro ejemplo
de lo que venimos afirmando es el artículo 156 en el que se establece
que los Consejos de Poder Popular serían promovidos y organizados por
el Poder Público Nacional, quedando sujeto de esta forma el llamado
“Poder Popular” al Ejecutivo, naciendo de esta forma sin ningún
tipo de independencia. Referido a lo anterior también se puede mencionar
el artículo 157 que pone en evidencia que el supuesto Poder Popular
no es tal en la reforma –por cierto, tampoco existe en la actual-,
ya que se establece allí que la Asamblea Nacional podrá atribuir competencias
nacionales al fulano Poder Popular, lo que significa que si otro poder
es el que se las atribuye es porque no las tiene.
…Y que
no lo conducía al socialismo
Pero el pueblo
es sabio y percibió que esta reforma no nos conducía al socialismo
–de nuevo digo, como tampoco lo hace la actual Constitución.
El Presidente
también ha dicho, echándole la culpa de “su” derrota al pueblo,
que este no está maduro para el socialismo, que su propuesta de reforma
era muy compleja y avanzada y el pueblo no la comprendió. No señor
Presidente, usted está pelao. El pueblo y los trabajadores venezolanos
han demostrado una y otra vez estar preparados para construir el socialismo.
Han luchado tenazmente contra la burguesía, sus partidos y el imperialismo,
derrotándolos en el golpe, luego en el paro patronal, y en diferentes
momentos electorales. Pero no se han detenido ahí, siguen luchando
contra los patronos, contra los burócratas sindicales de la IV y de
la V, así como contra los funcionarios que usted, y sólo usted es
responsable de lo que hacen, porque usted los nombró, como recientemente
usted mismo reconoció.
Efectivamente,
el pueblo derrotó también una reforma que no nos conducía a ningún
socialismo, de ningún siglo. Porque la propuesta presidencial complementada
por la Asamblea Nacional no rompía con el capital, requisito sine qua
non para poder hablar de tránsito al socialismo, por el contrario,
reafirmaba la existencia de la propiedad privada de los medios de producción,
base esencial de las relaciones capitalistas de producción. Y esto
se puede apreciar con toda nitidez en los artículos 112, 113 y 115.
Por otra parte, en dichos artículos se nos intentó meter de contrabando
algo realmente inconveniente y entreguista, como lo son las empresas
mixtas, que ya existen, pero con la reforma se pretendía elevarlas
a rango constitucional. El pueblo venezolano demostró madurez política
y elevada conciencia antiimperialista -aunque ahora al Presidente le
parezca que no es así- rechazando una propuesta que en rigor lo que
pretendía era hacernos creer que es posible llegar al socialismo de
la mano de la burguesía y las transnacionales, a través de las empresas
mixtas, experimento de conciliación de clases que fracasó estrepitosamente
en la Nicaragua sandinista.
El pueblo
no es flojo ni cobarde, y sí está maduro para el socialismo
Señor Presidente,
de nuevo se equivoca. El pueblo sí está maduro para iniciar el tránsito
al socialismo, pero al socialismo de verdad, sin patronos, terratenientes,
empresas mixtas y burócratas ladrones. Para lo que no está dispuesto,
así lo demostró el domingo 2, es para ese remedo de “socialismo
del siglo XXI”, que de socialismo sólo tiene la palabra, el cual
contemplaba la reforma. Y no es flojo Presidente, ni es cobarde ni revolucionario
de pacotilla, lo demostró con creces y muertos en el golpe de abril
del 2002 y en el paro-sabotaje petrolero. Y lo pone todos los días
en evidencia, tal como lo han hecho los trabajadores de Sanitarios Maracay
o los de la planta de tratamiento de desechos sólidos en Mérida, que
muy a pesar del gobierno, siguen luchando por sus derechos y por el
control obrero, demostrando su madurez y estar listos para construir
una sociedad socialista. Y esto mismo hacen todos los días los que
luchan por vivienda, los campesinos luchando por tierras y contra el
sicariato, las comunidades populares en los consejos comunales tratando
de resolver sus carencias.
Hay una
tercera opción entre el gobierno y la derecha: un Partido de los Trabajadores
La tarea que
tiene el pueblo y los trabajadores venezolanos, además de organizarse
para defender sus derechos y pelear por sus reivindicaciones inmediatas,
es comenzar a construir un partido propio, sin burgueses, sin terratenientes,
sin burócratas. Una alternativa clasista, socialista y revolucionaria,
un partido de trabajadores, que luche consecuentemente de forma independiente
del gobierno, confiando en sus propias fuerzas y en la movilización,
para conformar un gobierno de los trabajadores y el pueblo que de verdad
comience a construir las bases de una sociedad sin explotados ni explotadores,
una sociedad socialista.
Miguel Angel
Hernández es docente de
la escuela de Sociología de la UCV y militante del Movimiento por un
Partido de los Trabajadores. Su email es: miguelaha2003@yahoo.com