Cuando se piensa en un partido revolucionario, lo primero sería pensar si un “partido” puede ser instrumento revolucionario, ya que a pesar de Lenin, el “partido” es una denominación que semánticamente llama al fraccionalismo e incluso a la desunión social. En el caso del PSUV es más irónico todavía que un “partido” sea “unido”, pareciera que semánticamente es una cosa o la otra, o quizá ¿la unión de fragmentos puede ser un proyecto nacional o internacional?. Sin embargo este dilema puede resolverse por la vía de aceptación clásica de una denominación que pretende definir a una organización política que aspira obtener y controlar el poder del Estado, para implementar un proyecto social, económico y político con objetivos ideológicos, pero en nuestro caso, el PSUV es un partido que nace ya estando en el poder y no se imagina fuera de él.
Es importante llamar la atención sobre la importancia de que un partido como el PSUV, que nace amenazado por el imperio de ser exterminado en plena gestación, en su propuesta de programa afirme al inicio del punto 1 sobre la defensa de la revolución y la construcción del socialismo que: “Tomando como punto de partida la reivindicación e incondicional defensa del gobierno de la revolución bolivariana…”
Es acaso que ¿el partido sólo será un partido revolucionario porque está en el gobierno?, o ¿será revolucionario porque busca desarrollar un proyecto revolucionario desde cualquier trinchera de lucha, estando o no en el gobierno?. Acaso el 2D no nos dio una lección que debemos aprender. Debemos planificar por escenarios y no por emociones, eso es revolucionario, lo otro es fanatismo, un “partido” o “movimiento” revolucionario debe estar preparado para siempre subvertir el orden, incluso el propio, en búsqueda de lo más humano y humanizante, siempre con base en la realidad objetiva o sobre la construcción colectiva de la realidad.
El PSUV o es un partido revolucionario o no es un partido, es un movilizador de movilizadores sociales o es un partido gobiernero. Un partido revolucionario no puede montarse con base en la dependencia de las estructuras del Estado, si esto pasa, el partido pasa a ser un Instituto Autónomo X y no un partido revolucionario o movilizador.
Es urgente que internamente el PSUV se deslastre de la cultura gobiernera y emeverrista y pase a ser lo que debe ser, un proyecto de trascendencia, con capacidad autocrítica y renovadora, que sume y no que reste, buscando incorporar a toda la sociedad venezolana a un proyecto nacionalista y socialista. Es por ello que debe finalizar urgentemente todos los intentos institucionalizantes que en el congreso fundacional se están dando, con materiales de publicidad tendenciosa y exceso de uso de los recursos de instancias gubernamentales para la comodidad de algunos delegados, en detrimento de los principios que se discuten en el mismo congreso fundacional. Hoteles, pent driver con logos y nombres, teléfonos corporativos, gastos pagos en caña, dinero en efectivo son algunas de las cosas que se financian con recursos de entes públicos para pretender beneficiar alguna tendencia a la hora de elegir autoridades, esto debe cesar ya, sino, vamos inevitablemente a la reproducción de lo que criticamos, la “adequidad”. Confiamos en los delagados, no nos defrauden.
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