Conocí hace poco a Argimiro Gabaldón. Lo confieso, no lo conocía antes. Solo recuerdo haber escuchado su nombre y alguna que otra referencia en un mitin o una asamblea del Partido Comunista de Venezuela (PCV) al que asistí cuando era militante de ese partido. Lamento no haberlo conocido antes.
Lo conocí hace pocos días leyendo sus cartas, escudriñando entre sus memorias recogidas a través de un libro realizado por su hermano Edgar, y que obtuve de un reparto de libros efectuado por el combativo Ministerio del Poder Popular para la Energía y Petróleo a sus trabajadores y visitantes. Escribo estas líneas sin salir de mi impresión por la figura y la claridad de las ideas del legendario Comandante Guerrillero Carachi, o simplemente Chimiro, como le gustaba que lo llamasen sus más cercanos camaradas. Hoy me siento cercano a él, y lo llamo también Chimiro.
En una carta que dirigiese (Chimiro) a su orgulloso padre el General José Rafael Gabaldón, revolucionario también, y responsable de la rebeldía de su hijo “astilla del mismo palo”, fechada el 26 de noviembre de 1964, encontré algo que, por su actualidad, creo necesario compartir. En ella Chimiro le explicaba a su padre las ideas de su lucha. La historia a veces es cíclica, se repite, y los hombres de la talla de Argimiro, pareciera también se repiten. Veamos.
Justificándose ante su padre por el camino tomado, la lucha en armada, escribió:
“(…) No es terquedad ni obcecación, ni tampoco que creemos poseer toda la ciencia, pero en verdad y pece a todos los errores, el camino ya andado en estos años de lucha nos afirma en la seguridad de que vamos en la dirección correcta y de que además de ser la históricamente obligada, fue la única que se nos permitió tomar si queríamos seguir ostentando el titulo de revolucionarios consecuentes, de revolucionarios que entienden que la revolución no es el mero cambio de equipos gobernantes sino la radical y total transformación de nuestras estructuras en beneficio del pueblo (…) Nosotros no hemos venido actuando empujados por impulsos emotivos; aun cuando en este empeño pongamos todo el corazón, ni basamos nuestras decisiones, nuestras concepciones del desarrollo y perspectivas de la revolución, nuestras líneas estratégicas, en otra cosa que no sea el análisis sereno de las condiciones históricas en que nos ha tocado actuar. Usamos la teoría revolucionaria, que es resumen y análisis de experiencias universales; para ayudarnos, para guiarnos, en la interpretación de lo nuestro (…)”
Después de un breve bosquejo sobre la situación regional y nacional de ese entonces, nos dice:
“(…) la situación analizada es, pues, explosivo acumulado (…) la palabra revolución se deja oír en todas partes. Sin embargo, para que esta situación revolucionaria se transforme en revolución se requiere, además de su existencia, otras condiciones. Se requieren que hagan su aparición condiciones subjetivas de conciencia (…) a. Que las masas populares se politicen, que sean llevadas a la arena de la lucha política activa; b. Que las clases dominantes han perdido la razón y apelen a la violencia para preservar su dominación; c. Del seno de las masas se destaquen vanguardias revolucionarias claras al proceso que se está desarrollando (…), vanguardias revolucionarias aguerridas y audaces que no teman enfrentarse al poderío del imperio (…) Aquí en Venezuela esos factores han aparecido, están presente en pleno desarrollo (…) sin la conquista del poder para el pueblo no habrá revolución. Tomar el poder es la piedra de toque de la revolución venezolana. Tratar de tomar el poder para el pueblo es la tarea de las vanguardias revolucionarias y para hacerlo tienen que estructurar una amplia alianza popular. Esta no se puede estructurar previamente sino a lo largo del combate por el poder (…) Cada revolución ha sido siempre un hecho original. Forja su teoría al calor de las experiencias. Uno se hace, se forja revolucionario, no estudiando libros, que es necesario, sino fundamentalmente haciendo la revolución. No se conoce el camino sino caminándolo, aun cuando ello no quita la necesidad de recabar toda la información posible (…) Que algunos se acobardan y desertan, no es nada extraño (…) Nosotros no podemos retroceder, es decir, no podemos rectificar, no solo por que estamos decidido a hacer la revolución, sino por que en los términos reales en que se plantea la contienda, nos encontramos ante una disyuntiva: capitular, traicionando la revolución, o seguir adelante hacia la victoria. El primer termino es negado para nosotros (…) la revolución no es un monopolio nuestro, es bien común de todos los revolucionarios y debemos buscar un terreno común para la acción constructiva. Una gran alianza popular (–el subrayado es mío-) requiere una gran amplitud y una gran receptividad. Sin esa alianza no habrá revolución”.
Chimiro tenia los pies sobre la tierra; era consiente de que en su lucha contra el verdadero enemigo, el imperialismo, y por construir el socialismo, es un error buscar o esperar sólidas alianzas entre los sectores de la burguesía. ¡La cabra siempre tira al monte!
Para la Revolución Bolivariana, esta determinación no varia. Podrían concebirse “alianzas tácticas” con aquellos sectores de la burguesía, poco desarrollados, que, por temor a ser tragados y arruinados por los grandes capitales, circunstancialmente se oponen a ellos, aunque en el fondo siguen siendo los mismos. Pero pensar en “alianzas estratégicas”, es un absurdo, y más, es una traición. Es también un negado para nosotros. Nuestros esfuerzos por la unidad debe ser entorno al pueblo.
Sin lugar a duda, Chimiro representa para los revolucionarios de Venezuela una de esas grandes figuras que no podemos pasar por alto, al igual que el Ché y muchos otros; figura e ideas que debemos estudiar e imitar; figura e ideas que, como decía Alí Primera en una de sus canciones, nunca mueren porque lo dieron todo por la vida, y “los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”.
La actualidad de las ideas de Chimiro, su fe en las masas populares conscientes, politizadas, y sobre todo, en su vanguardia, lo proyecta como líder también de nuestra Revolución Bolivariana.
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