Una Revolución, con una sola salida

Nuestra revolución no soporta más subsistir sobre la estructura actual del Estado Burgués dominante. De hecho, el soportarse sobre esa estructura hace inviable el hecho de considerarla realmente una revolución. Desde una dimensión discursiva, ética e ideológica (estructura de las ideas, no enajenación) los avances de la “Revolución Bolivariana” son concretos, se ha logrado posicionar el concepto “Socialismo” sin ningún prurito, se ha logrado introducir discursiva y éticamente la conciencia antiimperialista, se ha iniciado un posicionamiento conciente de la lucha de clases en resistencia a la explotación y se ha logra captar militantes de unas ideas profesadas por un líder claramente reconocido, sin embargo, avanzamos con un Estado corroído, basado en relaciones bizarras, aislado de la realidad social, y mantenido para sus propios intereses, es el Leviathan que tiene vida propia y ya no existe sólo para defender los precipicios del Estado-Nación, sino los intereses de aquellos que siempre han dominado, aunque con otros nombres.

Acompañando este gran dilema, nuestra revolución tiene otra arista abierta, con grandes esfuerzos para ser solventada, pero con pocas probabilidades por ahora, como consecuencia del Leviathan que carga como lastre, y es la improductividad, la poca o nula capacidad de autoabastecer nuestros requerimientos básicos y los fallidos esfuerzos por reactivar un aparato productivo que vive, ahora aun más, de la renta petrolera, por lo que el esfuerzo por producir se reduce al esfuerzo por ganar con el menor trabajo como consecuencia del rentismo petrolero.

Pareciera que, dentro de todo este panorama desolador, que nos hace sentir altamente preocupados por el futuro del socialismo en Venezuela y en Latinoamérica, queda mantenerse en pie de lucha a partir de la pujante fuerza comunal que de manera indetenible se subleva de manera absolutamente irreverente ante cualquier seudoley de las ciencias sociales, he incluso genera una lucha titánica en contra de la fatídica “Ley de hierro de las oligarquías”, pero la lucha es muy larga.

En nuestra actual revolución algunos sectores piensan que el partido (PSUV) necesita estar presente en todas partes, que necesita penetrar todas las estructuras para tener alguna injerencia, e incluso se ve al movimiento popular como un objetivo para el control, sin embargo, pocos ven que quien sí necesita tener permeadas todas las estructuras es el poder comunal, son los consejos comunales y las futuras comunas, que deben desbordar a las organizaciones políticas y usarlas como instrumentos para sus fines.

Se piensa que la conciencia política debe estar en el partido, pero ese sólo es un eslabón, mientras eso sea así, los dilemas previamente citados no podrán ser resueltos, ya que las organizaciones comunitarias seguirán viendo en el Estado “la gran teta negra”, y esto impedirá que podamos arrancar e incluso sustituir a las seudo fuerzas productivas que no producen nada, y que sólo ejercen la propiedad de los medios.

Insisto, se han hecho esfuerzos, pero infiltrados por la cultura de la adequidad será casi imposible lograrlo. Debemos deslastrarnos ya de la corrupción que justifica nuestra existencia, para volver a nacer, a riesgo que venga con nosotros. Si no implotamos nuestras estructuras, ellas lo harán con nosotros.

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Nicmer N. Evans

Director de Visor 360 Consultores, una piedrita en el zapato, "Guerrero del Teclado", Politólogo, M.Sc. en Psicología Social.

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