Sr. Presidente: No entiendo su disciplina

El tema de la disciplina partidista es un punto álgido que debe ser tratado con la profundidad e importancia del caso. Nos referimos al recién creado PSUV. Y no es fácil darle forma a un partido que cuenta entre sus aspirantes a unos 5 millones de personas, entre ellas varios miles de oposicionistas infiltrados que aspiran salir de "la lista negra" de los fanáticos que odian a nuestro Presidente. No deberían pasar. Eso esperamos. Un partido con esas dimensiones de afiliaciones es una tarea de mucha envergadura que debe enfrentarse con la mayor sindéresis y madurez política posible. Su antecesor, el MVR, cumplió una tarea electoral importante en los inicios del proceso revolucionario pero fue atrapado por la ley de Entropía, o sea, involucionó debido al desorden y la formación de cúpulas con intereses "extraños" que desvirtuaron su propósito. Todo se manejaba de acuerdo a los caprichos de varios dirigentes que se creyeron los salvadores de la humanidad. Si revisamos los partidos de la cuarta república encontraremos los mismos síntomas y declives. En Acción Democrática se hacía la voluntad de sus "caudillos", los demás eran borregos que daban continuidad a las órdenes pretorianas de esos cabecillas funestos. Lo mismo ocurrió con los otros partidos que solamente ambicionaban llegar al poder para enriquecerse, nada más.

Hoy estamos ante un reto verdaderamente histórico e irrepetible: conformar un Partido que sea diferente a los ya conocidos y que tenga como égida la solución de todos los problemas del colectivo en un espíritu socialista, humanista y no excluyente. Pero debemos contar con un Cuerpo de Doctrina que marque las pautas y aún no lo tenemos. Solamente sabemos que el ideal es de solidaridad y combate a las barbaries capitalistas pero carecemos de herramientas suficientemente sabias para tan crucial batalla. Sí sabemos de los enemigos primarios a combatir, como lo son la burocracia parapléjica y la corrupción en TODOS los ministerios. En los gobiernos adecos y copeyanos la corrupción fue descomunal, grosera, asquerosa e inhumana pero no se denunciaba abiertamente, con pocas excepciones y el que lo hacía quedaba expuesto al asesinato físico o político. Hoy podemos denunciar corrupciones en el mundo privado u oficial y el riesgo es bastante menor. La corrupción en la empresa privada es tan fuerte como en el gobierno. Un ejemplo: Solamente el 8% de las empresas cotizaban al Seguro Social y ese dinero no cotizado se quedaba en las arcas de los "dignos" empresarios venezolanos y extranjeros.

Y digo todo esto porque un partido con las dimensiones del PSUV no tiene paralelo en este momento a nivel mundial y por eso debemos aprovechar una oportunidad que difícilmente tendremos en un futuro lejano. La disciplina es indispensable en todo grupo social, es la sumisión a un reglamento o conjunto de leyes. Si un funcionario del gobierno es sospechoso de presunto acto de corrupción, debe ser denunciado y que los órganos judiciales correspondientes determinen su culpabilidad o no. Si yo denuncio alegremente de corrupción a cualquier persona, debo responder ante la justicia por la ligereza y afrontar las consecuencias. La tristemente "célebre" periodista (¿?) Ibeyize Pacheco tuvo que pagar caro su desafuero al denunciar un delito de una persona ya fallecida, hijo de Alí Rodríguez Araque. Hubo otro personaje que denunció al entonces ministro Jesse Chacón por corruptelas y la justicia lo condenó. Un oficial de la FAN también accionó la justicia contra una periodista (¡la misma!) que lo difamó y ganó su réplica. Cada quién tiene derecho a la defensa y que cada uno asuma sus responsabilidades. ¿Por qué yo no puedo denunciar a un alto funcionario del gobierno de ser sospechoso de actos contrarios a la ley? Mi deber como venezolano es velar por el cumplimiento de las leyes y señalar a quien no lo haga, esa es la contraloría social que tanto nos ha pedido el señor Presidente Hugo Chávez para ayudarlo en la construcción de una Venezuela Socialista. Pero si voy a pertenecer a un partido oficial donde mi verbo tiene que pasar por algunos "filtros" antes de denunciar hechos delictivos o deshonestos, entonces perdimos el tiempo. Eso ya es sumisión humillante y rastrera. Si debo decir amén a todo lo que las cúpulas partidistas dictan, perdimos el tiempo. Si manifestar mi desacuerdo con alguna pauta del señor presidente me vale la excomunión partidista, entonces perdimos el tiempo. Si luchar contra los empresarios capitalistas explotadores y esclavistas es ser indisciplinado, entonces perdimos el tiempo. Si decirle a nuestro amigo Chávez que varios de sus ministros son grises e ineficientes y que deben irse y eso me trae una expulsión del PSUV, entonces perdimos el tiempo. Si soy regañado en público por alguna protesta pacífica ante la morgue de Globovisión o ante la pestilente jerarquía católica, entonces perdimos el tiempo. Si no me permiten denunciar atrasos en alguna obra de gobierno en "Aló Presidente", entonces no habrá socialismo siglo 21. Si en VTV no aparece el pueblo denunciando las ineficiencias de algunos organismos gubernamentales, entonces perdimos el tiempo conformando un partido que no encauza el grito del soberano para que pueda ser escuchado a los cuatro puntos cardinales. Por eso, señor Presidente, no entiendo lo que usted y sus ministros llaman "disciplina partidista". No lo entiendo. Y perdone mi falta de ignorancia, como decía el señor aquél.

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Efrain Jose Granadillo


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