Para burlarse de las fallidas experiencias socialistas del siglo XX, especialmente en la Unión Soviética y Europa oriental, fue acuñada la frase: el socialismo es el proceso de transición del capitalismo al capitalismo, que describe sumariamente el desenlace de estas revoluciones, cuyos errores desembocaron en la restauración del régimen económico que se pretendía reemplazar. Aunque queda por aclarar si hubo una plena restauración capitalista en esos países o si todavía persisten restos de socialismo.
Lo que sí parece confirmar este desenlace es la dificultad para transformar un sistema económico fundado en la explotación del trabajo y de la naturaleza, por otro donde reine la cooperación y se resguarde el equilibrio ecológico. Por algo Karl Marx insistió en advertir, que durante la transición revolucionaria se arrastran los vicios y los lastres del régimen derrocado, pues el socialismo no se construye desde cero, sino a partir de las estructuras heredadas del capitalismo.
El presidente Chávez, en una demostración de su clara percepción de los problemas de la revolución, se adelantó a formular la solución comunal, como medio para realizar la transición del capitalismo rentista venezolano, al socialismo venezolano del siglo XXI. Lamentablemente, la súbita creatividad legislativa de la Asamblea Nacional desfiguró el texto original de la reforma constitucional propuesta por el presidente y la campaña se confió, ingenuamente, a los mismos alcaldes y gobernadores que iban a perder muchas de sus prerrogativas si se aprobaba el Poder Comunal.
Ahora, nos debatimos entre la vocación revolucionaria del pueblo, expresada en múltiples batallas electorales y de calle, y la falta de un instrumento jurídico que facilite la transición necesaria a otro orden económico, político, social y territorial. La estatización de los medios de producción adolece de los defectos de la centralización y la cooperativización y las EPS han chocado con la falta de experiencia del pueblo, en materia de organización, administración, gerencia y técnica.
¿Cómo conseguir que lo poco que tenemos de experiencia productiva, pública y privada, pueda cohesionarse alrededor de un plan de transición económica socialista? He ahí una cuestión crucial a resolver por la revolución bolivariana. Para hacerlo se cuenta con el poder económico que le da al Estado la propiedad de los recursos del subsuelo, por una parte, y con la capacidad que tengan los sectores empresariales medianos y pequeños de percibir, que solamente una alianza con el Estado puede ponerles a cubierto de la implacable guillotina del capitalismo global, en cuyo caso, pueden ayudarnos a desarrollar capacidad empresarial en las cooperativas y Empresas de Producción Social.
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