Nadie lo puede negar. Vivimos en Venezuela un momento cargado de efervescencia y pasiones engañosas donde se ocultan silencios peligrosos para la vitalidad del proyecto revolucionario. Y como las cosas se han vuelto claras, entonces es necesario trazar líneas inequívocas sobre la desafiante verdad política que tenemos como escenario.
Más que a un punto de ruptura coyuntural, hemos llegado al verdadero terreno de lo irreconciliable, donde la pugna central es por lo ideológico y por la aplicación de proyectos irremediablemente antagónicos: el revolucionario y el de la derecha. Cada uno no puede realizarse sino a través de la muerte del otro. De allí que no debemos quedarnos ni en las contemplaciones etéreas ni en las interrogantes sobre qué planes que tiene la oposición para gobernar desde los espacios de poder que han conquistado.
Si existe una cosa, en efecto, que requiere ser pensada, a partir de la remarcable trayectoria en la que venimos avanzando en los últimos años, es la coherencia ideológica del proyecto revolucionario. Y esa coherencia pasa por establece, planificar y definir ya, de una vez por todas, los mecanismos definitivos para frenar el proyecto enemigo. Esto no es un mirar de tuertos tomando café con azúcar, sino una trascendental lucha ideológica y de proyectos.
De la misma manera, si hay alguna cosa que la reorientación revolucionaria nos impone elaborar, es un verdadero plan para preservar y consolidar los espacios de poder en todo el sistema político. La enmienda constitucional planteada se ubica en la línea recta que trazará el camino de la construcción de esa patria socialista, eje central del proyecto revolucionario.
No caigamos en la trampa de la pendiente ineluctable del balanceo y las oscilaciones discursivas. La derecha opositora venezolana tiene su proyecto político sustentado en una ideología excluyente, con fuertes reclamos por los derechos y la libertad de las élites. En ese sentido, no dejemos que el pensamiento revolucionario sea acorralado en los callejones de la regresión que se anuncia desde el púlpito opositor. Como sujetos conscientes y creyentes de una ideología y un proyecto revolucionario, estamos en el derecho y la obligación de defenderlo desde cualquier espacio, con la vida si es necesario. Lo que no podemos hacer es retirarnos a imaginar el mañana y esperar a ver cómo gobierna la derecha y que vestimentas se pondrán en la fiesta de los Reyes Magos.
Sabemos como gobiernan. Sabemos como se visten y como se combinan de camuflaje para engañar y manipular al pueblo. Sabemos de las intenciones de su proyecto. Por ello, antes que ellos vengan por nosotros, es menester ir a su encuentro sin ambages. Estamos en una lucha ideológica y nuestro gran reto es vencer al enemigo. Si actuamos con precisión y contundencia estaremos consolidando el proyecto revolucionario,
(*)Politólogo
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