Después del 15 de febrero aparecieron las voces de siempre llamando al diálogo, como si esa fisura que divide a los venezolanos en dos partes fuese algo nuevo, no lo es, ni la polarización es algo concomitante al proceso revolucionario. La separación de los grupos lo definen sus intereses y aquí, en la IV República la voz cantante de ese “diálogo nacional” la tenían los cañones de las extintas FF.AA y de todos los cuerpos policiales.
Bien sabe de eso José Vicente Rangel, autor del “Expediente negro” y la extensa cifra de autores de libros que recogieron los crímenes políticos de esa época. En la República de Venezuela, desde la caída de Pérez Jiménez ocurría que los comunistas y la izquierda en general, con sus múltiples tonalidades, fue relegada de toda posibilidad de participación política, y al no aceptar el secuestro de las instituciones públicas en manos de los adecopeyanos y la caterva de oportunistas que le seguían, fueron perseguidos, arrinconados y asesinados; aún se desconoce el número total de muertos, sin embargo se sabe que, por ejemplo, en los seis primeros meses del gobierno de Raúl Leoni mataron más gente que en los 10 años de la dictadura de Pérez Jiménez. Eso lo ocultan los adecos y los copeyanos, cómplices de los crímenes más atroces, tan cómplice como lo es la iglesia vaticana, que jamás se pronunció de manera contundente, ni llevó denuncias a los organismos internacionales, sobre los crímenes del Estado venezolano. La misma iglesia que impidió que el pueblo se enterara del asesinato cometido por el padre Biaggi, un cura que sostenía relaciones sexuales con su hermana y a la que dio muerte, la misma iglesia que oculta a un violador en su sede (asunto de tradición).
Aquí como en muchos otros países, los pueblos confrontan situaciones generadas por intereses opuestos, eso se llama Lucha de Clases y es una de las contradicciones fundamentales de las sociedades humanas; esa lucha de clases surge con la aparición de los primeros excedentes de producción en las sociedades primitivas, y de la lucha por el control de los excedentes aparece el Estado, como ente administrador de la violencia de aquellos grupos privilegiados sobre los miembros de esas sociedades que terminaron siendo explotados. Así de sencillo – explotados y explotadores. Amos y esclavos, reyes y vasallos, trabajador y patrón.
Estamos hablando de la Ley de la Contradicción en las cosas y al decir del camarada Mao Tse Dung en sus Cinco Tesis Filosóficas: “…es la ley más fundamental de la dialéctica materialista. Lenin dijo: La dialéctica, en sentido estricto, es el estudio de la contradicción en la esencia misma de los objetos(…). Lenin solía calificar esta ley de esencia de la dialéctica y también de núcleo de la dialéctica”. Esta ley establece que dentro de la materia existen dos fuerzas contrarias (tesis y antítesis) que se enfrentan y que de ese enfrentamiento (contradicción) devienen los cambios (evolución). Los cambios pueden ser cuantitativos, o sea que como producto de la contradicción en Venezuela un número cada vez mayor de venezolanos se ha sumado a la idea del socialismo como un modelo para la salvación nacional. Esa cantidad de personas unidas y organizadas, bajo la dirección del líder único e indiscutible del proyecto bolivariano, Hugo Rafael Chávez Frías, Comandante de la Fuerza Armada y Presidente de la República, han generado a su vez un cambio cualitativo, esto es: Las características del país cambiaron como consecuencia de que una gran cantidad de personas apoyan el nuevo proyecto, que está sustituyendo a aquél viejo país de asesinos ladrones y curas corruptos y está poniendo al frente del país y del gobierno a las clases populares (con sus intereses).
Del enfrentamiento de dos fuerzas contrarias (tesis y antítesis) deviene la síntesis, esto es el cambio cualitativo y en el caso concreto nuestro, es el enfrentamiento de lo viejo (oposición) contra lo nuevo (fuerzas populares/socialistas). La oposición tiene como discurso el adagio de que todo tiempo pasado fue mejor -¡Para ellos! Porque para el pueblo fue de plomo y hambre, y particularmente, pediría que aquí hagamos un ejercicio de memoria (Prohibido olvidar): Las contradicciones de clase la resolvían los ricos de una manera drástica, de eso hablan los muertos producidos por la represión asesina, la exclusión, el desempleo y el hambre que se ceñía sobre el pueblo y le oprimía; eso produjo que en el último gesto de desesperación y de integridad, todos se lanzasen a las calles a buscar lo que por derecho les correspondía, pues ellos eran los productores directos de esos bienes que la burguesía les negaba, les birlaba. El 27 de Febrero, se vio desnuda la contradicción y se evidenció que el Estado y sus hombres armados estaban allí para defender los intereses adecopeyanos, contrarios a los del pueblo. Los gobiernos adecopeyanos a su vez respondían a los intereses del gobierno estadounidense, de las transnacionales que lo componen. De allí que, en lo externo, Venezuela como Estado Nación, estaba siendo avasallada por los intereses de una potencia externa, con la anuencia de traidores, quienes propiciaban la rapiña explotando al pueblo, reprimiéndolo y hambreándolo, esto es: reduciéndolo moralmente, descomponiéndolo, animalizándolo, y esto último en un sentido directo: NUESTROS NIÑOS ESTABAN SIENDO ALIMENTADOS CON COMIDA PARA PERROS. Un crimen cuyos responsables tienen todavía la condena pendiente.
José Vicente Rangel, en reciente fecha hace una pregunta, en su argumentación por defender un dialogo con la oposición para alcanzar la reconciliación nacional: ¿Es posible recomponer la relación entre los venezolanos? Pensamos que esa recomposición de la que habla el camarada Rangel está en marcha, y es la dinámica del desarrollo del enfrentamiento de las fuerzas opuestas la que está dando sus frutos. No debemos permitir que los árboles no nos dejen ver el bosque. Las fuerzas progresistas en nuestro país están tomando la iniciativa; apenas ahora se están dando los primeros síntomas de que en la confrontación el pueblo está ganando terreno, eso lo podemos ver en el campo político y lo veremos en las próximas elecciones parlamentarias. Lo mismo se evidenció en las elecciones del 15 de febrero pasado, donde afloró el potencial cultural de las fuerzas progresistas, que subyugaron hasta a los escualiditos con sus ritmos y canciones y con una campaña con un pronunciado acento popular. Y menciono el aspecto cultural, porque es en ese campo donde se agudizan las contradicciones. Los golpistas han inyectado a sus hijos un sentimiento de nostalgia por aquél país idílico en el que “se vivía mejor” y eso se enfrenta sólo en el campo de las ideas. La confrontación de ideas no resta el carácter democrático a nuestro proceso. Dialogar con la oposición para hacerles concesiones, dictadas por sus intereses -contrarios a los nuestros, en el aspecto económico y en lo moral, no encontrará buena resonancia entre el pueblo. Eso sería claudicar, darles ínfulas mediáticas. No es el momento; eso ya lo están y lo han venido haciendo los elementos de la derecha endógena, que se encuentran en nuestras filas, y que han dado cargos importantes a la oposición en la administración pública y eso es parte de la dinámica de la contradicción. Intervenir en ese proceso para favorecer a la oposición no debe realizarse y debe encontrar en nosotros la mayor resistencia, porque es un asunto de principios y el pueblo no debe ser traicionado.
Nadie está negando la vía pacífica, al contrario, hemos dejado que la oposición haga desmanes imperdonables, crímenes cometidos aquí por ellos con la práctica ordinaria del terrorismo con el sicariato político; una estrategia que está desatada y que el periodista José Vicente Rangel debe investigar; hablar ahora con la oposición sería tanto como alentar que sigan contratando asesinos para que sigan matando al pueblo, a dirigentes campesinos, sindicales y a personas del común sólo para aumentar las cifras de la inseguridad.
Aquí nadie debe subestimar a la oposición, sabemos en qué andan y por eso el “diálogo” es un asunto que se está dando en la práctica de la dinámica democrática, el hecho de que sean cinco millones de votos, eso no significa que son cinco millones de opositores con una clara conciencia de clase; muchos de ellos son personas objeto de la manipulación mediática y la mentira – Si algo ha dado excelentes frutos a la oposición adecopeyana ha sido la ignorancia que sembraron en nuestro pueblo durante 40 años. Ni son cinco millones de activistas de la violencia los que votaron por el NO. De manera tal que no estamos subestimándolos, sino que debemos acercarnos a conocer cuál es la composición de ese grupo y poder dirigir políticas que satisfagan sus expectativas, algo que ha venido haciendo el gobierno nacional y eso a veces de manera exagerada, porque hemos visto en casos específicos que se le ha dado a la clase media más que lo que se le ha debido dar al pueblo.
Pensamos que el clima de beligerancia verbal sale de los medios de comunicación de la derecha golpista, esos que tienen 80% de los medios ODIOVISUALES y que tumbaron al presidente y que son megáfonos de la política violenta del sicariato político. Para los medios ODIOVISUALES de la derecha el irrespeto es un recurso para mantener en alto los niveles de insatisfacción entre sus seguidores. Se trata de una guerra de cuarta generación cuyo componente psicológico da frutos en las urnas. Si Globovisión y el sistema nacional de medios del golpismo cesaran por 10 días, inmediatamente veríamos cambios actitudinales de los componentes populares que conforman esos 5 millones de votos del pasado 15 de febrero.
Dialogar con la mentira, con el desabastecimiento, la violencia (terrorismo y asesinatos), con los energúmenos que la generan no puede entrar en la agenda de un gobierno de integridad moral, eso nos convertiría en adecos y copeyanos; le diríamos a la oposición que su estrategia de muerte sí da dividendos y eso si es un riesgo de inestabilidad.
La palabra más clara la expresaron inequívocamente el pasado 15 de febrero los millones que favorecieron al SÍ, a través del voto y que durante estos 10 años en revolución, han hecho del ejercicio cotidiano de la tolerancia y la convicción, una práctica activa de la paz, y de la irreductibilidad de sus razones.
Con el pueblo todo, contra el pueblo nada.
elmacaurelio@yahoo.es