Odio a la oligarquía, por ello detesto visitar el sambil, centros comerciales, tiendas, restaurantes y ver películas del imperio. Odio a la oligarquía, por eso nunca me montaré en automóviles o camionetas de lujo, ni siquiera permito que los fondos públicos sean destinados para la compra de vehículos con tales características, es decir, solamente uso el autobús o el metro. Si tengo que montarme en avión, nada de “superaviones de turbina”; lo mío sólo tiene que ser de hélice.
Odio a la oligarquía, por eso nunca usaré (también los odio) zapatos ni ropa de marcas “imperialistas," tales como: “nike”, “adidas”, “lacoste”, “tommy”, “levis”, “clouds”, “benetton”, entre otras; lo mío sólo es ovejita.
Odio a la oligarquía, por eso de mi vocabulario están desterradas las palabras y pronunciaciones: “full”, “cidi”, “okey”, “laptop”, “mouse”, “blackberry” y hasta “folklore”. Odio a la oligarquía, por eso tengo claro lo referente con el dominio idiomático y de pensamiento, jamás he llamado salto “Angel” a nuestra maravilla natural, la cascada más alta del mundo, siempre la he mencionado por su nombre indígena, Kerepakupai Merú.
Odio a la oligarquía, por eso cuando tengo que utilizar una computadora para redactar y escribir artículos pobres de contenido y formación ideológica como éste, nunca utilizo ambiente “Windows” (es totalmente imperialista), de vaina empleo los programas de Linux, aunque me cueste pronunciar ese nombre.
Odio a la oligarquía, por eso no consumo "Coca Cola" ni bebidas similares. Nunca me he tomado un “Gatorade” (lo pronuncio como lo escribo) y mucho menos un “whisky” (la bebida alcohólica de los oligarcas). Solamente tomo papelón con limón o chicha, y cuando quiero echarme un trago más fuerte para eso tengo el ron o el miche andino
Odio a la oligarquía, por eso los pocos aparatos electrónicos y del hogar que tengo en casa nunca serían de marcas imperialistas como: sony, pioneer, whirlpool o general electric. Solamente compro productos tapa amarilla (sin marca). Visité mercal para comprar una cocina, pero como era importada y con marca asociada a una trasnacional gringa, púes decidí construir una cocina que sólo utilice leña.
Odio a la oligarquía, por eso cuando tengo algún problema de salud, jamás visitaría una clínica privada (casi todos los pacientes son rancios oligarcas), y aunque como empleado público tengo un seguro de hospitalización; todos mis exámenes y tratamientos me lo hago en Barrio Adentro. Odio a la oligarquía, por ello jamás permitiría que mis hijos estudiaran en planteles privados; allí casi todo el mundo está contra Chávez, por lo tanto son sospechosos de conspirar contra la Revolución.
Repentinamente despierto, creo que he tenido un mal sueño de haber escuchado cosas inapropiadas. La Revolución es sólo Amor.
javiervivas_santana@yahoo.com