Fidel Castro: El Julio Verne del siglo XXI

Las reflexiones de Fidel escriben a diario  el horóscopo de nuestro futuro, su genialidad, conformada por su conocimiento  acerca de las mil millonarias industrias cibernéticas y robóticas de los perros de la guerra, dibujan escenarios que parecieran fantasías tan difíciles de hacerse realidad como cuando Julio Verne, en sus días, profetizó submarinos y aviones. 

Fidel entiende algo que sobrepasa las visiones de Carlos Marx: el riesgo de la extinción de la especie o de la vida en cualquiera de sus formas bien sea por una conflagración nuclear o por los desequilibrios climáticos. Esto más la suma de un contingente de “parados” entendiendo por este nombre a esa enorme población que quedará sin trabajo debido a la gran recesión que comienza son los detonantes desde donde seguramente el maestro insigne y camarada Fidel Castro, nos da su luz. El imperialismo deshumaniza la guerra, pero sólo en su territorio y poderío, quiere decir que podrá atacarnos con armas en las que los ciudadanos americanos no tengan que derramar su sangre, pero los nuestros si. La posibilidad de sobrevivencia del imperio se ha globalizado, necesitan hacerse de los recursos de todo el planeta y no eluden el involucrar el planeta Marte como nuevo destino, o la misma Luna de nuestras noches, a donde se sospecha de trece viajes secretos y  donde estarían acondicionando refugios a donde mudar su sede y su élite de millonarios. 

Fidel hace profecías, yo tan sólo quiero escribirles hoy sobre tres destinos a donde llegaría  el futuro de nuestra sociedad.

Que pasará  con las guerras, reflexionaba anoche mientras encendía mentalmente la pantalla visualizadora Infra tiempo y coloqué  las coordenadas para comenzar mi viaje: 
 

Los clásicos sonidos de los susurros del viento más las imágines que se desdibujaban veloces y se hacían imposibles de captar me hicieron sentir el vacío en la barriga que me da la certeza del desplazamiento en el túnel del tiempo: 
 
 

                                                                               -I- 

¿Será qué llegaré a un sistema solar con más planetas habitados o invadidos, y naves aterrizando o despegando de estaciones orbitales, con seres humanos y alienígenas conviviendo en un infierno similar al de mi siglo pero con rango cósmico y en donde la velocidad de la luz ya sería de dominio público y la muerte y el acecho llenarían de brevedad las existencias con rayos y proyecciones holográficas, contadores digitales envolviendo los antebrazos y cascos con doble visión: normal y virtual serían la percepción de un planeta dominado por una inmensidad de adolescentes intervenidos genéticamente y combatiendo contra los imperios de los otros sistemas solares que tratarían de colonizarnos o contra los ejércitos del mismo imperio de los señores del dinero y del capitalismo cósmico de  siempre, que ahora contaría con ejércitos de humanoides  con modificaciones  genéticas y  reproducidos masivamente por multiplicaciones de clones, luchando cómo siempre contra el pueblo infinito que seguiría resistiendo? 

 

                                                                                -II-

  

¿Será qué llegaré a un universo con todos los planetas en ruinas, con olores de azufre y de asfixias, todo árido y seco, sin árboles, sin ríos, con los polos derretidos y sólo con lamentos y esqueletos calcinados,  con huracanes radioactivos que soplarían quemando los restos del planeta y buscando inclemente a los sobreviviente que vivirían como topos arrastrándose entre túneles, mutantes de humanos y animales, todos hijos de las guerras de la fusión nuclear donde se habrían borrado las sonrisas de las caras  y sólo quedarían los chillidos de la maldad convertidos en actos asesinos para la sobrevivencia sobre un escenario lleno de las ruinas que quedaron de mi siglo 21? 
 

                                                                                -III- 
 

¿Será qué llegare a un planeta azul y hermoso en el  año 2.100, lleno de descendientes musculosos y felices, en ciudades  reencontradas con todos los animales de las selvas, con cinturones anti gravitacionales  que me dejaran jugar con las jirafas y las cebras; lleno de cientos de hermosos seres y cascadas de sonrisas infantiles, con un aire limpio con fragancia de azahares, con ríos y lagunas por doquier y  aves y  plantas exóticas  entre nosotros coloreando con su magia cada espacio  lleno de visitantes silenciosos de otras galaxias y donde la paz y la sabiduría me harán sentir como prehistórico, donde las guerras y los horrores del pasado serían sólo las memorias de la prehistoria y donde los chips y censores sería apenas perceptibles entre tanta fuerza de amor y de conciencia cósmica presentes? 
 
 

                                                                               Epílogo. 
 

Después del viaje  hacia el futuro dí un salto y me levanté de nuevo en el siglo 21, con la brújula del tiempo apretada a mi puño. Me desperté  a transcurrir un jueves más de mi existencia en el año 2.009 y voy tejiendo hoy  con mi memoria los cuentos  que contaré mañana  a mis nietos, mientras que con los ojos llenos de sueños retomo mi diario combatir por el mundo soñado, para  abrir el camino a una sociedad liberada y planetaria, al comunismo sideral que tanto añoro dejar como herencia a los hijos de los hijos de mis hijos. 




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Raúl Bracho


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