Cuando Ernesto Guevara, el Che, define la mujer y el hombre nuevo, nos explica que el avance de la conciencia de los nuevos valores siempre estará amenazado por el capitalismo y su putrefacción y que hasta tanto no sea superada la sociedad capitalista, no se podrá hablar de la mujer y el hombre nuevo como algo ya concluido.
En mis observaciones durante mis distintos viajes a Cuba, cuando el espíritu se nos llena con ese aire tan hermoso que es la dignidad y el valor del cubano, de la conciencia tan clara que encontramos en cualquiera con quien conversamos, siempre me decía para mis adentros, que si bien el bloqueo económico causa aun muchas penurias a este pueblo, ese bloqueo era lo más estúpido que hubiera podido hacer el capitalismo en contra de si mismo, pues alejó a Cuba de la incesante oferta del mercado capitalista: entiéndase por esto de la obsesión por los diseños de marcas, por el estatus que artificialmente pretenden vendernos con la adquisición de toda su basura y con la esclavitud, económica y moral al consumismo capitalista. Castigar a Cuba más bien fue premiarla. Desde el limpio azul de los cielos de Cuba, quizá el menos sucio por monóxido de carbono, hasta el alma de cada cubana y cubano que permanecen no contaminadas por la vorágine industrial no hace sino demostrarnos esto.
La revolución cubana nació de un divorcio ante el modelo del capital, tuvo que crear inmediatamente valores sustitutos, el socialismo va más allá de tener y disfrutar un par de zapatos Nike, Cuba desde su inicio tiene que aprender que mucho más importante es su autoestima como pueblo, su dignidad ante si mismos y ante los demás.
Esto no quiere decir que tan solo por se cubano se es inmune al capitalismo. En un mundo bombardeado por una oferta desmedida de obsoletas mercancías, nadie está ajeno a caer en tentaciones. La oferta de mercancías recubiertas con la imagen publicitaria que las llena de prestigio, de signo de distinción y todas esas ridiculeces que no por ridículas dejan de funcionar y de llenar de apetencia a casi todos, en Cuba y en Haití un par de zapatos Nike son algo más que un par de zapatos, igual en Italia o en el Polo Norte, mientras la sociedad de la competencia, de la oferta y la demanda, del consumo inducido por medios hipnóticos y alienantes funcione, todos estamos en riesgo. Así que nunca he visto como anormal que una cubana disfrute andar su hermosa figura frente al Capitolio con uno jeans desteñidos y su celular en la mano. Lo malo no son el jeans ni el celular, lo malo es toda la explotación bajo las que se crean estas mercancías, la sociedad capitalista que las produce y la injusticia en que todos puedan disfrutar los beneficios de estas mercancías, así que desearlas o preferirlas debe ser un acto conciente de que somos objeto de una penetración.
Por tanto siempre he pensado que el bloqueo ha distanciado a Cuba de este mercado que en nuestros países es mucho más severo, y que esta lejanía obligada contribuyó a crear en Cuba su propio sistema de valores y que de a poco los procesos revolucionarios deben de brindar a sus pueblos mercancías que los satisfagan y que no estén cargados con el veneno de la explotación sino con el goce de lo social, de lo compartido para la felicidad de todos..
Las Misiones de cubanos que vienen a Venezuela deben de ser un ejemplo de esa mujer y hombre nuevo que nos pedía el Che, un viaje en misión a un país que lucha por su revolución no podrá ser para que el misionero venga acá a disfrutar y envenenarse de consumo capitalista. La oferta de dinero para traicionar a Cuba, es ya una costumbre. Algunos médicos terminaron en Miami vendiendo hot dog, pues luego de que son comprados y ser utilizados mediáticamente para desprestigiar la revolución es que se enteran que EE.UU. no validará nunca sus estudios como médicos integrales. Las misiones deberán protegerse de igual o mejor manera en contra del robo y la corrupción de sus funcionarios. Deberán protegerse hasta de la “flojera” capitalista. Un médico en Misión de Barrio Adentro tiene el deber de ejercer medicina comunitaria preventiva, es decir: salir a patear el barrio, a tocar la puerta de cada miembro de la comunidad y conversar con ellos, integrarse y generar dinámicas sociales socialistas con la comunidad. Debemos estar atentos y denunciar si vemos que nuestros médicos cubanos se aburguesan y terminan jugando dominó en la terraza del C.D.I y olvidando sus compromisos revolucionarios, si terminan siendo solo compradores para enviar a Cuba mercancías y comerciarlas.
Hay que tener bien claro que el capitalismo es profundamente peligroso y contagioso y es por ello que en Venezuela, que no es una Revolución que se divorció del modelo anterior, como Cuba, debemos dormir con el enemigo en la cama. Aquí la corrupción es y seguirá siendo por un tiempo un peligro muy inminente, pues a diferencia de los cubanos, una gran parte de nuestro pueblo no tiene la formación en nuevos valores y es más susceptible a morder el anzuelo.
Si bien Cuba ha sabido sacar enormes beneficios morales a su revolución y a su situación económica tan estricta, Venezuela deberá estar demasiado atenta para no solo tratar de conseguir la siembra de los nuevos valores, sino para protegernos de nuestra situación económica de riqueza. Si a Cuba la pobreza la hizo tan rica en espíritus, en Venezuela la riqueza nos podría convertir en miserables sino combatimos frontalmente las flaquezas ante la corrupción y el dinero.
Insisto en que la ética revolucionaria debería terminar siendo legislada y convertida en ley, el castigo a quienes se vendan y se corrompan, cubanos o venezolanos, debe ser implacable y ejemplar. Toda la contraloría social debe ser la fuerza popular para vigilar y denunciar a la menor sospecha de traición, de robo, de corrupción o aburguesamiento entre nuestros militantes, de cualquier nacionalidad.