La huella personal de cada cual es la historia que todo lo guarda, que todo lo destapa con el tiempo, que todo lo enseña y que todo lo muestra para la gloria o la hecatombe de muchos, antes o después de desaparecido; es como ya lo dije, guarda, destapa, muestra, glorifica y condena.
Quien está demostrando que esa historia condena o glorifica, es el Presidente de nuestra hermana República de Colombia Juan Manuel Santos. Él, ya sabe lo que significaría para sí, el ser un mandatario que pudiese limpiar la historia de sus antepasados y por qué no decirlo, limpiar el rumbo de sus descendientes actuales y los que vengan, hijos, nietos y etc. El Presidente Santos, parece, si no tiene cartas bajo la manga, que está dispuesto a ser todo lo contrario de quien tristemente remplazó en la magistratura colombiana; una primera magistratura manchada por quien hoy, prácticamente está en las de Villadiego y que por doquiera que aparece, es esperado con pancartas y gritos de asesino, paramilitar, narcotraficante y cuanta basura le puedan echar encima desde estudiantes, intelectuales, artistas y gentes comunes y corriente de todo el mundo.
¡Qué tristeza haber “gobernado” una nación por ocho años! ¡Haber sido un hombre público por más de treinta y cinco años! ¡Haber sido el “líder” de una nación y personaje reconocido en todo el globo y caer luego en el foso de la condena eterna! Aquélla parábola bíblica que dice: “…dejad a los muertos que entierren a sus muertos”, seguramente que se refiere a esa muerte en vida que carga el ex presidente Álvaro Uribe Vélez. Y para más colmo de sus desgracias, está la muerte segunda que equivale a desaparecer de la historia y que cuando se recuerde, se recuerde como esa cosa que tanto daño le hizo a la humanidad, a su nación, a campesinos y a quien más pudo perjudicar.
El presidente Santos de seguro que está observando y apuntando en sus acciones lo que no debe continuar haciendo. Debe saber, que no sólo Uribe es esa cosa que los colombianos y el mundo desprecia y condena como esa diabólica figura humana, sino que debe saber que son muchos los presidentes colombianos que hoy, ya ni se mencionan y cuando se hace, se hace para lamentar sus actos públicos y personales.
La historia glorifica a personajes públicos y humildes que hacen lo correcto, que hacen lo que corresponde hacer. Pero hacen lo bueno para sí y sus semejantes. ¿Quién y cómo se recuerda a Gorbachov? ¿Quién y cómo se recuerda al grande General De Gaulle? ¿Cómo recordamos a nuestro Simón Rodríguez? ¿Cómo recordamos al malandro de la esquina? ¿Que nos trae a la memoria Carlos Andrés Pérez? ¿Quién es Jorge Eliecer Gaitán para los colombianos? ¿Acaso Raúl Reyes no es en este momento más respetado en la mente de la humanidad que quien lo mató? ¿Qué es y será de los Georges Bush, padre e hijo en la posteridad?
Es así queridos hermanos del mundo. Todo esto se le olvidó a Uribe, a la oligarquía mundial, a jefes de Estado sátrapas, a lacayos y vende patrias del mundo. Es así Señor Presidente Santos, vivir un infierno eterno es más desagradable que vivirlo en vida. Vivir la gloria eterna, aunque parezca que ya no importa y que nadie sabe sí lo disfruta el difunto, es grande y hermoso y más, cuando quedan familias directas.
¿A qué cosa, plaza pública, calle o monumento en Colombia, se le pondrá el nombre de Álvaro Uribe Vélez, que no sea en la lapida de su tumba? Sí Presidente Santos, cuide sus acciones para que no repita la tontería de su antecesor y vale preguntarse ahora, ¿fue inteligencia o instinto lo que hizo de Álvaro Uribe Vélez ese ser despreciable que hoy rechaza el mundo? ¡Sea inteligente Presidente Santos!
¡Patria socialista o muerte!
¡Socialismo radical con Chávez!
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