Todavía es quizás muy temprano para sacar conclusiones definitivas sobre los movimientos de cambio social que sacuden al norte de África y el Medio Oriente. Es importante, sin embargo, analizar la actual rebelión popular contra el gobierno de Muhamar Khadaffi en el marco histórico y étnico del Mahgreb, y de Libia en particular. Los habitantes originarios del Mahgreb y de Libia, son los pueblos amazigh o bereberes, dentro de los cuales existen diversas parcialidades étnicas: los tuareg, los rif, los kabil, los shawia, los haratin, entre otros. Los amazigh fueron subyugados, a partir del siglo VI de la era, por las tribus árabes islamizadas provenientes de la península Arábiga, y convertidos al Islam, aunque la contradicción entre amazigh y árabes y entre los amazigh y los colonialistas europeos (españoles y franceses) que invadieron y se apoderaron del Mahgreb en el siglo XIX, nunca ha dejado de existir.
Para no abundar demasiado en el dato histórico antiguo, podemos trasladarnos directamente a 1919, cuando estalló la rebelión de los rifeños liderada por el caudillo amazigh Abd El Krim, también conocida como Guerra del Rif contra los colonialistas españoles apoyados por los franceses, la cual fue derrotada luego de una larga y sangrienta lucha donde los colonialistas españoles utilizaron armas químicas (el gas mostaza empleado en la primera guerra mundial) para aniquilar a la población civil. Uno de los pueblos amazigh o bereber más publicitado es el touareg, población nomádica cuyo hábitat es el Mahgreb y también el África sub-sahariana: el Sahel, el Sahara, Mali, Niger, Nigeria, Burkina Faso y Algeria.
La relación política entre los amazigh y los árabes propiamente dichos o con los gobiernos de los estados africanos modernos nunca ha sido totalmente pacífica: los tuareg, por ejemplo, han sido recientemente actores políticos de rebeliones contra los gobiernos de Mali y Nigeria. En este sentido, es ilustrativo de la situación actual que la mayoría de la población amazigh o bereber esté concentrada en el oriente de Libia, justo donde se ha producido la rebelión contra el gobierno de Khadaffi. Las causas de ésta y otras rebeliones es la política de apartheid que tradicionalmente han practicado los gobiernos de la región contra los pueblos amazigh.
En Libia particularmente, el Congreso Mundial Amazigh celebrado en 2010, denunció la política del gobierno libio que prohibía la utilización de las lenguas amazigh, así como negaba la nacionalidad a los amazigh que se oponían a su arabización dentro del Estado libio. No parece conveniente sacar conclusiones apresuradas sobre las causas de la guerra civil que comienza a desarrollarse en Libia, pero ésta tampoco se puede descontextualizar de la situación histórica del Mahgreb. No se puede tampoco generalizar el uso del concepto étnico y cultural de lo árabe para simplificar y cosificar el problema.
La mayoría de los pueblos del Mahgreb tienen en común el factor religioso, el Islam. que colonizó desde el siglo VI la mayoría de los pueblos africanos. Sin embargo hay otros componentes étnico-religiosos que tienen importancia, quizás no numérica pero sí cualitativa; los andalusí emigrados de El Andalous luego de la caída de las taifas del sur de España en el siglo XV, donde se incluían antiguas poblaciones judías sefardíes descendientes probablemente del sustrato fenicio-hebreo que se expandió por el litoral atlántico-mediterráneo africano y andaluz hacia el siglo VIII antes de Cristo, son especialmente importantes desde el punto de vista económico. No podemos olvidar tampoco los magrebíes de origen europeo, entre los cuales podemos nombrar los franceses llamados “pied noir” y los mahgrebies de origen español donde resaltan importantes intelectuales progresistas contemporáneos como Santiago Alba Rico, asimilado magrebi tunecino.
En Venezuela nuestros políticos tienen en general una memoria histórica muy corta, muchos creen que la modernidad capitalista ha liquidado efectivamente las particularidades e identidades culturales de los pueblos. Ese no es el caso en nuestro país y mucho menos de regiones como el Mahgreb donde existen tradiciones históricas y culturales cuyas raíces se hunden en los tiempos neolíticos. Nuestra cancillería, tengo entendido, cuenta con arabistas que conocen el problema. Walter Martínez en su programa Dossier del pasado miércoles 24 también dejó entrever lo complicado de esta situación.
Aunque no somos arabistas y mucho menos analistas políticos, recomendaríamos a nuestro gobierno bolivariano prudencia en el manejo político de esta situación. El coronel Ghadaffi es, sin duda, un viejo amigo de Venezuela y evidentemente fue un importante luchador antiimperialista en su momento; colaboró en la formación de cuadros revolucionarios de diferentes países latinoamericanos entre muchos otros, en la estructuración del socialismo árabe y en la distribución democrática del ingreso petrolero en su país. Pero tampoco podemos dejar de lado las concesiones políticas que ha hecho al imperio para que lo retiren de la lista de países terroristas, donde fue colocado particularmente luego del atentado de Lockerbie a cambio de entregar concesiones a las transnacionales, lo que ha convertido a Libia en uno de los mejores mercados para la compra de armamentos de origen inglés, francés, español, italiano, gobiernos estos que cínicamente hoy se quejan del uso de dichas armas en la guerra civil.
No deberíamos quedar ante el mundo, eventualmente, como desconocedores de las luchas populares que se ventilan hoy día en el Mahgreb, Egipto y el Medio Oriente en el general. Lo que sí parece ser cierto es que las estructuras de dominación colonial construidas por el Imperio desde el siglo XIX y heredadas y reforzadas por la actual cabeza del Imperio, Estados Unidos, están botando las tuercas y los tornillos, están colapsando desde Rabat hasta Yemen y Bahrein. Israel, con toda su capacidad nuclear y financiera no escapará tampoco –creemos- a este sunami civilizatorio, porque el fanatismo de sus dirigentes sionistas así como el régimen de apartheid establecido contra los palestinos que descienden de los pueblos originarios que habitaron Palestina desde el Neolítico, es actualmente su principal detonante.
Como dicen los refranes populares venezolanos: cachicamo trabaja p’a lapa, nadie sabe cuando el peje bebe agua. A buen entendedor: salud.
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