La Crisis: reflexiones sobre sus escaramuzas

Durante las últimas semanas parece que la novedad “informativa” de moda, característica de un discurso mediático que hace “revoluciones árabes” en algunas semanas y “transiciones pacíficas” en otras cuantas más, es el tema de la crisis. Pero a cual crisis se refieren los medios? La política? Las económicas? O las sociales?, Revisemos un poco a qué se refieren los grandes medios des-informativos con el término crisis y más aún, analicemos que buscan con toda la creación de una matriz de opinión donde este término o concepto está a la orden del día.

De acuerdo a la Real Academia Española, la palabra crisis hace referencia entre otras a: i. f. Mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales. ii. f. Situación de un asunto o proceso cuando está en duda la continuación, modificación o cese. iii. f. Escasez, carestía. iv. f. Situación dificultosa o complicada. Observamos bien que las dos últimas acepciones son quizás las más cercanas al sentido y la orientación buscados en el discurso televisivo. Nada hay más falso que un medio de comunicación privado, no es escandaloso pensar entonces que su objetivo es claro y defino en relación a la extrema manipulación del término en los actuales momentos.

Para los medios y los poderes que ellos representan, la crisis debe ser reflejada o representada bajo una óptica de transitoriedad, (crisis-coyuntural) mas no como una crisis sistémica o total, (crisis-estructural), lo primero equivaldría a decir que actualmente vivimos una crisis, pero que no es permanente y que cuando retomemos el rumbo del anhelado “crecimiento económico” –uno de los Dioses del siglo XXI-, entonces las cosas volverán a ser como antes y todos seremos felices, trabajo y más trabajo, consumo y más consumo. Lo segundo equivale a aceptar lo inaceptable: una alternativa real al sistema capitalista!. La fórmula para salir de la crisis actual parece estar clara para los poderosos, “los pobres, los desposeídos, los excluidos, y los pendejos deben morirse de hambre para que todo vuelva a la normalidad”, mientras nosotros seguimos intocables.

Al mismo tiempo, cuando se nos habla de crisis, se nos intenta decir que somos responsables de algo que ni siquiera entendemos con claridad, se nos repite diariamente una nomenclatura infinita de términos propios de la ciencia económica, (rebote, caída, tasas de interés, índices bursátiles, bonos, acciones, mercados, etc., etc.) Explicaciones por lo general de tipo clásica o neoliberal, con la que sólo una muy pequeña parte de la población está familiarizada. Todo ello con el fin de que nuestro conocimiento del tema se reduzca cada vez más a una cuantas ideas muy vagas: “Las cosas están mal, entonces debemos aguantar un poco”, “sí, ahora estamos en crisis” o “simplemente no tengo empleo porque hay una crisis”, así los medias crean y recrean un sin fin de justificaciones que diariamente aceptamos como dadas y de las cuales somos responsables, aunque no sepamos de qué o porqué somos responsables. Vaya triunfo del capital…!

La crisis actual, que comenzó siendo una crisis económica o financiera en EEUU, gracias entre otras cosas a las desregulaciones implantadas por el modelo neoliberal de Washington en los 80’ y los 90’ de la mano de Reagan y Thatcher -los padres de la criatura- se trasladó luego a Europa mediante los “activos nocivos” y las transacciones especulativas en un sistema financiero mundial sin reglamentaciones otras que las emanadas de las propias fuerzas del mercado. No obstante, una crisis del sector privado de la economía mundial (las finanzas) al que la mayoría de la población mundial está completamente ajena, se convirtió rápidamente en una crisis del sector público, una crisis de los trabajadores sus ahorros y sus pensiones, crisis del empleo, de la vivienda, del los jóvenes y de todos en general. Esto ocurre cuando el Estado, desposeído de todos su poderes reguladores y de sus responsabilidades con la ciudadanía, declina en favor de los mercados, bien por miedo, terror, o cualquier otro sentimiento posible en un mundo cada vez más dominado por las transnacionales. La salida; los millones de trabajadores a nivel mundial debemos cargar el peso de las decisiones erróneas de sus bancos y de sus gobiernos. La crisis debe ser vista desde esta perspectiva, como una crisis estructural del sistema capitalista, del mercado financiero, por lo tanto deben ser los banqueros y los privilegiados los paguen las consecuencias de sus nefastas acciones.

Vemos con asombro como los gobiernos de los países desarrollados hacen malabares de todo tipo para sacar más dinero de donde ya no hay más!, más recortes sociales, menos trabajadores públicos, menos sanidad, menos educación, menos gasto público, en fin, menos, menos, menos…Con dicha resta, como la ha hecho muy bien Berlusconi, Papandreu y Zapatero, entre otros, se busca contentar a los mercados, así, los jefes deben estar felices porque la “disciplina” se está llevando a cabo. Parece irónico que los términos disciplina o crisis, se usen para delinear las nuevas formas que tendrán los desposeídos de morirse del hambre, pero no para contrarrestar los bancos o para frenar al todopoderoso sistema financiero internacional, que hace y deshace aún cuando sus cimientos teóricos son una completa entelequia.

La crisis que pasó de económica a social cuando disparó el desempleo en España a cerca del 20%, Inglaterra 9,2 %, Grecia 14 %, entre otros, que además destruyó los ahorros de miles de trabajadores en Islandia y mandó a la calle a cerca del 30 % del sector público en Italia, ahora apunta sin dudas a convertirse en una crisis política mayor. El capitalismo te dice que consumas, que te dará un empleo para que puedas consumir, pero cuando no lo tienes y no puedes consumir, el resentimiento y la ira se apoderan de aquellos que queman la city de Londres, o la banlieu parisina, esta es sin duda la crisis de los consumidores frustrados. En las circunstancias actuales el mismo sistema parece haberse atado de una manera tal, que ya ni él mismo puede soltarse.

Para que nuestros salvadores nos salven de la catástrofe que se avecina, debemos hacer lo que nos dicen “ajustarnos los pantalones”, aunque una reducción del consumo y del empleo, se traduzca casi inmediatamente en una reducción del producto. Entonces, como que para relanzar el crecimiento debemos apelar a una reducción del producto? Esto no lo entienden ni ellos mismos, la disciplina de la que hablan, no es más que una especie de muro de contención frente a las consecuencias posibles de un estallido social sin precedentes que marque una ruptura brutal de las formas capitalistas actuales en el corto plazo. Prestemos atención a lo que está ocurriendo con verdadero sentido crítico, sepamos que lo que pasa no es ni ha sido en lo absoluto, responsabilidad de los trabajadores o de los desfavorecidos, es en cambio la prueba más fehaciente del malestar y la descomposición de un modelo económico y político asfixiado y agonizante pero que se resiste a morir.

ibiceduve@hotmail.fr


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Charles Giuseppi


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