Cinco hechos determinan el último cambio en el modelo de desarrollo del capital norteamericano: el fin de la carrera armamentista, el control de los fuentes de suministro de petróleo y agua, la unión de los sistemas financieros de Estados Unidos, Europa y Japón, el desarrollo de las fuerzas productivas (informática, automatización, internet y nuevos sistemas de transporte); así como, el estancamiento del crecimiento del capital en los mercados de consumo existentes, junto a la aparición de nuevos capitales emergentes compitiendo por la renta. Estos cinco hechos afectan la estructura económica del capital norteamericano y lo empujan a explotar ya no la mano de obra sino los mercados de consumo emergentes hasta ahora marginados por: prejuicios políticos, bajo poder adquisitivo de su mano de obra (ahora en aumento), poco nivel de desarrollo capitalista y/o resabios feudalista. De allí la estrategia del capital norteamericano y europeo de explotar inmensos mercados de consumo como los de China, la India, Brasil y el sudeste asiático, cuya clase media se encuentra en franco crecimiento (en cantidad y en poder adquisitivo). Por otra parte, esta estrategia se complementa “promoviendo” “revoluciones democráticas liberales” a fin de imponer políticamente el desarrollo capitalista y reducir a su mínima expresión el feudalismo existente en los citados países; así como, también en los países que integran el norte de África, el Medio Oriente y Asia central. En este sentido, la contradicción se plantea en dos niveles: uno, donde los capitales norteamericano y europeo luchan con los capitales insurgentes para penetrar y controlar, cada vez más, los mercados de estos últimos y, dos, entre el capitalismo y el feudalismo para cambiar el modelo económico y aumentar la capacidad de consumo de los nuevos trabajadores asiáticos e islámicos.
Para explotar estas oportunidades se propone un cambio en el modelo de desarrollo norteamericano y europeo, centrado en la unidad política de estos capitales. Esta unidad permite consolidar un mercado financiero integrado (bajo un solo mando), con una política económica común para los capitales norteamericanos, japonés y europeos, este último, como Estado federado (tipo Estados Unidos). Estos elementos políticos y económicos son utilizados para imponer la disminución del costo de la mano de obra en sus países al punto de llevarla a un monto que permita reactivar y hacer más competitivos sus aparatos productivos frente al de los capitales insurgentes como los de china, la India, Brasil y el sudeste asiático, entre otros. Sin embargo, el cambio en el modelo de desarrollo norteamericano y europeo supone: Primero, la apertura y explotación intensiva de los nuevos mercados de consumo en china, la India y Brasil, para lo cual el tema de la desregulación y la valorización de la moneda es fundamental; Segundo, la creación de mercados, hasta ahora, vistos como fragmentados y atrasados como los del norte de áfrica, medio oriente y oeste de Asia y Tercero, el usufructo de los mecanismo de integración de capitales y mercados regional como los caso de América latina, el sudeste asiático y el sur y centro de áfrica.
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