Lo que no deja de tener su gracia, dentro del maremágnum que es este sistema social, político y económico repleto de absurdos, de artificios y de contradicciones (en lo que parece basarse la indemostrada afirmación de que es el menos malo de los sistemas), son los constantes llamamientos de los propios medios de comunicación a "no hacer juicios paralelos" y a presumir la inocencia de los poderosos tan envueltos en el escándalo o en el delito, que traen a un primer plano la presunción contraria, es decir, su culpabilidad.
No es pues preciso insistir. De todos es sabido, desde que hace 34 años fuimos convertidos de súbditos en ramplones ciudadanos, que obliga esa dichosa presunción cuando se trata de gente ungida por el poderío, aunque se puede linchar moral y tranquilamente a quien no lo está: cosas de la desigualdad instituida de hecho por las cloacas de las leyes…
Pero hay que tener en cuenta que si no creemos en la inocencia de los estafadores de postín es precisamente por las abrumadoras pruebas y la exhaustiva documentación aportada a diario por los propios medios de comunicación. Así es que, puesto que eso es así ¿qué se pretende? ¿que, tras habernos mostrado correos y mensajes electrónicos, escuchas telefónicas, documentos gráficos sin cuento que acreditan falsedades y evidencias de todos los tejemanejes, no pensemos ni digamos que estamos ante delincuentes encumbrados por privilegios medievales (lo mismo da a estos efectos que sean ex presidentes de autonomía que yernos reales), que nos mantengamos en silencio y que sigamos reverenciando a quienes nunca debimos respetar?
Es vergonzoso y cínico que portavoces de los medios oficialistas finjan sorprenderse de la general indignación y de la condena pública generada por sus pruebas manifiestas. Pues, por si fuera poco, esa fingida sensatez suele ir acompañada de una operación de "Caja" en toda regla a lo largo de horas de debates circenses durante las que los moderadores piden disculpas una y otra vez "para dar paso a la publicidad". Tanto es así que nos plantea si no serán los publicitarios, las agencias y las empresas de los productos anunciados quienes más atizan cada escándalo bajo el paraguas del "deber de información", e incluso si no serán ellos otros más de los verdaderos dueños de la finca nacional...
Por esto hablaba al principio de maremágnum. Porque esta democracia burguesa (y mil veces más la española, además coronada y viciada en su arranque) es un cúmulo de las contradicciones, absurdos y artificiosidades mencionados. Pero además, un río revuelto en el que se pasan la vida pescando las mismas familias, los mismos clanes y las mismas castas mientras el resto no podemos hacer otra cosa que presenciar cómo se llevan a su casa la cesta llena de peces.
El caso es que resulta fácil el pronóstico tras los legítimos juicios paralelos morales: después de meses del bombardeo mediático sobre las docenas de estafas del yerno del rey, vendrá la absoluta calma, y tras su absolución sólo quedará el eco de otro más de los muchos y escandalosos desafueros judiciales del sistema y el silencio más absoluto. El sistema, la Justicia y la monarquía, de nuevo los grandes triunfadores…
Jaime Richart
richart.jaime@gmail.com