Hoy descubrí por azar una pintura que me dejó atónito, se trata de un óleo sobre cartón, de 44,4 x 30,3 Cm. Hechura del catalán pintor Salvador Dalí.
Lo más asombroso es que en la parte inferior derecha del complejo cuadro posa nada más y nada menos que el entonces joven, hoy actual Presidente norteamericano Barak Obama.
Huelga añadir que se trata de un cuadro surrealista e intitulado como “El juego lúgubre”, precisamente lo que el gobierno norteamericano pretende hacer con el resto del mundo.
Obama aparece de espaldas -abrazado con su alter ego, éste, obviamente de frente a él y con la cabeza hundida sobre los hombros de su par original, casi como llorando y/o tal vez diciendo ¡fo!- y con los pantalones chorreados de marrón.
Lo premonitorio del cuadro es que precisamente Mr. Obama, de seguro, ha debido mancharse los pantalones cuando leyó las encuestas de Hinterlaces, y, precisamente, después oyó la voz mayor del propio Schemel, quien dejó entrever así como quien no quiere la cosa, que por cualquier vía, Chávez es un candidato imbatible.
Schemel no es santo de nuestra devoción, lo saben todos, e inclusive los más enconados adversarios del proceso revolucionario reconocen para sus adentros, que Chávez va a darle una pela a “Capricho”, el 7 de Octubre; de ahí que Obama ahora ande así, como otrora en el cuadro, a sabiendas de que el resonante triunfo de Chávez, el 7 de Octubre próximo, retumbará allende nuestras fronteras.
Y, eso no es todo; analizando otro óleo del referido pintor –“Autorretrato blando con tocino frito”- tuve la sensación de que la imagen pautada (valga decir, pintada) se da un aire a Hillary Clinton; no puedo afirmar de manera categórica que sea ella quien posó para ese óleo pero, por lo malalengua y, además, que se la pasa “preocupada” por quítame esa pajita del hombro, yo estimo que es su vivo retrato.
De todas maneras y para no ser irresponsable dirigiré un mensajito de texto al Doctor Lupa, para ver si él corrobora mis aseveraciones.