Siria es expresión de esos planes. Paralelamente a los crímenes de la OTAN en Libia y las persistentes amenazas y atentados terroristas contra Irán, está nación ha sido intervenida desde adentro para lograr el propósito nada oculto del Departamento de Estado, de derrocar al gobierno de Bashar Al-Assad, con la ayuda de mercenarios y campañas internacionales de información que buscan posesionar a nivel mundial una imagen criminal del presidente, como han hecho a lo largo de la historia -después de la Segunda Guerra Mundial- con líderes de todo el mundo que dirigen procesos de independencia y soberanía.
A 5 años del criminal bloqueo de Israel contra el pueblo palestino en Gaza, vale recordar el compromiso y el llamado que Siria e Irán firmaron, para presionar junto con otras naciones musulmanas, el fin de ese crimen.
Ambos gobiernos instaron a una acción internacional que termine con el sufrimiento del pueblo lo que aceleró la aplicación de métodos en contra de dichos estados. En Siria se ha ido concretando el golpe de estado de manera efectiva.
La denuncia del bloqueo y la exigencia de Siria e Irán de conseguir por la vía de la presión internacional un Estado independiente para el pueblo palestino, son cuentas que Washington está cobrando sin piedad.
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