Federico Engels, ante la tumba de Marx, habló de los grandes logros científicos de su eterno camarada y amigo. Al descubrir Marx la ley del desarrollo de la historia humana, puso de manifiesto lo siguiente: “ el hecho, tan sencillo, pero oculto hasta él bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o de una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres y con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta entonces se había venido haciendo ”. Eso debe tomarse en consideración para todo análisis de la lucha de clases –en general- y de la política –en lo particular-. Igualmente, lo dicho por Engels tiene validez para la actividad deportiva.
Pero, para entender de la manera más correctamente lo expresado por el destacado jugador de fútbol venezolano, Nicolás Miku Fedor, es necesario también comprender ese otro gran descubrimiento hecho por Marx: todo lo que se produce y se destina a la venta, se llama mercancía como todo trabajo no remunerado al obrero es productor de plusvalía. Eso es cosa de economía y el fútbol, antes que deporte para las cúpulas que lo dominan, es economía. El hombre es mercancía desde que se produjo la partitura de la sociedad en clases sociales, una que explota y oprime y la otra que es explotada y oprimida. Solo el comunismo le pone punto final a toda expresión de esclavitud social cuando cada quien trabaje de acuerdo a su capacidad y se provenga de bienes de acuerdo a sus necesidades guiándose sólo por la educación, el hábito y la opinión pública, es decir, sin necesidad de ningún gendarme que lo vigile. En el socialismo avanzado todos los deportes que se ejecuten en la humanidad dejarán de ser profesionales y rentables desde el punto de vista de dinero. Serán actividades como las demás de otros géneros para satisfacción material y espiritual de todos los seres humanos. Mientras no sea así, todo estará sujeto a las reglas o leyes del capitalismo. Para éste, todo lo que se produce y con lo que se produce, es mercancía. Por lo tanto, todo deportista profesional produce dinero a los propietarios de equipos, lo que le convierte en mercancía. Como conclusión: Miku es mercancía.
Miku, dio una declaración que recoge la esencia del tratamiento que dan los propietarios de los clubes de fútbol a los jugadores. El Presidente del Getafe, Angel Torres, trató a Miku como lo que realmente es: una mercancía. Y ésta, no requiere de valores humanos o de sentimentalismos, porque así lo ha extendido a la conciencia el capitalismo. Y como toda mercancía estará siempre destinada a la venta o la compra determinada por la ley del valor del trabajo, aunque ésta no lo haga de manera inmediata. ¡Allí también está actuando ese principio de la economía conocido como la ley de la oferta y la demanda! Vivimos un mundo en que todo lo que se oferta es mercancía y todo lo que se demanda es mercancía. Miku, por ser una mercancía, fue ofertado por Getafe y adquirido por el Celtis (de Escocia), porque este club futbolístico tenía necesidad de la demanda de un jugador de sus condiciones. Así de sencillo. Lo valioso es que Miku, seguramente sin haber leído jamás a Marx, llegó a la misma conclusión que el notable científico, revolucionario y comunista: el hombre es también una mercancía que puede ser vendida, comprada, contratada, traspasada, prestada o, sencillamente, excluida por el propietario de los medios de producción, de la riqueza o del capital..
El fútbol ha sido acaparado por la propiedad privada. Grandes capitales se invierten para contratar jugadores. Estos, como cualquier mercancía, tienen –por separados- sus precios. Los clubes, con más capital, se convierten en monopolios y adquieren a los mejores jugadores por jugosas sumas de dinero. Ganar ligas, obtener victorias en competencias continentales y asirse de copas intercontinentales produce mucho dinero para los propietarios de equipos. Con lo que le pagan –como salarios- a Messi y a Ronaldo, por ejemplo, se podrían solucionar centenares de problemas en cualquier país africano y hasta del mundo. Problemas, que por cierto, no los han generado ni Ronaldo ni Messi sino el capitalismo salvaje.
En el deporte rentado el capitalismo actúa con las mismas reglas que en las industrias, es decir, en la producción de bienes de cualquier naturaleza. Saben, por ejemplo, que Messi y Ronaldo no son eternos, que dentro de pocos años ya no producen los dividendos deseados, mermarán sus condiciones físicas y deberán ser suplantados por nuevas estrellas. Por eso, los grandes monopolios del fútbol (como el Real Madrid y el Barcelona por citar dos) adquieren talentos jóvenes que van adiestrando en la técnica futbolística para que puedan sustituir a las estrellas cuando éstas entren en su ocaso. Así lo han hecho y centenares de ejemplos existen que no pueden ser refutados. Lo mismo hacen los grandes empresarios capitalistas en la educación para suplantar la mano de obra envejecida.
Especialmente en el fútbol se han enquistado mafias que tienen la potestad no sólo de decidir el destino de los jugadores sino de los grandes eventos futbolísticos, tal el caso de un Mundial. Los jugadores pertenecen a los clubes. De otra manera no tienen vida en el deporte rentado o profesional. Y cuando los dejan en libertad es que ya no poseen, por lo general, las cualidades para satisfacer la demanda de los propietarios. Ahora, cuando una directiva de un equipo (caso Getafe) vende, traspasa o presta a uno de sus mejores jugadores (caso Miku), lo hace por necesidad de dinero para solventar crisis económica. De lo contrario no sale de ninguna de sus estrellas y Miku fue el mejor goleador del Getafe en la temporada pasada. En venta de jugadores, éstos son los que menos reciben porcentaje en el reparto. Sencillamente, porque son mercancías y éstas no pueden tener preferencias sobre los amos de la propiedad privada.
Pero tratándose de las declaraciones de Miku, acusando al Presidente de Getafe (Angel Torres) de haberle tratado como una mercancía, de haberlo amenazado y chantajeado, lo que nos queda es solidarizarnos con el compatriota, hacernos eco de sus denuncias aunque no pasen de una esquina cualquiera. La FIFA manda más que muchos gobiernos. Lo lamentable, es que no haya habido verdadera solidaridad de los compañeros de Miku. Incluso, el arquero de Getafe (Moya) lo que dijo, relacionado con el caso Miku, fue: Ahí no me meto. Eso igualmente debemos entenderlo, porque los que se metan en favor del jugador que lucha contra el propietario, salen perdiendo, salvo que la lucha cuente con la aplastante mayoría de jugadores de una liga o una división, tal como se ha puesto de manifiesto con huelga por reivindicaciones económicas que paralizan el inicio de una temporada de fútbol. Allí, otro gallo canta, porque eso pega mucho en los bolsillos de los propietarios. En ese momento tratan con mucho respeto a los jugadores, los escuchan, se intercambian ideas, se acuerdan unas cosas y otras no tanto por propietarios como por jugadores, pero eso jamás evitará que éstos sigan siendo mercancías.
Bueno: ¡Viva Miku! y ¡Abajo Angel Torres!