No suele ser común que a un casi septuagenario se le escapen odios escondidos, para denigrar de algún ser humano cualquiera sea. Con mucho menos frecuencia esa actitud puede presentarse, si se trata de un ser humano que como Chávez tiene su vida en vilo, por entregado a la tarea más sublime que alguien pueda emprender, como es la redención de los más necesitados.
Pero al salsómano nacido en Puerto Rico y dado de gringo adherido al partido Demócrata de Obama, mister Willy Colon, parece resbalarle hasta el coxis, el evitar tales desventuras. Y entonces pela por su Black Berry hediondo a narcotizas y escribe infundios contra Venezuela y su presidente. Sus últimas frases contra Chávez le sitúan exactamente en el sitio donde siempre ha desvivido. La podredumbre de sus procederes es su hábitat predilecto. Por eso, hace casi cuarenta años, se valió de la ingenuidad de un campesino puertorriqueño de Ponce aprovechando su habilidad para cantar la salsa latina y lo enredó en un submundo de donde jamás pudo salir el sempiterno cantante Héctor Lavoe.
Logró el bandido Colón, influir sobre el temperamento de aquel sano muchacho y le incitó a un camino espinoso de la cocaína que al final lo condujo a la muerte. Y hoy el vanidoso personaje, lo que hace es vivir de las memorias de Lavoe, metiéndose una bola de billetes en cada presentación donde le hace alusiones con remembranzas cargadas de hipocresía. Cuentan que a la muerte de Lavoe, posiblemente recargado de su impúdica conciencia, no asistió a los actos mortales del cantante ponceño y envió unas notas repletas de una hipocresía detestable. Así actúan los cobardes.
Podrida, entonces tendrá él su conciencia, es el grito desgarrador de los seres sensatos del mundo. Y si alguna vez, repleto de la nobleza infinita que la juventud le otorgaba, Lavoe en aquellos años, en sus sonsonetes que le hicieron asaltar el mundo de la salsa, le gritó a Colon, “Te la comiste Willy”. Esta vez el muchacho de Ponce con toda seguridad le gritaría, ” La cagaste Willy”
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