Colombia y la Otan firman acuerdo; Rectores y Sacerdotes venezolanos lo avalan

Ante las críticas de algunos países latinoamericanos a Bogotá, de querer pertenecer a la OTAN dando la espalda a otras organizaciones de la región; Colombia y la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (Otan) firmaron un acuerdo para el intercambio de información clasificada. El anuncio del presidente Juan Manuel Santos, en el sentido de que este mes de junio Colombia se suscribe a través de un acuerdo de cooperación con la Otan y que a Colombia le gustaría “ingresar” a esa organización, crispó los ánimos en el vecindario. Los cuestionamientos provinieron de países miembros del grupo del Alba, que calificaron de “amenaza” y “provocación” tal acuerdo. Las primeras declaraciones de Rectores apátridas de las Universidades tradicionales venezolanas, y las declaraciones de sacerdotes políticos, avalan tal acuerdo, y conminan al gobierno venezolano hacer lo mismo que esta haciendo Colombia. ¡Que bolas!

El presidente de Bolivia, Evo Morales, dijo: “Es una amenaza, una provocación y una conspiración contra los gobiernos antiimperialistas, contra Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador”. Así mismo el presidente Evo Morales, decidió solicitar la convocatoria urgente de una reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad de UNASUR (Unión de Naciones del Sur) para analizar los riesgos que podía tener para la región la iniciativa colombiana. El presidente venezolano Nicolás Maduro, quien calificó de “aberrante” la idea de Santos. Maduro dijo que con esta posibilidad se pretende avanzar hacia una agenda de desestabilización regional, “de ataque contra la revolución bolivariana y de adhesión a los planes hegemónicos imperiales”. También dijo el presidente Nicolás Maduro: “Lo que ha sucedido en los últimos días no fue un malentendido como lo calificó el presidente Santos. No fue un malentendido convertir Bogotá en un centro de conspiración contra nosotros donde se planifica el asesinato de Diosdado (Cabello, presidente del Parlamento venezolano) y donde se planifica el asesinato y el envenenamiento mío”

Como señaló el ministro boliviano de Defensa, Rubén Saavedra, “Cualquier forma de presencia de la OTAN en Sudamérica o Latinoamérica ya implica un riesgo para la paz de la región. Esta presencia también implica desestabilización de la misma región, un riesgo inminente de la paz que gozamos”. En realidad, las declaraciones previas tuvieron un contenido más fuertemente antiimperialista y prevenían sobre las grandes catástrofes que podrían cernirse sobre América Latina de plasmarse la presencia de la OTAN en su territorio. Previamente Evo Morales se preguntaba retóricamente: “¿Cómo es posible que Colombia pida ser parte de la OTAN, ¿para qué?, para agredir a Latinoamérica, para someter a Latinoamérica, para que nos invadan los de la OTAN como han invadido en Europa y en África… es una agresión, una provocación, una conspiración a Gobiernos antiimperialistas, a Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y no [lo] vamos a permitir”.

Políticamente permite que algunos países se comprometan con la Alianza en la medida de sus intereses y necesidades, desde el simple diálogo político hasta la identificación de áreas de interés común en las que cooperar. Operativamente facilita que otros países puedan participar de una manera u otra en operaciones lideradas por la OTAN, y mejorar su interoperabilidad con las fuerzas armadas aliadas. La idea de “cuantos más, mejor” también significa una mayor aceptación, legitimidad y efectividad de las operaciones OTAN. Y es, sobre todo, un espaldarazo a los valores que comparten los aliados. Tampoco hay que menospreciar que es el único instrumento que, en época de crisis y recortes, se puede permitir la OTAN, ya que si se compara con el más elevado gasto que supondría la ampliación se entiende que esta salida resulta más barata para las arcas de la organización.

La política de asociación y partenariado es actualmente un valor en alza, aunque la OTAN lleva 20 años desarrollado un conjunto de programas y estructuras de asociación con casi 40 países a lo largo del área euro-atlántica, mediterránea, de la región del Golfo y de Asia. Este entramado se ha quedado obsoleto y se quiere reformar. Desde la Cumbre de Lisboa de 2010 y la adopción del nuevo Concepto Estratégico se han dado pasos importantes. En abril de 2011 los ministros de Exteriores de la Alianza aprobaron el “paquete de Berlín” para impulsar una reforma que quiere dar flexibilidad y eficiencia a la política de partenariado, además de llegar a más partes del globo. En la Cumbre de Chicago (mayo de 2012) la política de partenariado volvió a ser protagonista, al ser uno de los tres puntos fundamentales de la agenda. Se invitó a 13 países de todo el mundo que habían contribuido significativamente (política, operativa o financieramente) en las operaciones aliadas. Entre ellos no había ninguno de América Latina.

Los socios que se comprometen con la OTAN buscan agredir a Latinoamérica, buscan someter a Latinoamérica, buscan dar el visto bueno, para que nos invadan los de la OTAN como han invadido en Europa y en África. Si antes el acercamiento de la OTAN a otros países era eminentemente regional, ahora el futuro pasa por desdibujar las diferencias regionales y buscar países con intereses comunes. También se intenta que éstos puedan asumir parte de las cargas asociadas. Inclusive, en algunos casos podría darse la situación de que contribuyeran más que algunos aliados, y de ese modo incluso se puedan ver implicados en algunos procesos de toma de decisiones. La nueva política de partenariado debe servir además para establecer relaciones estratégicas en regiones nuevas e importantes y desarrollar una nueva dinámica de seguridad.

Las estructuras y los formatos existentes se mantienen, pero en la práctica están siendo reemplazados por una fórmula que persigue el mismo objetivo “invadir” denominada formato “28+n” y la realización de encuentros ad hoc cuando se consideren necesarios. De momento, sólo se trata de reuniones donde hay un valioso intercambio de información, pero para la Alianza es una manera de acercarse a las potencias emergentes de Asia, África o América Latina con las que OTAN desea contar. Ya ha conseguido atraer a China y a la India y, según los cálculos de la OTAN, ese acercamiento a los emergentes asiáticos podría estimular a otros países, por ejemplo los latinoamericanos (Colombia), a participar en algunas de las reuniones y dejar de lado algunas reticencias y percepciones que tienen de la OTAN.

Las relaciones entre la OTAN y los países de América Latina han sido hasta hoy escasas y a grandes rasgos se limitaron a la participación de Argentina en la Fuerza de Estabilización en Bosnia-Herzegovina (SFOR) en 1998 y la Fuerza de Intervención en Kosovo (KFOR) en 1999-2007 y de Chile en SFOR en 2003-2004. El único país latinoamericano que actualmente participa en una misión bajo mando de la OTAN es El Salvador. Desde marzo de 2011 está integrado en la ISAF, en labores de adiestramiento de las fuerzas militares y policiales afganas, con un contingente de casi una veintena de efectivos. Sin embargo, es Colombia la que acaba de convertirse en la gran protagonista de la relación entre la Alianza y el hemisferio occidental.

Solo el pueblo salva al pueblo.
Fuera la OTAN de Latinoamérica.



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José Antonio Velásquez


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