El encuentro entre los Presidentes de Colombia y Venezuela tuvo como telón de fondo la derrota política sufrida por el candidato perdedor, en su intento fallido de horadar la legitimidad del Presidente Maduro en el ámbito internacional, como parte de la estrategia desestabilizadora que adelanta la ultraderecha venezolana con el apoyo de Washington. Empero, los resultados de la auditoría, aplicada rigurosamente por el CNE al 100 % de las mesas confirmando el triunfo del chavismo, terminaron por derrumbar su acusación de fraude electoral.
A pesar de contar con el apoyo de la diplomacia gringa, como era de esperarse, solo lograron que el Presidente Santos lo recibiera, porque el de Piñera fue un recibimiento pírrico. El respaldo de la UNASUR y la designación de Maduro como Presidente Pro-Tempore del MERCOSUR, terminaron por dejar nuevamente en ridículo a los dirigentes de una oposición, empeñada en jugar al desconocimiento de la Constitución y la voluntad popular, como lo hicieron con el golpe de estado del 11A y el paro petrolero de 2002, engañando nuevamente a quienes los siguen de buena fe.
Estos movimientos concertados entre Santos y Obama, fueron acompañados por otros eventos que nos hace recordar el intento de magnicidio y golpe de estado al Presidente Chávez por 153 paramilitares colombianos contratados por sectores opositores en el 2009. Nos referimos a las denuncias del Presidente Maduro sobre la captura de dos comandos de BACRIM con las mismas intenciones y la del Dr. José Vicente Rangel en entorno a la compra de 18 aviones de guerra por la oposición golpista, para ser ubicados en una base colombiana. No hay que olvidar que la oligarquía colombiana ha convertido al hermano país en una plataforma militar del imperio, con el afán de controlar los inmensos recursos naturales de Suramérica, de los cuales Venezuela, por poseer las mayores reservas de petróleo del mundo, es la joya de la corona.
Con esa amenaza latente, hacemos votos porque la cita de Puerto Ayacucho inicie una nueva etapa en las relaciones binacionales, basadas en la transparencia, la cooperación, la no injerencia en los asuntos internos y la coexistencia pacífica.