¡No a la criminalización de la lucha campesina de Colombia!

La virtual razón para intervenir militarmente en Irak (la misma de Siria) fue la existencia de armas químicas; la de la burguesía colombiana es la criminalización de la legítima protesta campesina para favorecer ese mismo fin, es la misma lógica imperial, intervencionista y neocolonial.

Resultan grotescas las declaraciones dadas por el Presidente Santos y el Ministro de la Defensa Colombiano. Las imágenes televisivas dan cuenta de la violencia de las fuerzas policiales y militares en contra del pueblo y sin embargo tienen el descaro de acusar de ella a los campesinos y las campesinas, incluso de ponerle precio a la cabeza de los líderes. Mientras el debate en la mesa de negociación era sobre insumos, tierras y créditos, el gobierno permanecía sentado a la mesa, pero cuando derivó hacia lo sustancial, el debate sobre los TLC, inmediatamente se levanta y abandona la palabra para dar paso a las balas y a los asesinatos.

Con la criminalización de la lucha campesina, al menos cuatro objetivos intenta lograr la burguesía colombiana, en el contexto del plan que tiene Estados Unidos para invadir militarmente a Latinoamérica con el fin de defender sus intereses económicos.

El primero: debilitamiento del proceso de integración que amenaza la hegemonía norteamericana. La lógica política, el ser consecuente con el discurso político de los últimos años, el ejemplo que los pueblos latinoamericanos vienen dando, cristalizado en la elección de líderes de izquierda, debería conducir a un pronunciamiento de los gobiernos revolucionarios latinoamericanos en apoyo a los campesinos y las campesinas colombianas. Pero esto sería una buena excusa (desde la perspectiva de los intereses anti-integracionistas) para dar, al menos, un banderillazo a la integración. Tal circunstancia coloca a la burguesía Colombiana en un campo de grandes oportunidades: si no hay pronunciamiento, de alguna manera estaríamos legitimando la criminalización las luchas campesinas en contra de los Tratados de Libre Comercio; y si lo hay justificaría una eventual retirada de Colombia ejerciendo su derecho a que no se interfiera en los asuntos internos del hermano país.

El segundo: poner en jaque el proceso de paz que se discute en Cuba. Los menos interesados en que no se conquiste la paz colombiana son el sector de la burguesía colombiana que ha vivido más de 50 años de la guerra, del negocio de las armas; el ejército colombiano que también disfruta de los beneficios económicos de la guerra y, por supuesto, Estados Unidos porque de alcanzarse tan inestimable objetivo, se le dificultaría seguir justificando las bases militares y el negocio de las armas de las empresas norteamericanas.

El tercero: acrecentar el poderío militar colombiano y estadounidense en consonancia con el plan de generación de conflictos en los países de la América Latina. La idea es aplicar el mismo formato usado en los países árabes: avanzar poco a poco en la conflictividad para justificar la intervención de los salvadores del mundo: Estados Unidos.

El cuarto: enviar un mensaje a las derechas del continente: preparen el terreno que ahí vamos.

Toca a los pueblos ejercer la solidaridad. Al imperio no se le puede dar ni un palmo de ventaja. Mirémonos en el espejo de los países árabes, en la historia europea y en el período dictatorial que vivieron casi todos los países de América Latina. Es necesario que nos pronunciemos, que organicemos movilizaciones de apoyo, actos de solidaridad. Nuestro gobierno debe seguir el ejemplo del Comandante Infinito: siempre en momentos como el presente se colocó del lado del pueblo.

*Diputado AN/PSUV Portuguesa, lamdogsa@gmail.com


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César Alejandro González Castellano

Diputado del PSUV a la Asamblea Nacional por el estado Portuguesa.

 lamdogsa@gmail.com

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