El hombre, globalmente, aún no ha querido entender que la mujer tiene igualdad de derechos que él; que el hombre no es superior a la mujer por el simple hecho de ser hombre y que si no fuera por la mujer todos los hombres ya nos hubiésemos suicidados poniéndole fin a la existencia del género humano en la Tierra. Mientras perdure el capitalismo el hombre, globalmente, creerá que sus facultades deben estar por encima de las de la mujer. El parto, esa hermosa capacidad creadora de la mujer, aún nada le dice de la necesidad de hacer valer la igualdad de derechos entre sexos diferentes.
Sin duda, si un cuarto de la población de hombres en el mundo –en este tiempo- abrazara las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky o, por lo menos, las de Fourier sobre la mujer, el planeta estuviese completamente emancipado de todo vestigio de esclavitud social. Lamentablemente, no es así. Todavía persisten esos vicios y esas cortísimas, egoístas y perversas visiones de mundo que vienen dándole lata a la mujer desde que el patriarcado le puso fin al matriarcado.
Una frase se hizo célebre y se le atribuye a un militar que gobernó con mano de hierro y con despotismo al pueblo mexicano durante 26 años consecutivos, amén de dos intineratos (1876 y 1877): el terrible general Porfirio Díaz. La frase es: “¡Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!”. Pero también se pudiera decir: “¡Pobre mujer mexicana, tan lejos del comunismo y tan cerca del hombre!”.
Las cifras sobre la mujer mexicana como víctima de los desmanes de la violencia del hombre son sorprendentes y extremadamente lamentables. De cada 10 mujeres, 7 han padecido o padecen de maltrato por algún acto de violencia de los hombres. Se cree que se producen más de 120 mil violaciones a la mujer por año. ¡Qué monstruosidad! En México es común pronunciar o escuchar la palabra “feminicidio”. Sólo en algunos estados de México en 5 años se cometieron unos 5 mil asesinatos de mujeres mientras que la impunidad –garantía de no ir a juicio y menos a la cárcel los asesinos- ha alcanzado la espeluznante cifra de un 90%. ¡Terrible… terrible…! Cuando las mujeres asesinadas son mexicanas, casi no se mueven dedos para investigar los crímenes y cuando son indígenas mexicanas, menos aún.
En México es común desaparecer mujeres. En menos de 2 años (2010-2012) desaparecieron alrededor de 4 mil mujeres (1200 en Chihuahua y 995 en el estado de México cuando en éste el actual Presidente de México era gobernador). Lean esta cifra: el 51% de las mujeres desaparecidas oscilaban entre los 10 y 20 años. Otro dato espeluznante que da mucha grima: alrededor del 8% de la infancia femenina en México sufre de abuso o violación sexual.
No sólo por las mujeres mexicanas sino por todas las mujeres que en este mundo son víctimas –por un lado- del modo de producción capitalista y –por el otro- de las tropelías del hombre, se hace imprescindible la lucha persistente por la revolución proletaria, única capaz de hacer realidad ese viejísimo sueño histórico: emancipación de todos los explotados y oprimidos en la Tierra. Y en esa lucha, sin duda alguna, la mujer juega un rol de primera línea. Que eso lo vean o lo entiendan los hombres que gustan de maltratar a las mujeres.