No nos van a desviar nuestra atención al asunto, las maniobra oportunistas de la abdicación…
Dejando a un lado la rapiña y el latrocinio cometidos por miembros del partido del gobierno y por algunos de su cúpula; dejando a un lado los continuos engaños y la privatización salvaje de sectores críticos de la sociedad, respóndanos el gobierno, los que fueron sus votantes, los simpatizantes y sus apologistas qué políticas, desde que empezó a mangonear hace dos años a este país, ha adoptado el poder ejecutivo y su mayoría absoluta, que no hayan favorecido a los sectores sociales más favorecidos y opulentos, y qué otras no perjudiquen gravemente a inmensas mayorías o a amplias minorías...
En educación, trabajo, sanidad, enseñanza, transporte, energía y prestaciones el pueblo sufre dramáticamente. El gobierno legisla exclusivamente para quienes les votan porque viven bien, para beneficiarles o para no perjudicarles: para los ricos, para las multinacionales, para las energéticas, y también para los pensionistas de pensiones altas o muy altas que son quienes, además de los ricos, les votaron. Pues las diferencias entre pensionistas son asimismo vergonzosas. Unos disfrutan de pensiones que alcanzan los 3.000 euros (además de los que se han asegurado para su vejez millones por procedimientos torticeros), mientras que grandes mayorías han de conformarse con 400 euros y menos después de haber trabajado tantos años y tan duro como los otros.
Por otra parte, este gobierno cuenta, en lo sustancial, con los jerarcas clericales y prácticamente con el apoyo de toda la prensa impresa. Sólo los medios digitales y algunos otros privados audiovisuales concretos no son favorables ni al sistema ni al gobierno.
No se puede concebir otro gobierno más nefasto y rastrero. Pues no es que gobierne mal, es que gobierna deliberadamente para favorecer a grupos, clanes y familias enteras en contra de la mayoría; en contra en definitiva del pueblo.
Nací recién instaurado el franquismo. Y puedo asegurar que el clima generado por este gobierno se parece mucho al vivido entonces, cuando era sumamente peligroso tener inquietudes políticas y mucho más ser activista. El hecho de que ahora no haya nada que no se sepa tampoco cambia mucho las cosas. Ahora lo sabremos todo, pero no sirve de nada. Ni las protestas ni las manifestaciones ni las denuncias hacen efecto ni mella en esta gente sin conciencia o con la conciencia atrofiada. Pues no sólo no ceden en su voluntad política, es que desafían por norma toda contestación redoblando sus desafueros y provocando una exasperación y una sensación de impotencia cada día más insoportables parecidas a las experimentadas en tiempos del oprobio instituido.
La diferencia consoladora es que dentro de dos años podremos expulsarles de nuestra vida social; si bien el contubernio en Europa entre todos los depredadores económicos, bancarios, financieros y empresariales requerirá de una determinación próxima a la sublevación abierta, que sólo los movimientos sociales actuales forzados a entrar en el juego político para tratar de neutralizarles efectivamente, podrán y deberán librar...