El humedal-laguna Matusagaratí, el mayor de Panamá y de Centroamérica, lleva desaguándose más de seis años. A pesar de haberse hecho denuncias, artículos, campañas, visitas guiadas, inspecciones de organismos públicos, nada ha cambiado desde que se inició el desagüe a través de enormes canales. También es cierto que todo lo que se ha hecho ha trascendido en muy poca medida al público, a la ciudadanía panameña. Gran parte de la población de Panamá no sabría situar dónde está la laguna Matusagaratí, ni su importancia. Parece que los medios de comunicación sean los primeros a los que no interesa informar de lo que sucede en Darién. Recordemos, pues, algunos datos, recogidos del Llamamiento realizado en Mayo de este año 2014 y firmado por muchas organizaciones ambientalistas panameñas:
"El humedal-laguna Matusagaratí, con sus 49.429 hectáreas -según Plan Indicativo de ordenamiento territorial de Darién de 1999-, es el principal humedal de Panamá y el más importante reservorio de agua dulce de Centroamérica. Un humedal que es parte de la Reserva Forestal Canglón, que abarca 5 corregimientos y 2 distritos de la provincia más grande de Panamá, cercana a la vecina Colombia.
Este humedal interactúa con la Reserva Hidrológica Filo del Tallo. Recibe el aporte de agua de aproximadamente cuarenta ríos y quebradas. Es el lugar de desove y cría de alevines de muchas especies de peces y crustáceos. Por ello la pesca artesanal del Golfo de San Miguel es seguramente, fuera de la explotación maderera, la actividad económica más importante de Darién y nutre de pescado a un alto porcentaje de la población panameña.
Es un espejo de agua y humedal que es necesario preservar para las presentes y futuras generaciones como reserva de agua dulce, lugar de desove de especies marinas, hábitat del jaguar, del oso caballo y otras especies protegidas, sitio de descanso de las aves migratorias y uno de los lugares biodiversos más ricos del mundo."
Pues bien, ahora que ya vamos para el séptimo año desde que se inició este asesinato a la madre Tierra, ahora que empezamos el año 2015, sería un buen momento para hacer el balance de lo que hemos hecho hasta hoy por salvar este humedal-laguna tan importante. Y, así, ver lo que nos queda por hacer y tomar - o no - la determinación de que en este año se taponen de una vez esos canales por donde se desangra el precioso líquido de la vida, el agua de beber.
Una privatización mafiosa
Lo primero que habría que constatar es cómo ocurrió que un humedal, con un espejo de agua inmenso, pudo ser privatizado, canalizado y cambiado su composición por cultivos que no eran una necesidad, más allá del beneficio económico que suponían para los que los promovieron.
"Pero a pesar de esta enorme riqueza natural, el humedal está siendo desaguado desde 2009, trochado, privatizadas sus tierras de humedal, fumigado vía aérea y su vida animal destruida, con aprobación de supuestos Estudios de Impacto Ambiental que violan las leyes del ambiente y de recursos acuáticos.
El principal beneficiario de ese desastre ecológico e ilegalidades es una empresa arrocera y de palma aceitera de capital colombiano."
Los beneficiarios son supuestos empresarios de origen colombiano. Unos "empresarios" que empezaron su negocio con el narcotráfico en la vecina Colombia, en la vecina región de Urabá, departamento del Chocó. Allí empezaron a invertir el dinero amasado con la droga en tierras y cultivos de palma aceitera. Lo que se llama vulgarmente como "lavado de dinero". Y, como es la forma natural de ese tipo de empresas, en la vecina Colombia lo hicieron de la manera más sangrienta y expedita: o vendes la tierra o te quedas sin ella. Asesinatos, violaciones, expulsiones masivas de campesinos, en su mayoría afro-americanos. Esa fue la manera en que aparecieron florecientes "empresas" de la mano del dinero asesino en Colombia. Pero como el dinero era mucho, tuvo necesidad de expandirse y lo hicieron en la vecina Panamá, en la contigua provincia del Darién, lugar de tránsito habitual de la droga.
Para muchos empresarios y políticos sin escrúpulos, no cuenta de dónde sale el dinero: "el dinero no huele". Pero sí cuenta; y mucho. El origen criminal del dinero tiene un recorrido casi obligado en cualquier negocio: seguir cometiendo fechorías, obligar a las personas, forzar cualquier legislación, corromper a los funcionarios, destrozar todo lo que se oponga al camino de la mayor ganancia. Eso es lo que ha pasado también en Panamá. Hay muchos artículos ya escritos sobre ello.
El origen del dinero sí cuenta
En los primeros documentos de compra de tierras del humedal-laguna Matusagaratí ya aparece el origen del dinero, de la mano de un tal Javier Daza Pretelt, con su empresa llamada Agricultura y Servicios, S.A. Este narcotraficante, junto a otros, utilizó a nacionales panameños para crear su empresa en Darién, de la misma manera como habían creado otras similares en el Chocó, "empresas dedicadas al cultivo de palma o ganadería extensiva, entre ellas Urapalma S.A., Palmas del Curvaradó S. A., Palmura S.A., Palmandó LTDA, Inversiones Agropalma & Cía LTDA, Palmas S.A., Palmas de Bajirá e Inversiones Fregni Ochoa, se asentaron en las cuencas de los ríos Curvaradó y Jiguamiandó con el objeto de implementar un proyecto agroindustrial de explotación de palma de aceite, generando un impacto ambiental negativo en los territorios colectivos y zonas declaradas como reserva forestal", según noticia del diario El País del 16 de Diciembre de 2014.
En todas las denuncias de darienitas campesinos, particulares, la asociación ambientalista AMEDAR, bien sea por ser expropiadas sus fincas, o por estafa, o por desastres ecológicos, aparece la implicación de las autoridades del Medio Ambiente, Agua, Tierras, ANAM, ARAP, - MIDA - MIDAS, políticos locales y a nivel nacional, jueces, fiscales. Una red bien tupida que ha hecho imposible que prosperara ninguna denuncia. La propia policía de fronteras–más bien ejército- SENAFRONT, y el anterior presidente de Panamá, Martinelli, no podían dejar de saber la realidad de ese expolio, uno de los mayores en extensión que se ha hecho en Panamá. Personas bien informadas de la provincia implican directamente a Martinelli como el principal protector de la privatización mafiosa de la laguna.
Estamos pues ante una "colombización" de Panamá. Ante un tipo de empresariado que se mezcla íntimamente con políticos, instituciones y empresarios locales sin escrúpulos. Todo vale. Se atreven con todo. Se saben protegidos e impunes. ¿Quién osaría meterse con ellos? Algunos campesinos que se atrevieron, lo pagaron. Yo mismo, después de la publicación de un artículo en el diario "La Estrella" que hacía referencia a un artículo mío donde mencionaba al narcotráfico, recibí llamadas intimidatorias, siendo extranjero europeo. ¡Qué no harán a otras personas nacionales!
El miedo guarda la viña
Esta es una situación que dura hace tiempo. Existe miedo en la gente, en las asociaciones, en personas que pertenecen a instituciones y honradamente quieren luchar contra el crimen organizado. Algunas de las personas que sabían de estos crímenes, fueron presionadas. Se les compró el silencio a cambio de un puesto de trabajo, de un favor, de un terreno a buen precio. O, sencillamente, a cambio del miedo. Pero no pudieron comprar ni imponer el miedo a todas, por supuesto. La mayoría de los que saben del caso de la compra-venta de tierras en Matusagaratí se han mantenido en su verdad, en la que vieron y vivieron. En su momento denunciaron la gran extorsión y expropiación de esos últimos diez años. Hay montones de denuncias que fueron entregadas a las autoridades y jueces. Pero nunca hubo apoyo ni interés en las instituciones por saber la verdad.
Hace unos meses se reanudó con brío la lucha por salvar el humedal-laguna Matusagaratí. Un llamamiento firmado por más de una decena de organizaciones ambientalistas de carácter nacional, fue el punto de partida. Se realizaron varias visitas, en las que participaron periodistas, ambientalistas, estudiantes, profesores y director de la Universidad ISAE, hasta jefes de SENAFRONT. Políticos locales, como la alcaldesa de Pinogana, Nadine González, o el diputado por Darién, Felipe Vargas, se comprometieron a investigar las ventas fraudulentas, a echar atrás el desastre ambiental y a restablecer el humedal-laguna como siempre se había conocido.
Ese impulso, surgido de abajo, de la lucha del ambientalismo, de ciudadanos y ciudadanas conscientes de poblaciones de Darién como Metetí, Santa Fé, Aguas Calientes, La Palma y otras, coincidió con el cambio de gobierno de Varela. Cayó el corrupto Martinelli por una reacción de la sociedad similar a la que empujó la lucha por salvar la laguna Matusagaratí: el pueblo se hartó de tanta corrupción, de tanta impunidad. Parecía que se podrían eliminar pronto las causas que habían permitido que se desangrara el mayor tesoro líquido y biodiverso de Panamá y que Matusagaratí sería salvada para las futuras generaciones. Recuerdo con emoción el discurso del director de la ISAE, el estimado doctor Plutarco Arrocha, en un acto celebrado en Julio en su sede de Metetí: "si la creación de esta universidad ISAE sirviera tan sólo para salvar la laguna Matusagaratí, ya habría valido la pena el esfuerzo. Matusagaratí es un bien público no sólo de Darién, no sólo de Panamá, es un bien de toda la humanidad".
Sin embargo hay que reconocer que aún no ha sido así. El impulso inicial se ha ido frenando. La cooptación de algunos ambientalistas en determinados puestos e instituciones no ha servido para dar el supuesto giro que alguna gente quería del gobierno Varela. La mano larga del capital y sus grupos monopolistas, los vínculos con el narcotráfico, con los depredadores de la naturaleza, sigue aún intacto en Panamá. El dinero sigue "sin oler", aunque haga daño a la gente. El presidente Varela fue a Darién este pasado día 27, en vísperas de año nuevo. Se entrevistó con SENAFRONT pero no se informó - o no quiso saber - lo que aún ocurre en esta provincia abandonada por el gobierno, la justicia y los informativos. Aún campa a sus anchas la impunidad. Aún estamos en Macondo, el pueblo de "Cien años de soledad" del estimado y recordado Gabo.
Sí se puede vencer al narcotráfico
Sin embargo la realidad es que se puede hacer bastante más. La coyuntura nacional e internacional está ofreciendo nuevas posibilidades para dar un nuevo empuje a la justicia social y ambiental. Uno de los aspectos que debería tenerse en cuenta es que el narcotráfico está llevando internacionalmente a que los pueblos reaccionen. La población de México no aguanta más su dictadura, sus atroces asesinatos, su poder. Ha empezado a ponerle coto con su movilización. El propio presidente de México está siendo zarandeado por su complicidad.
Otra nación, mucho más cercana e influyente en Panamá, es Colombia, donde se esán produciendo importantes cambios, según informaciones de amigos que recibo de allí. Las conversaciones para acuerdos que logren la paz, después de cincuenta años de desangrar al país hermano, están removiendo obstáculos antes no imaginables. Por primera vez las FARC pidieron perdón a las víctimas del Chocó, a los campesinos que ellos contribuyeron a desplazar. Y eso lleva a que el propio gobierno tenga que empezar a implicarse en la devolución de tierras robadas por el narcotráfico a sus antiguos legítimos dueños.
También los jueces se atreven a juzgar a los narcos. El 30 de octubre, la jueza Catalina Rendón del Juzgado Quinto Penal del Circuito Especializado de Medellín, profirió la condena por los delitos de "Concierto para delinquir agravado", "Desplazamiento forzado" e "Invasión de Áreas de Especial Importancia Ecológica". Uno de los condenados a 10 años ha sido precisamente Javier Daza Pretelt, quien inició el desastre ambiental de Matusagaratí y hoy en la cárcel, de quien se ha solicitado la extradición de Panamá a Colombia. Este sujeto fue el primer firmante de los supuestos contratos de cesión de tierras del humedal.
La justicia no llegará plácidamente desde arriba. Tiene que ser empujada desde abajo. Si en México y en Colombia las cosas empiezan a cambiar, ¿por qué no pueden cambiar en Panamá? Hay que atreverse a cambiarlas. La gran diferencia es que aquí el gran damnificado de este capital procedente del narcotráfico es la Naturaleza y el pueblo de Panamá. Son sus futuras generaciones. Es, como dijo el doctor Arrocha, la humanidad entera.
Las tierras fueron robadas a la naturaleza, al pueblo. Y a su representante: el Estado panameño. La riqueza que se está extrayendo va a parar a delincuentes, algunos con cargos políticos importantes, hechos elegir en votaciones amañadas y engañando al pueblo. Pero la riqueza que se destruye, a través de desaguar la laguna, de fumigarla, de introducir forzadamente el monocultivo de arroz y palma, es inmensamente superior a lo que se genera para el bolsillo de unos pocos. Sólo con el dinero que se pierde en la pesca ya compensaría restaurar el humedal. Ellos y sus cómplices en las instituciones tienen que pagar todo el daño ocasionado. No sólo con la cárcel: tienen que contribuir con el dinero robado a restablecer el humedal-laguna Matusagaratí.
El primer paso: taponar los canales de desagüe
Quizás es hora de ponerse de acuerdo ambientalistas, ciudadanía consciente de sus derechos y obligaciones, asociaciones de derechos humanos, periodistas que aman la verdad, movimientos sociales, sindicales, políticos que quieren representar el pueblo, locales o nacionales con interés en cambiar la impunidad, jueces y fiscales, funcionarios honrados…No hay que dejar que el impulso de regeneración se pierda. ¿No es hora de dar ya la señal de que no se va a permitir más el expolio y destrucción de la naturaleza, de uno de los mayores tesoros que tiene Panamá, el humedal-laguna Matusagaratí? ¿No se podría quizás hacer un gran acto dónde confluyan todos los actores dispuestos a dar la cara por ese cambio, invitando a sumarse a la ciudadanía, a cantantes, artistas, intelectuales, profesionales? Recordemos: la unidad hace la fuerza.
El primer paso - como dicen todos los grupos ambientalistas conocedores de la realidad de Matusagaratí - es parar el desagüe, es taponar los canales que vacían el agua, el precioso elemento fuente de vida del humedal, de su riqueza en flora y fauna. Eso es una decisión política. No es otra cosa. No es un juez, o un fiscal, o un abogado, o una ONG, o un político, quien lo puede hacer solo. Es una decisión de gobierno, de la nación. ¿Quién manda en Darién, el narcotráfico o el pueblo y sus electos? Es el pueblo quien puede y tiene que imponer su voluntad. Ese podría ser el primer objetivo común de todos los actores. Después seguirían los demás pasos. Restablecer el humedal llevará años, pero todo empieza por la decisión de taponar los desagües. Este sería un buen objetivo para el 2015.
Alfons Bech
Periodista ambientalista