La tecla fértil

La banca exige pago a países deudores

Algunos presidentes sureños, no se han asegurado de la política exterior estadounidense y, vienen cayendo en planteamientos retóricos que no se ajustan a una política diplomática que refleje consideraciones tácticas a corto plazo. No existe una filosofía clara para emplearse en procedimientos eficaces, esta administración parece estar dividida entre el nuevo aislacionismo y el atlantismo tradicional o alianza del pacífico. Se obvian las alianzas y que nos encontramos centrados en un solo Continente. Se ha venido erosionando el campo tecnológico, como un asunto esencial para el futuro, tanto de Oriente como de Occidente, no se respeta la propiedad privada y cualquiera provoca una invasión ante la carencia de operatividad del Estado. Los acontecimientos han conspirado contra nuestro Continente en estos últimos años.

La guerra económica se posesiona contra la antigua URSS,(Rusia), y Venezuela. Existen tensiones originadas por la competencia entre puntos contrapuestos de la economía mundial y en los próximos meses se abrirá un hito estratégico para provocar la presencia de asesores extranjeros, ante un posible default de los países deudores a la banca financiera de estructura o plataforma universal, amparados por las industrias multinacionales.

En 1976, el Gobierno de Estados Unidos recomendó a un comité ministerial de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Europeo (OCDE) un estudio urgente para examinar las implicaciones y riesgos del comercio y el flujo de créditos entre Oriente y Occidente, así como la necesidad de una mayor coordinación occidental con respecto a los mismos. A partir de aquel momento, estos esfuerzos han ido languideciendo. Como resultado de ello, no existen criterios políticos comunes en la actualidad para la gestión de las relaciones comerciales Este-Oeste. Las naciones industrializadas luchan intensamente por hacer realidad la predicción de Lenin de que los países capitalistas competirían algún día por el privilegio de vender a los socialistas la soga con que éstos habían de ahorcarles. Existe una necesidad urgente de establecer reglas básicas que sirvan de guía al comercio y al flujo de financiaciones entre el Este y el Oeste.

El paquete de ayuda concedido a Argentina en marzo no dejó ninguna nueva duda sobre este punto. Cuando este país amenazó con negarse al pago de los intereses de sus deudas privadas -lo que suponía pérdidas dolorosas pero soportables-, el Tesoro estadounidense se hizo el distraído (negándose a tratar a fondo el asunto), y se las arregló para que un grupo de deudores (México, Brasil, Colombia y Venezuela) respondiera de un préstamo de emergencia a Argentina. Esta operación de salvamento esencialmente cosmética no podía ocultar el hecho de que el elemento esencial de la misma era la implícita garantía norteamericana. ¿Cómo podía ser de otra manera cuando del préstamo respondían unos países incapaces de reintegrar su propia deuda internacional? En el curso de la misma, Estados Unidos mostró sus inhibiciones a los deudores y dio su bendición, aunque fuera inintencionadamente, al principio de un cártel de deudores.

Por allí vienen los fondos buitres.

Justa o injustamente, el desafío al sistema actual de gestión de la deuda se ha convertido en la cuestión política dominante en Latinoamérica. Como consecuencia de ello, la posición negociadora de los acreedores se ha erosionado gradualmente en los últimos meses. Se está haciendo cada vez más evidente que los acreedores no quieren exponerse a suspensiones de pagos y que los bancos no están en situación de amedrentar a Gobiernos que luchan por su supervivencia política.

Del mismo modo, los bancos occidentales han sido generosos en sus créditos a otros países de menores recursos y a otros países del bloque socialista sin entrar en consideración alguna sobre política estatal. El resultado es que estas instituciones se encontrarán en una postura difícil si se produce una disminución en el rápido ritmo de incremento de los préstamos privados a los países del Este. Y necesitan con urgencia recoger sus deudas.

Unos cuantos datos ilustran la magnitud del problema. A finales de 1983, los principales deudores latinoamericanos -Brasil, México, Argentina, Venezuela, Chile, Perú y Colombia- debían más de 300.000 millones de dólares. Sólo los pagos de los intereses consumían más del 40% del total de sus ingresos procedentes de las exportaciones. El servicio total de la deuda, incluso en aquellos casos en los que el reintegro del capital fue considerablemente aplazado -o renegociado, en lenguaje técnico-, se elevaba a cerca del 60% de los ingresos. Estas cifras aún empeorarán en los años venideros. Cada punto de aumento en el porcentaje del tipo de interés estadounidense cuesta a los países latinoamericanos casi 3.000 millones de dólares en el pago de intereses.

Dado que el Fondo Monetario Internacional se creó para remediar los desequilibrios a corto plazo de países concretos, carece de los recursos financieros y políticos necesarios para hacer frente a una crisis de todo el sistema financiero internacional. Su remedio, virtualmente, un mandato de austeridad, funciona bien cuando se aplica sobre un solo país. Lo probable es que resulte políticamente contraproducente cuando los pacientes son una veintena de países y la enfermedad debe durar casi toda una década. Entre 1981 y 1983, Latinoamérica redujo sus importaciones -la mayor parte de ellas, procedente de Estados Unidos- en 33.200 millones de dólares, lo que equivale a un 41%. Pero incluso aumentando las exportaciones, el producto de este aumento cubre escasamente el incremento de deuda producido por el extraordinario fenómeno de que los deudores piden prestado a los bancos para pagar intereses a esos mismos bancos, que tienen su base central en Estados Unidos o Inglaterra, los cubanos, necesariamente tienen que abrirse al mundo multidisciplinario o se hacinan, veremos el accionar del presidente Maduro ante ésta realidad.



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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