Contrato y “habitación con almohada”

Una de las desviaciones de la vida capitalista, es esa que se desarrolla en el mundo empresarial y político, donde luego de la firma de un contrato de esos muy jugosos, siempre ofrecen de recompensa una prostituta de alto rango, para que una de las partes vaya a celebrar los momentos interesantes de un cierre de negocios.

Esto lo digo a propósito del lío en el que está metido Dominique Strauss-Kahn, exdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI) quien debió comparecer esta semana -con otras 13 personas- ante un tribunal de Francia- por un asunto que tiene que ver con el proxenetismo en el que se encuentran involucrados varios empresarios.

Es mas, uno de los abogados de los acusados en este comentado juicio, indicó con mucha claridad que “en 80%, quizás 70% de los casos, se recurre a call-girls” cuando hay que cerrar un contrato o acuerdo. Dicen que empresario y político que se respeten, ven la vaina como normal.

“Está ampliamente admitido en el mundo empresarial concluir un contrato con una oferta de prostitución”, destaca Gregoire Thery, del Movimiento del Nido, de ayuda a las prostitutas. Por su parte, Jean-Sebastien Mallet dice que es muy “frecuente” allí “donde hay corrupción y sobornos”. Mallet es un experto europeo en prostitución, quien refiere que eso sucede en sectores como “la construcción, la importación-exportación, el sector petrolero…”. Y en el extranjero, “en algunos países árabes, un empresario que no tenga ‘almohada’ en su habitación rechazará firmar un contrato”.

Sería interesante conocer, por ejemplo, cuantos políticos venezolanos de la IV república recibieron sus “habitaciones con almohadas” en conocidos hoteles del país, en pago por diversos “acuerdos”.

Es altamente comentado el hecho que, tanto en empresas locales de alto rango como transnacionales -además de las instancias públicas u oficiales mundiales- el soborno es una práctica muy común y eso lo asoma con mucha frecuencia el cine estadounidense como algo muy normal.

En el mundo periodístico siempre se comentó que los grandes negociados siempre dejaban grandes comisiones, rociadas con mucho escocés y con niñas muy jóvenes, es decir, “habitaciones con almohadas”, como las llaman los europeos.


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Pedro Estacio


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