Hablando conmigo 2: (Donald Trump está loco)

Hablando conmigo parte ( I )

Hoy si es verdad que no aguanto. Amanecí como un plomo viejo. Lento. Tambaleante. Dolorido. Y sin ganas de nada, ni siquiera para escribir una dirección, menos para ponerme a escribir lo que pienso. Y, de pronto, me encuentro con las barbaridades de un tal señor Donald Trump… ¿Qué te parece? Me imagino que tú amaneciste igual. ¿Me equivoco? Sí, te equivocas, aunque tú no lo creas. Yo amanecí igual, tienes razón, pero no es la verdad. La verdad es que a pesar de ese estado depresivo, abatimiento y negativismo, me paré frente a la imagen de mi madre, que guardó como un tesoro, y la miré un buen rato. Detalle su rostro lleno de amor. Sus ojos plenos de lejanía y de vivencias a flor de piel. Esa fuerza telúrica que me inyectó ganas de vivir y de hacer, me hizo arrastrarte hasta la computadora y ponerte a hacer lo que debes hacer sin presión alguna, y sin la pereza que te caracteriza cuando estás bajo ese estado de deterioro. ¿Tengo o no la razón? Claro que la tienes, siempre la has tenido. Por algo naciste marcado con la estrella de Belén. Es cuando decido meterme al baño. Siempre acudo al agua como terapia para mi ánimo. Desde hace mucho tiempo, cuando estaba muchacho y me internaba en el potrero a buscar una vaca parida, presentía que venía la lluvia. Y mi cuerpo se preparaba para recibir el agua venida de las nubes, cosa que aprendí después. Al instante no sabía de dónde caían las hileras de agua, levemente desviadas por el viento, ni me interesó saberlo. Lo cierto es que cuando caían las aguas, convertidas en aguacero o "palo de agua", me alegraba. Hasta me curaba el miedo. Me acuerdo que una vez venias, tú, monigote, del potrero en medio de un aguacero sin fin. Y cuando llegaste al paso del "tuyío" de la quebrada San Antonio, no sentiste nada de miedo. Las aguas turbias bajaban como locas, llevándose por el medio lo que encontraran a su paso. Y la gente del otro lado te dio ánimo, incluyendo a mi mamá. Ella estaba angustiada, e incluso llegó a arremangarse el vestido para tratar pasar la crecida, pero la agarraron… ¡No señora, Luisa, ni lo intente!, sonó la voz de un hombre.

Los pensamientos se me habían escapados. Pero los agarré y los introduje en el baño. Abrí la regadera. Sentí el agua deslizarse por mi cuerpo, y con ella la sanación de mi ánimo y mi malestar. Fue cuando no pude dejar de pensar en lo que había leído de un tal señor Donald Trump, acerca de una locura que había salido de su boca. Te agradezco que no te vayas a molestar porque le haya parado a este bastardo nazi. Sé que visitaste varias veces al país del señor Trump. Y también se que una vez en fuiste objeto de las práctica racista de los habitantes de Florida. Pero volvamos con el dueño de la Organización del Miss Universo. El todo poderoso señor Donald Trump, quien de paso, decidió postularse como candidato a la presidencia de los Estados Unidos… ¡Dios libre al mundo de este loco!...En fin, el señor de marras se refirió mal de los mexicanos que emigraban a su país. "No son los mejores mexicanos… que traspasan la frontera. Son personas que trafican con drogas, generan violencia y delincuencia…". Esas perlas causaron malestar no sólo en México, sino en los propios Estados Unidos y en América Latina… Es para que tú veas cómo está en auge el racismo en ese país. No te fijaste como trató la policía que capturó al tarado que mato a 9 afroamericanos, en una iglesia de la comunidad negra en Charleston… Te fijaste en las gráficas divulgadas… Esposan a Dylan Roof, con delicadeza… Te pregunto: ¿Cómo capturan y esposan a los negros que son perseguidos por la policía? Ah, tú lo sabes mejor que yo. Unos caen abaleados… otros son capturados, torturados y arrastrados sin piedad… ¡Qué diferencia, hermano! Salgo del baño, un poco calmado, a pesar de esos pensamientos… Pero se me salió una expresión: ¡Carajo, este mundo está loco de remate!

Puerto Ordaz, 26 de junio de 2015



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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