Esta mañana amaneció más temprano en Latinoamérica. Los resultados electorales que no se conocieron la noche del domingo, se dejaron para el amanecer. De tarde los rumores fueron muchos y desagradables. La derecha se estaba alzando con triunfos, publicitaba la prensa vendida al gran capital. Preferí esperar, no sin antes revisar que tenía Aporrea en sus páginas electrónicas. Sorpresa mayor, Bogotá fue ganada por Peñaloza un gringo de corazón y colombiano por ambición. Para que este triunfo se diera, la candidata de la izquierda fue sometida a un sistemático ataque desde la mediática conservadora y liberal-conservadora. Es decir, la godarria, de la ciudad más goda del mundo se fue contra los ideales de izquierda con todas sus armas: prensa escrita, televisión, redes sociales y discursos en contra de los gobernantes aliados de Uribe y de Santos. La situación fue tal que la candidata izquierdista que perdió Bogotá señaló sin pelos en la lengua "Nunca ha habido una campaña tan cochina contra una mujer".
Ya antes de esas palabras, la prensa televisiva emergente, entre otras Teleur, anunciaba los Twitter sobre la compra de votos en Colombia y sobre las presiones a los electores por parte del apoyo paramilitar en las zonas donde hacen de sus fechorías., especialmente en la costa del Pacífico y del Atlántico; incluso un mensaje muy original señaló: "La compra de los votos a los pobres se hace con la misma plata que les han robado".
Pero, el asunto es peor, esta mañana la prensa reseñó palabras de altos funcionarios del gobierno colombiano exigiendo transparencia en las elecciones venezolanas. Quieren aquí los ojos del papá imperio, que no ve lo que ellos hicieron, sino que aspiran construir falsas verdades con lo que nunca verán en Venezuela.
Lo único fuera del chiquero electoral colombiano fue el preámbulo a la Paz. Una buena parte de la información que se procesó señalaba que este camino previo electoral estaba en las condiciones deseables y definitorias de los acuerdos de la Habana; sin embargo, esas conductas esperadas de los agentes de la guerra son antítesis de la esperanza de un Pueblo que lleva la bicoca de 50 mil desaparecidos, unos enterrados en la soledad de las selvas y de las sabanas, otros cortados y echados como comida de peces al mar o al Rio Magdalena y otros afluentes.
Todavía no es el tiempo de saber que se ganó y que se perdió con estos comicios colombianos. Los revolucionarios colombianos son muy acuciosos en sus observaciones y análisis, ya saldrán a mostrar sus cifras y expectativas.
Esperemos que la cochinada se aclare.