En nuestro primer artículo planteamos que entre las décadas de los sesenta y ochenta, una veintena de países africanos confrontaron las políticas del imperio y trataron de construir el socialismo. Al margen de las muchas enseñanzas que dejaron esas experiencias, poco quedó de ellas. Aprender de la historia es fundamental para no cometer los mismos errores…
En 1950 sólo 4 países de África eran independientes: Egipto, Etiopía, Liberia y Sudáfrica, el resto, territorios coloniales. Libia es la primera colonia en conquistar su independencia en 1951. En esos años, con Nasser a la cabeza, Egipto desarrolla una postura claramente antiimperialista y panarabista; al mismo tiempo en Argelia se libra la primera gran guerra de liberación, Ben Bella conduce al pueblo argelino a su independencia. Nace lo que conocimos como el socialismo panárabe, que tuvo como una de sus expresiones más notables la creación de la República Árabe Unida RAU. En ese marco, Gadafi a partir de 1969 conduce una transformación sustancial del estado libio y lo denomina Yamahiriya (estado de masas) llevándolo a ser el país de mayor desarrollo del continente africano, hasta que la intervención armada del 2011 aupada por los Estados Unidos y Francia culmina con su asesinato y ha colocado en caos a ese otrora muy desarrollado país.
En África subsahariana, en la década de los 50, se conforma una pléyade de dirigentes, que se nutren de ideas libertarias y socialistas, como Nkrumanh en Ghana, Lumumba en el Congo, Nyerere en Tanzania, Seko Ture en Guinea, Senghor en Senegal, Mandela en Surafrica, Keita en Mali, Kuanda en Zambia, Cabral en Guinea Bissau, Ngouabi en el Congo (Brazzaville), Mengistu en Etiopía, y un poco más tarde Agosthino Neto en Angola, y Samora Machel en Mozambique. Pero hubo muchos más.
Buena parte de ellos abrazan no solo las causas de la independencia, sino asumen las banderas del socialismo y en algunos casos del marxismo. Mencionemos algunos casos paradigmáticos: Nkrumah desde Ghana inicia el proceso de sensibilización socialista en África y se mantiene como presidente desde 1957 hasta 1966 fecha en la que es derrocado por un golpe auspiciado por Estados Unidos. Hay quienes han señalado que el papel jugado por Nkrumah en África, tiene algunas similitudes al jugado por Chávez en nuestraamérica, en el sentido de haber despertado a partir de 1999 sentimientos y propuestas antiimperialistas y socialistas, cuando nadie se atrevía a ello y el socialismo parecía condenado a la historia. Otro caso ilustrativo el de Tomás Sankara joven militar revolucionario que abraza el socialismo y asume la presidencia de Alto Volta, transformándola en Burkina Faso (país de hombres dignos) y es asesinado directamente en 1987 por Compaoré su "hermano del alma y compañero de lucha", quien apoyado por los franceses se mantuvo en el poder hasta hace apenas un año, siendo ejemplo de traición y neocolonialismo.
Otro caso digno de mencionar, Angola, donde el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), otrora marxista, se mantiene aun en el poder, siendo Eduardo Dos Santos presidente desde 1979 y así como fue combatiente socialista y conductor de la victoria contra las fuerzas sudafricanas, hoy ha renunciado al socialismo y aplica políticas neoliberales en clara connivencia con las potencias imperiales.
Ante esa situación, el objetivo fundamental de este artículo es tratar de identificar las estrategias utilizadas por el imperio para derrotar o neutralizar esos intentos de construcción del socialismo. Esta reflexión tiene sentido en la medida que los que luchamos y reivindicamos el socialismo tenemos que aprender de esas experiencias para no repetir errores y fracasos. Se impone un análisis de las causas que impidieron que esos procesos cumplieran su objetivo de construir una sociedad distinta al capitalismo. Como primer elemento de reflexión tomamos lo planteado por Isabel Rauber en su libro Revoluciones desde abajo quien señala que "no basta que un grupo de revolucionarios tome el poder, ya ha pasado muchas veces, no basta con las buenas intenciones de transformar la sociedad, no basta con transformar cuadros revolucionarios en burócratas del Estado" … es indispensable romper con la reproducción metabólica del capital que nos hace retroceder al capitalismo a pesar de todas nuestras buenas intenciones.
Diríamos que ha habido tres grandes estrategias imperiales contra los intentos de socialismo africano, la primera, los asesinatos, tal como hicieron con Olympus (Togo, 1964) Lumumba (Congo, 1961), Sankara (Burkina Faso 1987) y más recientemente con Gadafi (Libia, 2011), eliminación física de dirigentes que en general no aceptaron doblegarse y mantuvieron liderazgos y posturas firmes ante las pretensiones imperiales. Una segunda estrategia, han sido los golpes de estado, uno de los primeros contra Nkrumah (1966), mientras se hallaba de visita en China, que por cierto fue precedido por una "guerra económica" que manipuló los precios del cacao, base de la economía ghanesa, produciendo un notable deterioro de la economía con el consiguiente malestar de la población. Otros golpes, Mali en 1968 contra Keita, o Etiopía, contra Mengistu, precedido por una guerra promovida por el imperio. Una tercera vía, y a esta hay que ponerle mucha atención, ha sido la de neutralizar a los gobiernos y captar a sus dirigentes permitiendo que se mantengan en el poder, pero garantizando que dejen de ser una amenaza contra las políticas del imperio. Casos como el de Angola expresan claramente esta vía. Se les permite mantenerse en el poder, pero en la medida que abandonan sus ímpetus revolucionarios…
En todos ellos, asesinatos, golpes, cooptación, ha habido elementos en común: el golpear permanente del imperio para deteriorar la economía y producir frustración en la población; la penetración/infiltración de los cuerpos militares y/o partidarios, ganando adeptos dispuestos a traicionar y servir; la guerra no convencional, generando crisis económica, desabastecimiento, inflación, para crear malestar y frustración en la población. Y tomen nota, aprovechar los errores de esos gobiernos, de nuestros gobiernos! muy frecuentemente proclives a la corrupción y al burocratismo.
En síntesis, como sugiere García Linera, los revolucionarios que llegan al poder para administrar el estado capitalista, terminan siendo devorados por ese mismo Estado, autoritario y empresarial, que reproduce al capitalismo y sus relaciones de poder, impidiendo cualquier cambio. En nuestro próximo artículo, y ya después de conocer los resultados electorales, trataremos mas las semejanzas de esos procesos frustrados con nuestras propias experiencias a nivel latinoamericano.
Pero mientras tanto, y a pesar de cualquier descontento por los múltiples errores y fallas que tenemos, vamos todos a votar el 6 de diciembre para impedir que la derecha pro imperialista se apodere de la Asamblea Nacional, y para que podamos seguir intentando construir el socialismo, lo que requiere un serio esfuerzo autocritico y de golpe de timón, que nos permita avanzar y no morir en el intento…
El autor es: Profesor jubilado de la Universidad de Carabobo y ad honoren del Instituto de Altos Estudios del Ministerio de Salud. Constituyente 1999.