(No hay orfandad teorica petrolera)

¿Seguiremos en el rentismo petrolero o inventamos?

En estos tiempos nuestra República atraviesa por una difícil situación político-económica, agravada por el pírrico precio que nos pagan por el barril de petróleo. Esto no es nada nuevo para nosotros, país dependiente en lo fundamental de la renta de los hidrocarburos.

La diferencia entre el ayer y hoy, es que cuando se producían esos ciclos petroleros que afectaban el ingreso nacional, el gobierno de turno tomaba algunas medidas, basadas en endeudamientos con la banca internacional; se privatizaba lo público, se bajaban y congelaban salarios; crecía el desempleo público y privado, se limitaba la inversión social; en consecuencia se incrementaba la pobreza, y los excluidos ocupaban los cerros y quebradas de las ciudades más importantes, y los indigentes y niños de la calle se hacían normales en el paisaje urbano. La protesta popular derivada de esos ajustes era acallada por las fuerzas represivas del estado.

En la actual situación venezolana, el enfoque es diametralmente opuesto, se desarrolla otra historia. En 1999, Hugo Chávez, asume la Presidencia de la República y se plantea una visión de mayor humanidad para la nación, fundamentada legalmente en la Constitución Bolivariana, que genera a partir de su filosofía, de justicia y de participación y protagonismo de la ciudadanía; un conjunto de leyes, entre ellas la de Hidrocarburos, de Pesca, de Tierras y las del Poder Popular, que no son aceptadas por los tradicionales sectores empresariales venezolanos y por las transnacionales norteamericanas y europeas. A partir de allí estos factores, junto a grupos políticos locales combinan los esfuerzos para echar por tierra este proyecto político.

Coincidente con el mandato de Chávez, se produjo un extraño acto terrorista de destrucción de las Torres Gemelas (2001) en la ciudad de Nueva York; suceso que llevó al sacro imperio del dólar y los virreyes del euro, a una suerte de Guerra Mundial, utilizando todas las formas bélicas tradicionales conocidas, así como las denominadas guerras de cuarta y quinta generación. (De baja intensidad, asimétricas y neuronales).

Van tres lustros de guerra imperial permanente en este siglo XXI; el saldo es dantesco: Afganistán, Irak, Libia, Ucrania, Líbano, Yemen, Siria, Palestina. Millones de víctimas y destrucción de centenares de ciudades e infraestructura pública y privada. En América latina hemos sufrido conspiraciones e intervenciones abiertas y encubiertas en: Honduras, Paraguay, Argentina, Bolivia, Ecuador, Brasil y Venezuela.

En este planeta manufacturero y consumista, los EE.UU, y sus aliados europeos no aceptan ceder espacios a potencias económicas emergentes y a pueblos con posturas independentistas, sobre todo en tiempos en que las materias primas son claves en esta disputa económico-político mundial, y particularmente, un producto-mercancía que ha movido el mundo durante un siglo: El Petróleo.

En 1974, la Profesora Irene Rodríguez Gallad, publicó la obra: El Petróleo en la Historiografía venezolana. (1) Allí la investigadora identifica y comenta sobre las obras de un conjunto muy importante de teóricos venezolanos que nos ofrecen sus particulares visiones de esta industria central de la economía nacional.

Estos estudiosos de las Ciencias Sociales, se han referido hasta con angustia en muchos casos, por la dependencia de nuestra sociedad de la renta petrolera, veamos lo que señala el eminente pensador Salvador de la Plaza:

"El problema que tiene planteado Venezuela es el de construir su economía nacional; que los venezolanos produzcan lo que consuman y vendan en el exterior los excedentes de su producción, a fin de que la riqueza que con su trabajo crean quede en el país y con ella se incremente el desarrollo económico general y se asegure bienestar para toda la colectividad" (2)

Y este sabio habla con un lenguaje tan actualizado que asombra al referirse al tema específico.

"Venezuela tiene que dejar de ser un país petrolero, pero no en palabras y declaraciones como esas de ultima acuñación:"tenemos que liberarnos del petróleo", como si fuera el petróleo y no la forma en que es explotado, lo que determina la dependencia de que es víctima el país"

Nos continúa diciendo Salvador de la Plaza "En el año fiscal 1917-1918, tuvo lugar la primera exportación de petróleo", la exploración, y la extracción se incrementaron y el capitalismo nos impuso, en el marco de la División Internacional del Trabajo el carácter de país mono productor de este rubro, "Desde ese año comenzó a coexistir la atrasada economía agrícola con una economía petrolera altamente tecnificada, esencialmente exportadora y controlada por trust extranjeros".

Las ciudades fueron siendo privilegiadas por la renta petrolera y hacia allá empezó a migrar la población abandonando el campo, caseríos y pueblos. Se fue estructurando una nueva forma de vida, llamado por el Antropólogo Rodolfo Quintero "La Cultura del Petróleo", El año de 1950, el país dejo de ser rural.

Ahora bien, estamos en febrero del 2016 ¿Cómo comportarnos en un país despoblado, con hábitos culturales citadinos, debido a que más del 80% de la población es urbana y cuya vida en general incluyendo un alto porcentaje de la alimentación proviene de la importación?

La respuesta puede ser sencilla, pero su implementación es sumamente compleja, pues se trata de construir una Cultura distinta. Chávez en algún momento habló de la desconcentración urbana y la formación de nuevos ejes de desarrollo y poblamiento del territorio. El plan ferroviario lo veía como una posibilidad para facilitar la toma de posesión de nuestros amplios espacios.

El Estado, a través de la Misión Vivienda, ha hecho una gran inversión en saldar la deuda social, rescatando a centenares y miles de familias de los ranchos en las quebradas y cerros, que no son más que el producto de una economía rentística capitalista, que no satisfizo en su momento las necesidades humanas de las mayorías nacionales.

Sin embargo, hay quienes piensan que Caracas puede contener otra Caracas, eliminando pequeñas construcciones y edificando grandes conjuntos verticales. Claro esas son posibilidades y legitimas elucubraciones teóricas, solo que en un país como el nuestro mono productor sujeto a los vaivenes o ciclos de precios petroleros, tendríamos que revisar la pertinencia de esas teorías de las concentraciones poblacionales en grandes urbes, o la ocupación del inmenso territorio nacional, puede ser que la primera opción no sea más que la organización y planificación de un desastre social futuro.

El Estado venezolano, tiene que cambiar de rumbo y no estar supeditado a los sube y baja de los precios del petróleo, esa es una vieja y sensata aspiración de unos cuantos compatriotas, puesto que nuestra nación tiene como hacerlo; y para ello dispone de suficientes talentos, recursos teóricos, experiencia universal, territorio, vialidad, ríos, mar, lagos,minerales, diversos pisos térmicos, biodiversidad, una extraordinaria riqueza étnica, y cultural. En esa dirección será necesario orientarnos política e ideológicamente. Y para ello: mucha lectura, mucha reflexión, trabajo en equipo, participación, consulta y fundamentalmente honestidad intelectual.

Hemos vivido desde 1830 hasta ahora, bajo las teorías del Liberalismo económico y del capitalismo y para las mayorías venezolanas eso ha significado: pobreza, exclusión, explotación, dependencia y sometimiento a intereses foráneos.

Estamos sometidos ciertamente, a la influencia de las fuerzas que manejan la economía mundial que imponen precios a nuestras materias primas y nos cobran lo que se les antoje por sus productos, abusando con nosotros por nuestra debilidad productiva por una parte, y por la otra, porque nos acostumbraron a consumir sus productos.

La tarea actual venezolana es gigantesca, pues se trata de construir una sociedad profundamente solidaria verdaderamente socialista sin confusiones de" cochino o chigüire". y es obvio que lo tenemos que hacer en el medio de una crisis mundial y bajo amenaza imperial por un lado, y por otra parte, enfrentados a agresivos sectores políticos venezolanos, que no comparten nuestra visión independentista y socialista de la Patria, que a su vez son asesorados y apoyados por factores externos.

También hay que navegar a contracorriente en una "Cultura Petrolera", alienante, banal, abundante en malos hábitos, corrupción, malversación, indisciplina, desinformación e ignorancia, y ajena a la significación histórica de nuestro tiempo, en cuanto a la importancia de la defensa y permanencia de nuestra Patria Soberana y Próspera, para todos.

LA REVOLUCION ES CULTURAL

1) Rodríguez Gallad, Irene/ El Petróleo/En la Historiografía venezolana/Universidad Central de Venezuela/Facultad de Ciencias Económicas y Sociales/Caracas, 1974.

 

(2) De la Plaza, Salvador/El Petróleo en la vida venezolana/pgs.28 y 88/Universidad Central de Venezuela/Facultad de Ciencias económicas y Sociales/Caracas 1974



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Rafael Castro

Especializado en Gestión Cultural. Colaborador y Fundador de Instituciones de la Cultura, en el Sector Público y Privado.

 racasce@gmail.com      @racas42

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