Hay en Ocalam, encerrado y seguramente lleno de dudas y ausencias de palabras necesarias para poder superar esta situación que solo los testigos de largos cautiverios podrían explicar, la necesidad de construir no solo un conjunto de premisas válidas a la liberación humana, sino de dónde estas premisas obtienen razón y sentido. De allí las largas referencias a una ciencia del sentido en función de la vida libre que en el caso del libro de “Civilizaciones” abundan en todo el texto. Es la larga diatriba que desde Platón hasta hoy cruza el pensamiento racional o lo que algunos prefieren llamar “pensamiento occidental”; en definitiva cómo resolvemos esa distancia entre pensamiento y realidad, como se establecen los criterios necesarios y suficientes para garantizar esa dialéctica de contrarios.
Ocalam como revolucionario y pensador pareciera no tener solución en sus manos, simplemente advierte al movimiento revolucionario la necesidad de superar de una vez por todas la dicotomía entre materia y espíritu, algo que el “materialismo histórico” de Marx y Engels enfrentaron con genio pero solo resolvieron a medias. “Materia y espíritu”; palabras al fin y al cabo que han servido para preservar una dualidad que a estas alturas tienen que superarse pero no como “esencias o antinomias del espíritu” como le pretendía Hegel y Kant, sino como frutos de una larga alienación que a diferencia de Marx, Ocalam no las ve solo en las relaciones de producción o en el trabajo explotado, sino en las formación de las estructuras autoritarias y estamentales que nacen con los “dioses enmascarados” de los primeros Estados teológicos y terminan desenmascarándose dentro del orden laico de la “civilización capitalista”, sin perder su constitución dual, por el contrario, el capitalismo las acentúa.
“Hay una vitalidad implícita en la materia (siguiendo en tal aspecto a todo el relativismo físico como a la tradición chamánica) que debemos desentrañar”. El problema no se plantea entonces desde el punto de vista humanista como algo a resolver dentro del epicentro exclusivo de la consciencia humana y su razón, sino abordando la integralidad del universo, es decir, sobre el supuesto que nuestra suerte de ser uno de los más elevados complejos de formación atómica que llegó a la posibilidad de un ser con lenguaje y consciencia nos debe dar la oportunidad de entendernos mucho más allá del milagro natural que es el ser humano y ubicarnos como partículas de una realidad universal.
Sin duda que Ocalam hace un intento extraordinario por hacer congruentes los elementos que tienen que ver con la historia humana como es el nacimiento de la escritura, la astronomía, la matemática, con una visión que supere definitivamente el positivismo burgués, y lo hagan parte de un “ambiente de creación” que es parte de la resistencia ante las degradantes estructuras de desigualdad y explotación que se formaron con los Estados. Son los ambientes “mágicos y sagrados” como diría Ocalam que sirvieron por mucho tiempo a estas estructuras de dominio y desigualdad pero que nacieron del sentido y la voluntad propios de una vida libre o al menos buscándola en ese conocimiento permanente e infinito. Es por ello que Ocalam habla de una ciencia del sentido y una sociología de la libertad.
Volvemos entonces al sentido holístico de su pensamiento: recoger de atrás lo que prosiguió a lo largo de toda la historia como el germen inicial del pensamiento libre y creador, fortaleciéndolo con los elementos que la misma ciencia va descubriendo y la aproxima desde su misma evolución a las premisas iniciales de la sapiencia mágico-religiosa. Dirá Ocalam que los socialistas científicos desarmaron al proletariado al concebirlo como un problema científico, como sujeto-objeto de una historia lineal y en ascenso. En esto no fueron mas que los continuadores de positivismo ideológico de la pequeña burguesía que intentó despojar por completo a la sociedad de una visión mágica y sagrada de la misma.
La ciencia de Ocalam no es entonces una ciencia de las verdades probadas por métodos tan dogmáticos como su naturaleza religiosa, sino de los sentidos hallados, es decir de los conocimientos que le han dado sentido y trascendencia a la existencia humana. Ocalam se sitúa perfectamente ante el dilema planteado por los existencialistas y su rechazo al sujeto cognitivo de la modernidad racionalizante, pero le da una alternativa que la misma angustia existencial y el eurocentrismo de esta corriente nunca quiso asumir, y es la necesidad de reencontrarnos desde una nueva visión, siglos después, desde una humanidad distinta y en rebelión,que ha pasado por la razón y la ciencia, con las cosmologías originarias rompiendo el binomio mente-cuerpo. Superar definitivamente el positivismo, y la ciencias de raíz teocráticas, la tarea que no pudo completar el marxismo, en una ciencia mucho mas holística y que busque los momentos y hechos cognitivos que le dan pleno sentido a la vida, he allí un reto fundamental de los movimientos de liberación.
El milagro Kurdo: Ocalam y el sentido de la revolución 1
http://www.aporrea.org/internacionales/a232951.html
El milagro kurdo. Ocalam y el sentido de la revolución 2: La Lucha Hoy
El milagro kurdo. Ocalam y el sentido de la revolución 3: El primer sentido, la revisión histórica
El milagro kurdo. Ocalam y el sentido de la revolución 4. Segundo sentido: la mujer, la tierra, la democracia
Para profundizar en el tema recomiendo la descarga y lectura del siguiente material
Libro: CIVILIZACIÓN, La era de los dioses enmascarados y los reyes encubiertos
Autor: Abdullah Öcalan