Ocalam es un militante de un movimiento que encontró su trascendencia no en el sentido estrecho de la vindicación exclusiva del pueblo kurdo, sino en los planteamientos que lo han llevado al lugar que hoy ocupa dentro de la guerra imperialista del Medio Oriente. La nación originaria ya no es un fin en sí mismo, mucho menos su victimización a pesar de la historia de opresión que llevan a sus espaldas, sino la compresión de una posibilidad, inscrita en la cultura “natural” de un pueblo, su historia festiva y libertaria frente a los atavismos religiosos y culturales que atrapan a otros pueblos en la región (ver textos del libro de Martorelli: Kurdistan). Eso le da a los kurdos la posibilidad de construir un eslabón de lucha que recoja y reúna a las naciones oprimidas en un proyecto de liberación común e igualitario. Un punto que el movimiento de resistencia Palestino por ejemplo no ha podido lograr encerrado en la terrible situación de encarcelamiento territorial que vive en su propia tierra. En tal sentido, para Ocalam el problema ya no es ni siquiera esa sintonía que tratan de alcanzar los movimientos de liberación nacional respecto a la relación entre pueblo particular, sus derechos y diferencias, y la liberación universal del ser humano frente al imperialismo y el capitalismo. El problema, muy en sintonía con el planteamiento original del zapatismo y el neozapatismo de Chiapas, es hacer del pueblo kurdo, de sus instrumentos políticos, sociales y militares de organización, en herramientas directas de una experiencia inédita de liberación humana. Allí es donde el pensamiento de Ocalam también “libera” por decirlo de alguna manera al movimiento de liberación kurdo de sus mismas limitaciones históricas y de sus planteamientos originales ligados a la visión vietnamita de la liberación nacional y el marxismo-leninismo, por ser la mas hegemónica entre los años 70 y 80 del siglo pasado, años en que se van formando las primeras bases de PKK.
Un pensamiento hecho política y trascendencia, necesitará por tanto definirse de manera muy clara respecto al problema del Estado y el poder como matriz común de todo el pensamiento y la acción política moderna. Abandonar la tesis de Estado y acentuar las posibilidades de construcción de poder dentro de una estrategia correcta que reúna a los pueblos y comunidades en una misma guerra de liberación, pareciera ser la conclusión más importante del pensamiento propiamente político que inspira la obra de Ocalam. El “buen gobierno”, o el “buen poder” colectivo, tomando las premisas zapatistas, ya no necesitarán de Estado, es el avance y a la vez el regreso –estructura holística de planteamiento que se repite- a formas de gobernabilidad que inicien una nueva era política en la humanidad que Ocalam denomina como la “modernidad democrática”, superando la visión de lo político inscrita en la modernidad capitalista, y despojando al derecho burgués de apropiación de la plusvalía del trabajo de su principal herramienta de respaldo e imposición que es el Estado. Reiterando así postulado anticapitalista se dirá de manera conclusiva que la plusvalía no es más que el robo oficial respaldado por el Estado, continuando las viejas premisas ofrecidas por Proudhon iniciador del anarquismo.
Esta tesis parte por supuesto de una necesidad de romper concretamente con el separatismo kurdo inicial y aún vivo dentro de algunas tendencias de derecha e izquierda pero que pierden todos los días peso dentro del pueblo kurdo. No se necesitará formar un nuevo Estado, frente a él, como realidad que seguirá existiendo por un buen tiempo y como forma de centralización burocrática y despótica del poder, se avalarán todos los intentos para llevarlo a su federalización y plurinacionalización mas profunda, desde adentro de las naciones (sea Turquía, Siria, Irak o Irán en este caso)de manera que la liberación de los pueblos obligue a los Estados a su negación como maquinas estamentarias, sostenidas en el despotismo de la democracia burguesa. El “no-Estado”, siguiendo la tesis básica de toda la línea libertaria del pensamiento revolucionario desde Marx hasta hoy, no quiere decir entonces que no se tenga una exigencia en la lucha revolucionaria hacia los Estados. No es una simple negación ácrata de la máquina Estado, significa moverse en un cuadro concreto de relaciones de fuerza frente a él donde la tarea primordial del movimiento de liberación no sea la separación y formación de nuevo Estado, o en último caso de hacer de la política un solo intento interminable por la toma del mismo, sino forzarlo a una evolución que inexorablemente los lleve a su negación progresiva. La “modernidad democrática” nacerá por tanto desde el abajo de los pueblos, en la conquista de “la vida libre”, en la revolución permanente que supone el desarrollo de todas las formas posibles del confederalismo democrático y el autogobierno de los pueblos. Es exactamente la tesis que en los próximos meses permitirá en el norte de Siria formar la “federación del norte de Siria”, concluyendo estratégicamente uno de los objetivos fundamentales y estratégicos sostenidos por el pueblo kurdo en la guerra de Siria.
Así intentando una síntesis del planteamiento ocaliano frente a esa “gran prostituta que es el poder-Estado”, podríamos decir que reaparece después de un siglo cuando los primeros años de la revolución soviética antes de formar “un Estado” crearon las matrices para la creación de un gigantesco territorio que fue sumando naciones a esa primera URSS gobernada por el poder soviético. Esto fue el origen de la URSS y el nacimiento de una propuesta de revolución en extensión permanente que antes de dibujar nuevas fronteras dentro de la geografía humana, las vaya quebrando y produciendo una nueva era de gobernabilidad directa de los pueblos. Sabemos por supuesto que el autoritarismo creciente del partido-Estado en que se convirtieron los bolcheviques y el ataque externo imperialista acabó con esa posibilidad hasta la imposición de la tesis del “socialismo en un solo país” de Stalin y el renacimiento pleno del Estado despótico y totalitario que se conformó. En este caso la negación a formar nuevas fronteras y Estados, para los kurdos antes que una rendición ha sido todo lo contrario, es una apertura a los pueblos y radicalización de la lucha de liberación que pone las primeras piedras para romper las fronteras al menos desde ese gran eje mesopotámico donde se entrelazan Turquía, Siria, Irak e Iran. La debilidad militar relativa frente a las enormes máquinas de guerra que los Estados, estructuras mercenarias e imperios han formado en la región no les permite por los momentos que pelear metro por metro por el ideal que se replantea. Los juegos tácticos y estratégicos de alianzas con las fuerzas presentes ya sea el ejército Sirio, Rusia o los mismos EEUU, hace mucho más complejo el proceso de avance. Pero no hay duda de lo correcto de una tesis de lucha, en este caso frente al problema de Estado que ha ido retomando y renovando por completo el pensamiento y la acción revolucionaria universal.
El milagro Kurdo: Ocalam y el sentido de la revolución 1
Para profundizar en el tema recomiendo la descarga y lectura del siguiente material
Libro: CIVILIZACIÓN, La era de los dioses enmascarados y los reyes encubiertos
Autor: Abdullah Öcalan
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