En el mundo actual, cuyos valores fundamentales están atados a la perversa fuerza de dominación y superioridad derivados de la posesión
de riquezas materiales, conseguir un ser humano espiritualmente noble y leal es tarea harto difícil. Y cuando hablo de espiritualidad no me refiero al falso y alienante
escenario religioso..!, sino a la elevación de la conciencia ligada al mundo del conocimiento ideo sociopolítico, edulcorado con el sólido componente ético. Y una persona con esas condiciones sólo es posible localizarla en el entorno muy estrecho de las grandes batallas por la libertad, la independencia, la igualdad y solidaridad humanas,
la fraternidad, el amor, la emancipación, la justicia, la dignidad, que es de donde surgieron los grandes de la historia: Jesús de Nazareth, Carlos Marx, Vladimir
Ulianoch-Lenin, Mao Tze Tung, Ho Chi Ming, Simón Bolívar, José Marti, George Washington, Fidel Castro, Hugo Chávez, etc., quienes se ganaron un pedestal en el alma de millones de hombres y mujeres del planeta.
UN RECONOCIMIENTO A OTRO GRAN COMBATIENTE
La Revolución Cubana tuvo al gigante diseñador y conductor Fidel Alejandro Castro Ruz, hoy reconocido por su pueblo y los pueblos del mundo mediante multitudinarios homenajes póstumos. Pero este gigante, desde muy niño, llevaba amarrado a su corazón rebelde y creador a su amado hermano Raúl, con quien compartía las múltiples vivencias de la vida familiar. Contrario al espíritu extrovertido de Fidel, su hermano Raúl es muy introvertido, lo cual no implica bajo ningún concepto la no existencia de una gran capacidad de análisis y comprensión de la realidad, que le permita asumir posturas frente a la misma. Mientras Fidel era el orador, el cuentacuentos, el asambleísta, el dicharachero y espléndido conversador, el humilde, inquieto e impulsivo destructor de paradigmas y transformador de realidades y finalmente el abogado del pueblo; Raúl por su parte, es el reservado analista, el organizador, pero también el generador de ideas y creador de propuestas para la batalla, leal ejecutor de esas transformaciones,
estratega y pensador profundo en la intensidad de su apacible personalidad. Juntos recorrieron el mundo de la niñez y la adolescencia en una demostración de compenetración sanguínea, pero también recorrieron juntos el mundo de la juventud y la madurez en el desarrollo de las ideas y convicciones, que condujeron a la liberación de su patria, pasando por la búsqueda de mejores condiciones de vida en el entorno familiar, en su localidad, en el ámbito estudiantil, laboral y social en general, tanto a
nivel nacional como internacional; dejando huellas en el Asalto al Cuartel Moncada, el desembarco en Playa Girón, la Sierra Maestra y los
múltiples combates por una Patria y un mundo nuevos.
ASÍ SE CIMENTO LA LEALTAD
Es así como, entre el calor familiar y el fragor de la lucha, se desarrolló entre estos dos seres humanos un profundo sentimiento de amor, respeto, admiración, solidaridad, protección y lealtad, cimentado en los valores y principios que insurgen contra la explotación del hombre por el hombre y avanzan en la construcción de la sociedad comunista. De este temple está hecho Raúl Castro, quien por su consecuencia y lealtad se ganó la responsabilidad de ser el máximo conductor de la nación y el derecho de colocar los restos de su hermano y comandante supremo, líder fundamental de la Revolución Cubana, Fidel Castro, en el sarcófago del cementerio de Santa
Ifigenia, en Santiago de Cuba, que le dará cobijo eterno. Honor y gloria a quién se lo
merece, mis respetos comandante Raúl Castro..!