Con absoluta inmoralidad los medios internacionales y los opinadores tarifados (habladores de gamelote de la extrema derecha), son absolutamente sagaces y crudos para criticar a diario cualquier actuación o política social que emprendan los gobiernos de izquierda de América Latina. Descargan millones de bytes por las redes sociales, rasgándose las vestiduras ante cada estornudo. Sin embargo, esta misma gente hace un asombroso mutis cuando son los gobiernos de extrema derecha los que hacen barbaridades o ejecutan medidas neoliberales en contra de sus pueblos. La sutileza y blandenguería con que son tratados gobiernos como los de la Alianza del Pacífico es más que pasmosa y revela el doble rasero que se aplica.
Se puede entender que los grandes medios y los opinadores tarifados defiendan a capa y espada a sus gobiernos depredadores neoliberales. A quien les paga. Pero el silencio que hacen organismos internacionales como la OEA o la libidinosa y prejuiciosa Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ante evidentes y públicas violaciones a los Derechos Humanos de miles de ciudadanos, es por demás vergonzosa y termina por deslegitimar a estas raídas instituciones.
Por si no se han enterado, los medios han ocultado y puesto en la oscuridad de las redes sendos conflictos sociales en Argentina, al cual los movimientos sociales han llamado el Tarifazo (2016); y en México, el llamado Gasolinazo (2017). Veamos ambos casos, silenciados y minimizados por los grandes medios.
Tarifazo
Nada más tomar posesión de la presidencia de Argentina, Mauricio Macri inició un plan de restauración neoliberal, con un paquete de medidas que incluyó el aumento excesivo de las tarifas de los servicios públicos como el agua potable, la electricidad, la gasolina, el gas y el transporte público. En algunos sectores los aumentos alcanzaron hasta el 2.000%.
Macri rápidamente se subordinó al metabolismo del neoliberalismo mundial, haciendo guiños al odiado Fondo Monetario Internacional y demás bancos multilaterales. Hasta se dio el tupé de pactar inmediatamente con los vampiros de los Fondos Buitres, usureros internacionales, que han expoliado por décadas las finanzas argentinas.
Desde su llegada a la Casa Rosada, Macri ha aplicado una política de despidos masivos de trabajadores con la excusa de reducir el gasto público. La ola de despidos es impactante y alcanza al sector privado por igual. Como señala un informe de varios investigadores (http://eppa.com.ar/4654-2/), "más de 230.000 trabajadores perdieron su empleo o fueron suspendidos en Argentina, generándose un intenso proceso recesivo y regresivo sólo comparable a lo acontecido en 1976 (en términos distributivos) y a lo observado entre 1998 y 2002 (en materia de destrucción masiva de puestos de trabajo)". Ningún organismo internacional ha tomado nota ante esta grave situación (la Organización Internacional del Trabajo, ni por casualidad), ni ha expresado preocupación o solidaridad por las fragrantes violaciones a los derechos laborales.
La prensa pesetera nada dice de las oscuras actividades financieras de Macri, perfectamente retratado en los Panamá Papers. Tampoco mencionan la peligrosa tendencia de judicializar la política, donde además de perseguir a la presidenta Cristina, intentaron someter y acosar a la fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. Todo un estandarte de dignidad en la defensa de los Derechos Humanos, que ha puesto el pecho y ha batallado contra más de un gobernante fascista.
Gasolinazo
En el caso de México, otro gobierno neoliberal de la región, su presidente Peña Nieto no se queda atrás. Cuando no está arrodillado recibiendo Bullying de Donald Trump, está aplicando aumentos desmedidos en la gasolina y el diésel que consume el pueblo mexicano. La estatal petrolera no calcula su precio de venta en base a sus costos de producción, sino que aplica artificiales formulas exógenas utilizando "cuatro factores: El precio de referencia en Estados Unidos, la cuota del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios aplicada, el margen de ganancia para las estaciones de gasolina, y otros conceptos (como el IVA)". Esto a pesar de que México se ubica entre los principales productores de crudo del mundo.
La consecuencia inmediata fueron protestas generalizadas por todo el país. El descontento es grande, porque no solo aumentó la gasolina, sino que se incrementaron también los precios de la tortilla, principal alimento de los mexicanos. A esto se le suma la rápida devaluación del peso frente al dólar y el imparable crecimiento en los índices de violencia e impunidad. Más gasolina al fuego, dejando la popularidad de Peña Nieto en el subsuelo, solo "lo apoya, si acaso, uno de cada diez mexicanos, y sólo 5% se declara "contento" con la situación del país". Pues nada de esto sale en los grandes medios.
Ante esta situación, el filósofo Fernando Buen Abad señaló que "Parece muy llamativo que Luis Almagro (secretario general de la OEA), tan rápido a la hora de pedir aplicación de la Carta Democrática contra Venezuela, guarde silencio frente a la violación de los derechos humanos en México, frente a esta agresión a la economía popular con todos los aumentos a la luz, el gas, el agua, la gasolina". Más nada.
Tanto en Argentina como México hubo protestas y reclamos de sus ciudadanos, pero nada de esto salió en los grandes medios. Doble moral. Están anestesiados, como diría Buen Abad. La derecha se cuida y se protege, escondiendo sus trapitos sucios bajo la alfombra.