En Catalunya han entrado las fuerzas de ocupación de un Estado a cuyo frente se encuentra un gobierno fascista que se venía postulando como de centroderecha para despistar.
Regresando a momentos de terror vividos en tiempos de preguerra o incluso de guerra, este gobierno, que en realidad y si se mira bien detenta prácticamente la potestas desde hace al menos 200 años, ha convertido a lo que queda de la entelequia de España en un montón de escombros morales. Pero lo peor es que lo ha convertido en un Acelerador de partículas de odio, que circulan por gran parte de todo su espacio político hilvanado por la fuerza de las armas.
No creo posible que las aguas vuelvan a su cauce tras esta brutal y gratuita experiencia por parte de las fuerzas del Estado lanzadas por esta gobierno felón. Pero lo importante es lo que se ha puesto de manifiesto. Y lo que se ha puesto de manifiesto urbi et orbe es, más que su horrorosa impericia y sus formas dictatoriales, su impostura, pues un gobierno verdaderamente democrático nunca hubiera llegado a esos extremos de brutalidad y de injerencia por experimentar un territorio el intento de conocer los niveles de una simple aspiración política de mucha envergadura entre la población que lo compone. Y esto ha demostrado lo que se sospechaba: que el gobierno de un país miembro de La Comunidad Europea es fascista. Al Parlamento Europeo incumbe ahora depurar las responsabilidades consiguientes y plantearse si sigue dando amparo a semejante Estado bárbaro mientras perdure este gobierno...