Aspectos Relevantes de un Imperio en Decadencia

Desde el común de la gente, referirse a Estados Unidos como nación es mirarlo desde la óptica del "sueño americano", definido así en 1931 por el historiador James Truslow Adams en su libro American Epics. Lo cierto es que más allá del libro, lo que se popularizó fue la creencia de que EEUU es un país de oportunidades para el "ascenso social" individual, situación que fue relativamente posible, durante las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, denominada por el historiador marxista Eric Hobsbawm como la Edad de oro del capitalismo, época durante la cual el sistema capitalista mundial, como nunca antes, había logrado las tasas de crecimiento económico más altas y prolongadas, teniendo como nación líder de ese "milagro" a Estados Unidos de Norteamérica.

Pues bien, esa época pasó y hoy en día en pleno siglo XXI, ya nadie duda de la decadencia del imperio norteamericano, donde inclusive la llegada del señor Donald Trump a la Casa Blanca es una expresión más, de esa decadencia.

El declive del imperio norteamericano tiene varios aspectos que se han ido convirtiendo en su propio derrotero, veamos algunos de los que menciona el economista Josep Stiglitz[1] en su libro: El Precio de la Desigualdad, publicado en 2012[2].

  1. Sobre la economía estadounidense, dice el autor textualmente[3]:

a. El crecimiento de los ingresos en Estados Unidos en los últimos años se produce principalmente en el 1 por ciento más alto de la distribución de los ingresos.

b. Como consecuencia de lo anterior, existe una desigualdad creciente.

c. Y los que están en la parte inferior y en la parte media en realidad están peor económicamente que a principios de siglo.

d. Las desigualdades en el patrimonio son aún mayores que las desigualdades en los ingresos.

e. Las desigualdades son evidentes no solo en los ingresos, sino en diversas variables que reflejan la calidad de vida, como la inseguridad y la sanidad.

f. La vida es especialmente difícil en la parte más baja, y la recesión ha provocado que sea mucho más dura.

g. Se ha producido un vaciamiento de la clase media.

h. Existe muy poca movilidad de ingresos – el concepto de que Estados Unidos es una tierra de oportunidades es un mito-.

i. Y, Estados Unidos tiene más desigualdad que cualquier otro país industrializado avanzado, hace menos por corregir esas diferencias y la desigualdad está aumentando más que en muchos otros países.

  1. Sobre la participación de la gente en los procesos electorales, dice textualmente el autor[4]:

a. El veredicto en el caso Citizens United contra la Comisión Electoral Federal de 2010, donde el Tribunal Supremo básicamente aprobaba un gasto ilimitado de las grandes empresas para contribuir a financiar las campañas electorales de los partidos, supuso un hito en la privación del poder de los estadounidenses corrientes. La decisión permite que las grandes empresas y los sindicatos ejerzan su "libertad de expresión" a la hora de apoyar a los sindicatos y a las causas en las elecciones en la misma medida que pueden hacerlo las personas físicas. Dado que las grandes empresas disponen de muchísimos más recursos que la inmensa mayoría de los ciudadanos estadounidenses, la decisión plantea la posibilidad de crear una clase de agentes electorales superricos con un interés político unidimensional: incrementar sus beneficios.

Sobre este mismo tema, refiere el autor que para la fecha de publicación del libro existe al menos 51 millones de personas estadounidenses que no participa en los procesos electorales porque sencillamente no están registrados y que la participación de la gente en los procesos electorales presidenciales, que son los más concurridos, está por el orden, en los últimos años, en 57 por ciento. Pero si se trata de elecciones a la Cámara de Representantes, la participación media no llega a más allá del 37.5 por ciento.

  1. Cuál es el rostro verdadero del imperio norteamericano, es decir, el poder tras bastidores (sigo copiando textualmente del libro de Stiglitz)[5]:

a. …En Estados Unidos el sistema de gobernanza y rendición de cuentas de nuestro banco central en realidad debería parecernos deplorable. La política monetaria la establece un comité (denominado Comité de Mercado Abierto) formado por los siete miembros del Consejo de la Reserva Federal, de los cuales solo tienen derecho a voto el presidente de la Reserva Federal, más los doce presidentes regionales del Banco de la Reserva Federal de Nueva York y otros cuatro. Pero los presidentes regionales del Banco de la Reserva Federal se eligen a través de un proceso no transparente, que apenas da voz al público, y en el que los bancos (a los que se supone que tienen que regular) tienen demasiada influencia.

b. Sigue el autor. En el gran rescate que marcó el comienzo de la Gran Recesión[6], el presidente de la Reserva Federal de Nueva York era uno de los miembros del triunvirato (junto con el presidente de la Reserva Federal y el secretario del Tesoro) que lo configuró, que decidió a quien se salvaba y a quien se ejecutaba, y quien recibía cuánto dinero y en qué términos. Y esa persona, a su vez, había sido propuesta por un comité formado por los banqueros y los máximos directivos de algunas de las mismas empresas que fueron rescatadas en las condiciones más favorables. Eso tiene toda la apariencia de un conflicto de intereses, y bien podría ser la realidad. Los estadounidenses nunca comprendieron del todo por qué AIG[7] consiguió un rescate de aquella magnitud, o por qué, cuando se volvieron a comprar sus derivados, se pagaron a 100 centavos por dólar, un precio mucho más alto de lo necesario. Pero cuando salió a la luz quienes eran, en última instancia, los beneficiarios del rescate a AIG, todo quedó claro: el máximo beneficiario era Goldman Sachs, y otros receptores eran grandes bancos extranjeros, algunos de los cuales eran sospechosos de tener complejos tratos financieros con Goldman Sachs. Resultaba particularmente extraño que Estados Unidos rescatara bancos extranjeros.

  1. Sobre el futuro de Estados Unidos, dice el autor:

Hay dos visiones:

a. Una es una sociedad más dividida entre ricos y pobres, un país donde los ricos viven en urbanizaciones cerradas, envían a sus hijos a colegios caros y tienen acceso a una atención sanitaria de primera calidad. Mientras tanto, el resto vive en un mundo marcado por la inseguridad, por una educación a lo sumo mediocre y una atención sanitaria racionada a todos los efectos, donde la gente espera y reza por no ponerse gravemente enferma. En la parte más baja hay millones de jóvenes alienados y sin esperanza. He visto ese cuadro en muchos países en vías de desarrollo; los economistas incluso le han puesto un nombre: economía dual, dos sociedades que viven una al lado de la otra, pero que apenas se conocen, que apenas imaginan cómo es la vida al otro lado. Ignoro si nosotros caeremos en las profundidades de algunos de esos países, donde las barreras son cada vez altas y las sociedades se distancian cada vez más.

Y concluye diciendo: No obstante, esa es la pesadilla hacia la que avanzamos lentamente…

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[1] Joseph Stiglitz premio Nobel de Economía 2001.

[2] J, Stiglitz. (2012). El precio de la desigualdad. Editorial Taurus, Madrid, España.

[3] Ídem, pág. 72

[4] Ibídem, página 186

[5] Ibídem, página 317 y 318

[6] Se refiere a la crisis 2008.

[7] Empresa transnacional de seguros y servicios financieros.



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Oly Millán Campos

Economista (UCV) y exministra del Ministerio para la Economía Popular (2006). Integrante de la Plataforma Ciudadana en Defensa de la CRBV y de la Plataforma Contra el Desfalco a la Nación

 omillancam@gmail.com      @angelicamcampos

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