Desplegando sus fuerzas hasta el limite no fronterizo, los rusos desean alcanzar el aire continental del Sur. Desafiando los viejos tiempos y recordando la figura de Fidel Alejandro Castro Ruz, cuya imagen y símbolo constituye una contrafigura de Ernesto Guevara De La Serna, cuando intuyó sobre China, ante una pregunta del comandante cubano. Putin, emulando esos actos, le pregunto a un niño, hasta donde llegaban los límites de Moscú con EEUU. El niño le respondió, "La frontera de Rusia termina en el estrecho de Bering, en la frontera con EEUU". Vladimir lo apretó hacia su pecho y mirando al público, respondió: "Las fronteras de Rusia, no terminan en ninguna parte". En primera fila, Serguei Shoigu, aplaudía riendo la "broma" del presidente. Mientras, a 1.092 kilómetros de ahí, en Kaliningrado, un trozo de suelo ruso emparedado entre dos miembros de la OTAN (Lituania y Polonia), sus soldados estaban desplegando sistemas de misiles S-400 e Iskander. Los primeros pueden vedar el acceso aéreo a esa zona del Báltico. Los segundos, de corto alcance, pueden portar armamento nuclear.
El presidente del Comité de Defensa del Parlamento ruso, Viktor Ozerov, ha dicho que los misiles son para contrarrestar un escudo antimisiles estadounidense planeado en el este de Europa. "La OTAN es un bloque agresivo", añadió el portavoz del Kremlin Dimitri Peskov. En efecto, Rusia "tiene derecho a adoptar las medidas necesarias dentro de su territorio". Como denuncia el analista Gustav Gressel, del European Council of Foreign Relations, el crecimiento militar ruso empezó mientras Europa miraba para otro lado: "Occidente ha subestimado el significado de las reformas militares en Rusia al fijarse sólo en las carencias materiales que todavía tiene el ejército ruso". Como se vio en el caso de Crimea y Donbas, los rusos no necesitan tecnología de vanguardia para vencer en su vecindario. Bastan "intervenciones definidas con precisión y velozmente ejecutadas para anticiparse, y evitar así una reacción de Occidente".
Rusia, lleva quince años, modernizando su poderío militar en Kaliningrado y, ya es una nueva potencia castrense que avergüenza a Gorbachov y su perestroika, subyuga a cualquiera de sus vecinos, si éstos se vieran aislados del apoyo occidental. Por otro lado, han simplificado su estructura de mando y los reclutas, tienen un sentido alimentario cambiado a base de proteínas y pocos carbohidratos para darles fuerzas a sus electrolitos y magnetos ante cualquier cambio climático. Donde el sentido de la profesionalización es su mayor defensa.
La estructura de toma de decisiones en Rusia es vertical. Como recuerda el experto ruso en defensa Aleksander Golts, ni la oposición, ni el parlamento, ni los aliados demoraron los despliegues rusos en Ucrania y Siria. En los años 90 Rusia midió su capacidad ofensiva en conflictos internos en el Cáucaso. Ahora, tras años en los que EEUU ha emprendido guerras -preventivas según Washington, ilegales para buena parte de la comunidad internacional y ruinosas a tenor de los resultados- Rusia cree llegado su momento.
El paradigma cambió a partir de 2007 con el discurso de Putin en Munich, que nadie supo interpretar bien: lanzó críticas contra EEUU por llevar a cabo acciones "unilaterales" y contra la OTAN por su ampliación al este de Europa. Al año siguiente fue la guerra relámpago de Georgia. Pero es desde la anexión de Crimea y su guerra híbrida en Donbas cuando ha quedado claro que Rusia va a defender -con hechos, no sólo con palabras- lo que considera su 'zona de influencia'.
Lo difícil es saber por anticipado hasta dónde llegan esos territorios que Rusia no puede o no quiere considerar ajenos. Y si los países protegidos por el escudo formal de la OTAN pueden ver su defensa puesta a prueba un día. El ejército que la OTAN tiene al otro lado de sus alambradas se diferencia del soviético en bastantes cosas, pero sobre todo en que ya no depende tanto de la movilización de reservistas para estar listo para el combate.
Su guerra es mediática, asimétrica y económica y, luego el zarpazo final que es acobardar al enemigo e inutilizarlo, usando sus propias fuerzas.Durante la crisis ucraniana, Rusia llegó a tener hasta 150.000 soldados listos para actuar en su lado de la frontera. Sin embargo, la OTAN requiere la puesta en común de sus socios. No sólo ha cambiado el ejército: también los usos que Rusia está dispuesto a darle.
Vuelve la vieja pregunta de la Guerra Fría: si EEUU sacrificaría Chicago para salvar Berlín. Pero ahora no hay un solo 'Berlín'. La OTAN no sabe qué ciudad, isla o infraestructura está en juego. O si de verdad hay una pieza de su tablero que esté en jaque. La geografía juega en favor de Moscú: empezando desde Finlandia, pasando por los bálticos y siguiendo por Ucrania hasta el mar Negro, Rusia tienen unas fronteras más amplias que nunca, las principales bases de la OTAN están lejos y Moscú podría, igual que en Crimea, llevar a cabo una política de hechos consumados en cualquiera de sus países vecinos, que no están preparados para recibir un refuerzo masivo en poco tiempo: pocas infraestructuras, escasos aeropuertos donde aterrizar, vulnerables al sabotaje y con minorías rusoparlantes que pueden entrar en el juego. Un ejemplo es la franja de 100 kilómetros, el llamado corredor de Suvalkia, que separa a Polonia de Lituania y que ha sido escenario de disputas identitarias y territoriales entre nacionalistas de ambos bandos. Va desde Kaliningrado a Bielorrusia, donde Rusia tiene bases. Una ocupación rusa de esta zona con el pretexto de proteger Kaliningrado aislaría a los países bálticos del resto de la OTAN.
En Latinoamérica, el control ruso se extendería desde Venezuela, toma a Bolivia. Una etapa que se esta iniciando con sus interrogantes.
El análisis de la política exterior de la Federación Rusa reviste especial importancia para el estudio del sistema de relaciones internacionales actual, debido a que a pesar de las contradicciones y el desgaste paulatino sufrido por esta potencia durante las últimas décadas, aún ejerce una influencia significativa sobre la conformación del sistema de seguridad europeo y global, a la vez que se mantiene como interlocutor válido de Estados Unidos en cuestiones importantes de la política internacional. El súbito desmembramiento de la Unión Soviética y el vacío geopolítico que se evidenció en el territorio post–soviético de Eurasia, planteó el problema del devenir de Rusia y de la posibilidad de surgimiento de un amplio foco de inestabilidad en toda la zona de Eurasia. Resulta importante el estudio serio y profundo de la política exterior de Rusia en el contexto del llamado nuevo orden mundial, aunque su papel sea lógicamente inferior al desempeñado por la Unión Soviética en el sistema internacional.
Con la llegada de Vladimir Putin al frente del gobierno ruso se inició el resurgimiento paulatino del Estado ruso como jugador cada vez más activo y con poderes definidos en la arena internacional. Los frecuentes contactos políticos y negociaciones comerciales con países como China, Irán, India, Argelia, Siria, Pakistán, Corea del Norte, Venezuela, Brasil, Cuba, entre otros, demostró que la tendencia atlantista o internacionalista pasaba a ocupar un lugar secundario dentro de la política exterior del Kremlin.
A partir de agosto de 2008 se constata una mayor activación del interés por parte de Rusia de estrechar los vínculos políticos, militares y económicos con la región de América Latina. Desde ese momento —que coincidió con la guerra en Osetia y el apoyo militar y económico de Estados Unidos a Georgia—, se sucedieron intercambios al máximo nivel de delegaciones políticas y militares entre ambas partes. El presidente ruso visitó varios países latinoamericanos (Venezuela, Brasil, Nicaragua, Cuba, Perú) y los presidentes de Venezuela, Cuba, Argentina, Bolivia, Nicaragua visitaron Moscú. Como resultado de estas visitas fueron firmados importantes acuerdos para estrechar sobre todo la cooperación militar y también en la esfera de los energéticos. El gobierno de Venezuela se convierte en el intermediario principal de Rusia con los países latinoamericanos y se incrementa la venta de armamentos y medios de transporte militares a varios países de la región. De esta manera, Rusia envía una advertencia tácita al gobierno de la Casa Blanca de que podría sustituir su otrora esfera de influencia —los países de la CEI, que han sido el blanco preferido por Estados Unidos en los últimos años— por la región de América Latina. Se llevan a cabo ejercicios militares conjuntos entre Rusia, Venezuela y Nicaragua.
Como ya dije, la Federación Rusa pertenece al grupo de países BRIC, sigla que constituye el acrónimo del nombre de los Estados que lo conforman (Brasil, Rusia, India y China). Esta sigla comenzó a difundirse mundialmente a inicios de 2004, cuando Goldman Sachs, en su previsión sobre cuáles serían las diez economías más grandes hacia mediados del presente siglo, señalara que entre ellas estarían cuatro que precisamente no integraban el llamado G–7, que reúne a las economías más desarrolladas del mundo. El planteamiento principal es que la combinación de extensos territorios, recursos naturales estratégicos con grandes poblaciones y la modernización de sus economías generaría una gran cantidad de nuevos consumidores, y todo ello convertiría a estos cuatro países en las nuevas potencias económicas mundiales en sólo unas décadas
Escrito por Emiro Vera Suárez, Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajo en El Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, columnista del Aragüeño y coordinador cultural de los diarios La Calle y el Espectador- Valencia. Hora Cero.