La Tecla Fértil

Ártico y Venezuela, los dos ángulos del poder entre China y Moscú

China, desea llegar a las rutas marítimas del Ártico y, de allí sus inversiones e inversiones para avanzar con Rusia asuntos de energía y transporte, donde existen empresas que tendrán facilidad de enviar gas licuado, desde el gigantesco proyecto Yamal LNG del centro norte de Siberia a una larga lista de destinos que incluyen el norte de Europa, Japón, Corea del Sur y China. La iniciativa comenzará con una flota de una docena de camiones cisterna para romper el hielo y, según se informa, China Shipping LNG Investment Co. de Cosco operará otros nueve camiones cisterna.

«Nosotros [China] importamos alrededor de 57 millones de toneladas de GNL el año pasado y buscamos un suministro constante de alrededor de cuatro millones al año provenientes de Yamal», dijo un ejecutivo chino de envíos al Wall Street Journal. En Venezuela hay deficiencias en el traslado de gas doméstico a los usuarios desde diferentes llenadores que son claves para su distribución.

También buscan mover los buques de contenedores a través de la ruta del mar del norte, ya que las temperaturas cálidas derriten el hielo y facilitan la navegación». Siendo menos riesgoso por la presencia de Estados Unidos de Norteamérica y, hacia Siberia y el estrecho de Bering hay presencia rusa.

Este movimiento se produce tras meses de inundaciones de gas en los mercados europeos, manteniendo bajos los precios del gas, exacerbando un exceso de gas ya existente en el continente y al menos parcialmente sacando a Estados Unidos del mercado europeo de gas natural. Según lo informado por Bloomberg, los expertos de Citigroup suponen que el aumento de los envíos de gas natural de Rusia a Europa es un tipo de prueba de resistencia para los Estados Unidos. Un informe de Citigroup dice que Rusia está manteniendo intencionalmente bajos los precios del gas porque es probable que Moscú esté «probando la respuesta del mercado mundial del gas en un entorno de precios bajos, especialmente la elasticidad de las exportaciones de los Estados Unidos de GNL».

Ahora que Rusia está fortaleciendo su comercio de gas natural con China además de su agresiva inundación de los mercados europeos con su gas natural licuado barato, Estados Unidos tiene más motivos de preocupación que nunca. Especialmente cuando se tiene en cuenta que la sed de China por el gas natural es «casi infinita», ya que trata de alejarse de su largo legado de energía sucia a base de carbón y su clase media continúa en auge, junto con su demanda de energía.

Un informe del Wall Street Journal nos dice que «China está entrando en el transporte del Ártico a través de una empresa conjunta entre el mayor transportista marítimo del país, Cosco Shipping Holdings Co., y su homólogo ruso PAO Sovcomflot para mover gas natural desde Siberia. a los mercados occidentales y asiáticos «. Tanto China como Rusia son miembros del Consejo Ártico, que el Wall Street Journal describe como» un foro intergubernamental que […] considera los problemas de desarrollo y los derechos de navegación a medida que el hielo polar retrocede

Uno de los ejemplos más recientes de esta relación recientemente fortalecida entre Pekín y Moscú es una nueva empresa conjunta entre corporaciones navieras estatales en Rusia y China para crear una "Ruta de la Seda Polar" en el Mar Ártico. Hace un año, los funcionarios de Beijing anunciaron que China buscaría realizar inversiones a través de la Ruta Ártica para alentar la navegación comercial a través del paso norte como parte de la Iniciativa de Cinturones y Carreteras del país. Belt and Road es una empresa masiva que involucra programas de inversión por valor de billones de dólares, que se destinarán a conectar Asia y Europa por mar, ferrocarril y carretera para promover un mayor comercio entre los continentes.

El presidente chino, Xi Jinping, realizó una visita oficial a Rusia en un viaje altamente publicitado en los medios rusos y chinos. «Esta década marca el 70 aniversario de nuestras relaciones diplomáticas y los vínculos de China con Rusia se están profundizando en un momento de profundos cambios en el panorama geopolítico global», remarcó el ex embajador chino en Gran Bretaña, Ma Zhengang, citado por el South China Morning Post.

Hay movimientos por parte de la Federación Rusa, quien mueve sus destructores hacia La Habana para 0proporcionar dispositivos de seguridad que permitan el almacenamiento de gas, petróleo y gas y oro. A su vez, controlar y barrer con el arrastre de espías que se encuentran en las basas de la regla no escrita a través del complejo universo de la justicia.

Gracias a sus esfuerzos, Irán, Irak y Siria ahora han formado una creciente ola de estados alineados religiosa y geopolíticamente con Rusia, mientras que en Afganistán el Talibán está resurgiendo y luchando contra ISIS, una organización que se unió gracias a los esfuerzos estadounidenses en Irak y Siria.

Pero no parece posible un diálogo realista basado en la realidad. Todo lo que escuchamos. son respuestas falsas a preguntas falsas, y el resultado es una serie de decisiones erróneas. Los Fake News están a la orden de cualquier imaginario y en las redes solo leemos argumentaciones sin base de lectores fortuitos que, no argumentan de una manera critica cualquier realidad.

Basado en inteligencia falsa, los Estados Unidos han pasado casi todo este siglo envueltos en conflictos muy costosos y, en última instancia, inútiles. Pura chismografía y creyendo en la gente de Primero Justicia y Voluntad Popular. Todos originarios de la democracia cristiana que provocó el golpe en Chile, la dictadura de Augusto Pinochet y muerte de Salvador Allende.

El geniecillo autoritario que habita en la médula de cada ciudadano occidental se consolaba del libertinaje a su alrededor contemplando la unilateralidad de jefes de Estado como Putin, Xi Jinping o incluso Donald Trump en sus momentos más formidables. Malas noticias, porque la actualidad viene repleta de ejemplos que demuestran que los autócratas han de frenarse ante un periodista o una revuelta juvenil.

Lejos quedaron los tiempos en que el asesinato de la valiente periodista Anna Politkovskaya se programaba para que coincidiera con el cumpleaños de Putin, una datación que los servicios secretos debieron entender como un homenaje. El encarcelamiento de otro informador, después de una manipulación de las pruebas de narcotráfico en su contra que avergonzaría a Villarejo, ha suscitado la intervención directa del presidente ruso. No para rematarlo, sino para liberarlo. El tímido Iván Golunov debe la libertad a la evidencia de que no se sabe quién manda aquí.

Putin amplió su implicación a la exigencia de una investigación de los mandos policiales involucrados en el montaje contra el periodista, y oportunamente depurados. La celeridad en el castigo pretendía adelantarse a una manifestación programada para denunciar el secuestro estatal. La situación no mejora al cruzar la frontera meridional del imperio ruso. Carrie Lam, la administradora de Hong Kong, tuvo que retirar también con prisas la legislación sobre la extradición a China, anodina en términos revolucionarios pero que desató las manifestaciones de adolescentes más feroces de la antigua colonia británica. Donde la sorpresa no radica en la magnitud de la algarada, sino en la búsqueda acelerada de una solución.

Ahora, la muerte de osos polares, el cambio climático y una avanzada de barcos picahielos hacia Bering y el ártico, acelera los cambios y las reformas geopolíticas y territoriales de los grandes Imperios.

Los aspirantes a dictadores tampoco son como antes. Trump memorializa en el basurero de Twitter las frustraciones que padece, al incumplirse las promesas de poder absoluto que recibió con motivo de su coronación. Ni siquiera las democracias iliberales están a salvo de raperos que aguijoneen a Jefes de Estado difuntos. Esta debilitación de las jerarquías fuertes, que el Macron apodado Júpiter ha sufrido de manos del precariado con chalecos amarillos que nunca ha probado el caviar, supone una maldición para los adeptos de las teorías de la conspiración. Difícilmente Putin se preocupará por determinar las elecciones de Navalcarnero, cuando ni siquiera puede darle su merecido a un cronista insidioso. El retroceso dictatorial también desmiente a los gobernantes que suspiran íntimamente por manejar los resortes estatales sin oposición. Para todos ellos, si capitula el Kim Jong Un capaz de asesinar a su hermano, el planeta está perdido.

Después de las mentiras con las que EEUU arrastró a otros gobiernos, entre ellos al de José María Aznar, para que le secundaran en la ilegal invasión de Irak, habría que tomar con más de un grano de sal sus nuevas acusaciones contra Irán. Según Washington, Irán es el culpable de los ataques contra petroleros de diversas banderas en el golfo de Omán, lo que constituye un atentado contra la libertad de navegación en esas aguas tan transitadas.

Se impone el escepticismo cuando detrás de esas acusaciones están un mentiroso patológico como el presidente de aquel país, Donald Trump, e individuos tan cínicos como el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salman. Que los halcones que aconsejan a Trump en materia de política exterior como su secretario de Estado, Mike Pompeo, y el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, buscan un cambio de régimen en Teherán no es ningún secreto, como tampoco lo es que no les importa cómo lograr su objetivo.

Hasta ahora lo han intentado, tratando de aislar a Irán, bloqueando sus exportaciones de petróleo y amenazando con sanciones secundarias a las empresas de cualquier Estado que desoigan su prohibición de negociar con el país de los ayatolas. Pero de momento no han conseguido doblegar a ese régimen ni provocar las revueltas que buscan entre una población cada vez más asfixiada económicamente por tal bloqueo internacional.

Sin embargo, ya han logrado que algunos medios occidentales hablen de que el tratado nuclear con Irán del que se descolgó unilateral y caprichosamente Trump «está muerto», como escribe, por ejemplo, el semanario liberal alemán Die Zeit.

El ministro alemán de Exteriores, el socialdemócrata Heiko Maas, viajó recientemente a Teherán en un intento de conseguir que ese Gobierno aceptase renegociar el tratado como pretende ahora EEUU para incluir nuevas condiciones.

Pero se topó con la negativa de sus interlocutores, que dicen no fiarse de un individuo como Trump, e insisten en que son los europeos los que deben cumplir su parte, poniendo fin a las sanciones comerciales y financieras contra ese país como prometieron al firmar el acuerdo. Los europeos están lógicamente preocupados porque el tratado con Irán evita durante un mínimo de quince años la posibilidad de que Irán no se dote del arma nuclear y previene mientras se buscan otras garantías, una peligrosa carrera de armamentos en la región.

Teherán trata de presionar ahora, con la única arma de que dispone, al resto de los firmantes del acuerdo nuclear –Reino Unido, Alemania, Francia, Rusia y China– para que le permitan seguir vendiendo su petróleo y haciendo las transacciones financieras que necesita. Algo que impiden las sanciones secundarias de EEUU.

Así, ha advertido que superará próximamente el límite de uranio enriquecido que le autoriza el pacto nuclear, firmado en 2015 por el Gobierno de Barack Obama y que el de Trump ya ha dinamitado. EEUU está jugando con fuego y obligando a otros a hacer lo mismo.

Pero EEUU y sus aliados árabes e israelíes quieren imponer a Teherán nuevas condiciones como que deje de apoyar al sirio Bashar al Asad, a la organización chií Hezbolá en el Líbano y a los rebeldes hutíes en el Yemen. Y buscan convencer a los europeos para que hagan lo propio. Hay una lucha por el poder en esa región, que implica sobre todo a las dos ramas principales del islam, el chií iraní y el suní, sobre todo en su rama más radical como es el wahabismo que Arabia Saudí exporta a medio mundo con sus petrodólares. Pero, después de la catástrofe que supuso para todos, menos para los vendedores de armas, la guerra de Irak, que por cierto reforzó el eje chií frente a lo que pretendía EEUU, y después de las guerras fratricidas de Libia y Siria, abrir un nuevo frente en Irán sólo conduciría a una nueva catástrofe de consecuencias todavía mucho peores.



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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